Libro 4: Capitulo 7

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La mirada gris de Luis Montero se perdía en la ciudad nocturna que se veía titilante a través del cristal frente a él, mientras se encontraba expectante a la espera de que el auto que conocía entrara al estacionamiento, pero ya llevaba casi media hora parado en el mismo lugar y no había si quiera señales de lo que esperaba.

Según la estricta orden médica no podía consumir ningún tipo de bebida alcohólica pero ahí estaba revolviendo lentamente el whisky seco, que se había servido en un vaso de cristal tallado y que para sosegar la ansiedad que lo consumía olfatearlo no era suficiente, necesitaba sentir el calor del licor en su garganta.

Le dio un sorbo y no le bastó, por lo que le dio otro más generoso yendo en contra de todos los consejos médicos. Se aclaró la garganta ante la sensación placentera que le adormecía sutilmente el paladar. En ese momento escuchó un leve ruido tras la puerta y no se volvió para mirar, lo hizo a través del cristal oscuro que le servía de espejo. Vio la puerta abrirse y la mujer rubia entraba.

Ella empezó a acercarse y dejó su cartera sobre el sillón en la sala de estar de la habitación, en su camino también se quitó el blazer gris grafito que llevaba puesto y lo dejó sobre la cama. Él aún no se volvía, admiraba el reflejo de la mujer en el espejo negro.

-Empezaba a creer que no vendrías... -exteriorizó su sentir y se dio la vuelta clavando irremediablemente sus pupilas en los dedos de la mujer que se desabotonaba la blusa de seda color crema y dejaba al descubierto un brassier de encaje en un tono gris perla.

-Pensé en no hacerlo, pero mi deseo me ha vencido... -contestó quitándole el vaso con menos de un dedo de whisky y se lo llevó a la boca, bebiéndolo todo de un trago- No deberías estar tomando esto... -dejó el vaso sobre la mesa.

-Estaba ansioso por verte y tenía que calmar mi ansiedad con algo... -le llevó las manos a la cintura, la pegó a su cuerpo y su boca buscó el cuello femenino- Te deseo demasiado, Fiorella... -le dijo en medio de besos que hacían estremecer a la mujer entre sus brazos.

Ella ansiosa por sentir a Luis empezó a desabotonarle la camisa con premura y ante la excitación sus dedos temblorosos le hacían la labor titánica.

-¿Estás seguro que no pasará nada?... -preguntó con un gemido y al sentir los besos de Luis por sus mejillas y volvió la cabeza para que calmara la necesidad que su boca sentía por la del hombre.

-No lo estoy, de lo único que estoy seguro es que quiero hacerte el amor esta noche, en este instante... no logro controlarme, te necesito Fiorella... -le hizo saber ayudándole a ella a quitarse la camisa, la cual cayó a sus pies y en medio del ardor la encaminó a la cama en medio de tropezones.

Los cuerpos cayeron en el lecho y en medio del desespero terminaron por desnudarse. Le dieron rienda suelta a la pasión que los consumía y en medio de besos, gemidos, jadeos y susurros se vencieron al éxtasis.

Fiorella encima de Luis, danzó con ganas, con pasión y deliraba al sentir las caricias de él recorrerle el cuerpo, de su boca aferrársele a los senos, marcarle las manos en los muslos y cintura, mientras la atacaba con su erección llevándola al punto más alto del placer. Ese hombre la hacía sentir cosas que con su esposo nunca experimentó.

Muy cerca del orgasmo ella se acercó a él y le besó el pecho, gozando con las cosquillas que los vellos le causaban en los labios, de sentir el corazón de él retumbando contra su boca.

Luis acariciaba con ganas la espalda femenina, las palmas de sus manos hacían incontables viajes de arriba hacia abajo y viceversa, moviéndose bajo ella para alcanzar su propio placer, mientras le regalaba besos en los hombros.

Fiorella buscó la boca de Luis y a escasos centímetros se detuvo y lo miró a los ojos, hermosos ojos grises que contenían tanta pasión y ella no pudo soportar el nudo de lágrimas en la garganta y terminaron por desbordarse. Todo lo que hacía por ese hombre iba en contra de sus principios, sabía que estaba casado y no podía, no encontraba la fuerza para alejare. Solo quería estar con él, que le diera una oportunidad en su vida.

Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora