Libro 4: Capitulo 25

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Aunque apenas eran las seis y quince minutos de la tarde la oscuridad e inusual soledad en la interestatal 678 le hacían sentir como si fuese media noche.

-¿Le molesta si coloco un poco de música?... -preguntó el taxista, con un inglés bastante básico y por la pronunciación Juliana suponía que era latino.

-No, para nada... -dijo sonriéndole de manera amable y el hombre con una barba perfectamente recortada le correspondió de la misma manera a través del espejo retrovisor. El gestó lo mostró más joven, tal vez no llegaba a los treinta y cinco años; la sonrisa espontánea y bonita le hizo resaltar el color marrón claro de los ojos.

Las notas del tema eran alegres e invitaban a disfrutarla, aunque ella no tenía idea del significado de la letra porque era en español. Desvió la mirada al lúgubre paisaje mientras dejaba atrás el aeropuerto y a lo lejos se veían las luces de la imponente ciudad.

-Pa ti el infierno de mi cielo, pa ti mi cueva que si la nieve ya no nieva deja que llueva agüita fresca pa ti, pa ti pa siempre lo que tú quieras de lo mío te lo quedas por derecho, porque te quiero a cuerpo entero sobre mi pecho... -el taxista entonaba la canción con un tono de voz moderado. Tratando de evitar incomodar a la chica de ojos marrones hermosos y misteriosos, pausó la canción y miró a través del retrovisor- ¿Es neoyorkina o solo está de visita?... -inició un tema de conversación al ver la hermosa mujer parecía un poco aburrida.

-Resido aquí ¿y usted vive en Nueva York?... -le pregunto de manera lenta para que entendiera cada palabra dicha por ella, suponía que si hablaba rápido él al no dominar el idioma podía perder el hilo de la conversación.

-Sí, aunque no tengo mucho tiempo y no creo permanezca por mucho tampoco. Espero estar aquí mientras termino los estudios...

-Está estudiando... -acotó Juliana, aunque fuese más una pregunta.

-Sí, estoy haciendo un postgrado, pero la vida en Nueva York es costosa y tengo que encontrar medios para poder cubrir todos los gastos... -le comentó un poco más desenvuelto con el inglés.

-¿Es latino?... -preguntó echándose un poco hacia adelante, totalmente metida en la conversación.

-Orgullosamente venezolano. Me llamo Pedro...

-Un placer, soy Juliana. Me han dicho que las playas de Venezuela son muy bonitas...

-Hermosas, de todas las tonalidades azules...

-Deben ser muy hermosas... -dijo Juliana imaginándose todas esas tonalidades.

-Cuando quiera puede ir y comprobarlo, las puertas de mi país siempre están abiertas y los venezolanos siempre estamos esperando con una sonrisa...

-Son alegres...

-Todo el tiempo, aún en momentos difíciles... Tenemos la grandeza de encontrar el lado positivo de las cosas hasta en las peores situaciones y de todo hacemos un chiste...

El hombre se mostraba de manera amable y hablaba sin parar, le contó muchas cosas, tantas como para que en su cabeza se formara una película con cada paisaje que le describía. Cuando quiso darse cuenta ya estaba frente a la boutique y se impresionó de lo rápido que se le había hecho el trayecto.

Algo en el hombre le hacía confiar en él, por lo que le pidió que le hiciera el favor de llevar el equipaje a su dirección de residencia y se lo dejara en conserjería. Él no se negó y ella le pagó ambas carreras más un bono extra, por ser tan amable y haberle hecho el viaje realmente grato.

Mauricio al verla bajar del taxi, salió en su búsqueda para ayudarla con el equipaje.

-No te preocupes, el taxista lo llevará al apartamento... -le avisó a Mauricio; ella le hizo un gesto de despedida al hombre y él también se despidió.

Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora