Libro 3: Capitulo 31

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El océano atlántico con su inexorable belleza bañaba las costas de Salvador de Bahía, lugar donde aterrizarían dentro de pocos minutos. Lucia iba a bordo de unos de los tres helicópteros que acompañaban a León Carvajal.

El hombre pensaba eludir una donación de calzado para niños y medicamentos, cediéndoles la labor a personas que trabajaban para él y que contaban con su entera confianza; sin embargo, Lucia advirtió en el rostro de él que no estaba completamente s...

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El hombre pensaba eludir una donación de calzado para niños y medicamentos, cediéndoles la labor a personas que trabajaban para él y que contaban con su entera confianza; sin embargo, Lucia advirtió en el rostro de él que no estaba completamente satisfecho.

Sin duda, era un compromiso que tenía pendiente y que había olvidado, pero ella no iba a permitir que dejara de lado sus responsabilidades para cumplir con ella. Entonces le hizo saber que estaría encantada de acompañarlo y así conocería un poco más de Brasil.

"No es una obligación, son donaciones que me satisface hacer personalmente, solo eso" le dijo él, explicándose ante ella que emocionada quería conocer esa faceta del magnate de la industria petrolera, minera y naviera.

Los helicópteros empezaron a descender y ya los esperaban dos jeep y dos camiones de carga, también había dos montacargas y varios hombres, todos afrobrasileños.

Ella no pudo evitar sonreír ante la experiencia que viviría. Sentía el corazón latir muy fuerte y por extraño que pareciera, se sentía temblorosa.

En ese momento León desvió la mirada hacia ella y también le sonrió; extrañó ver las líneas de expresión que se formaban alrededor de sus hermosos ojos y que los lentes de sol no le dejaron apreciar.

Empezó a desabrocharse el cinturón al mismo tiempo que León, y se sorprendió un poco cuando la puerta de su lado se abrió de manera inesperada, o tal vez estaba demasiado concentrada mirando al grupo de personas que los esperaban.

-Bem-vinda a miss (Bienvenida Señorita)... -le dijo un hombre alto, de piel oscura, con la cabeza completamente rapada, quien había abierto la puerta y le tendía la mano para ayudarla a bajar.

Antes de agarrar la mano del hombre desvió la mirada a León a su lado y al igual que a ella le habían abierto la puerta y lo estaban saludando por su apellido y con gestos de verdadera felicidad.

Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora