Libro 3: Capitulo 16

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Megan llegó a su casa y pasó de largo hasta su habitación. Cerró la puerta de un golpe seco y se lanzó a su cama a llorar. Tenía que ser fuerte porque Santiago así se lo había pedido, pero sabía que su padre no se lo pondría fácil, que haría hasta lo imposible para separarla de su novio. Sin embargo, no estaba dispuesta a ceder, por primera vez no lo estaba.

Sentía rabia e impotencia y su única manera de expresarlo era mediante el llanto, pero no podía echarse a llorar toda la noche como una tonta, debía ser fuerte afrontar la situación y asumirla. Sobre todo, hacer su parte para ayudar a Santiago, porque no podía permanecer detenido.

Se secó las lágrimas con determinación y agarró el teléfono local que se encontraba en su mesa de noche, no quería perder tiempo por ir en busca de su iPhone que estaba dentro del bolso y lo había olvidado en el auto.

Sin siquiera pensarlo marcó al móvil de Valentina, agradeció recordar el número de memoria. Era la única que podía ayudarlos. A la primera la llamada fue desviada al buzón de mensajes de voz y ahogó una maldición ante el fallido intento.

-Valen... -la voz le vibró y se convirtió en un chillido ante el llanto, pero respiró profundo para calmarse y contenerse. No debía llorar- Por favor, apenas escuches este mensaje llámame, soy Megan, necesito comunicarme contigo, por favor... -suplicó una vez más y colgó antes de que sus emociones reventaran nuevamente.

Sabía que Valentina la llamaría a su teléfono móvil por lo que salió corriendo de su habitación y estaba por atravesar el pasillo que la llevaba al estacionamiento, ubicado dentro de la casa, vio su bolso en uno de los sofás que quedaba debajo de las escaleras, seguramente el señor Iván o Robert lo habían dejado ahí.

Abrió el bolso, rebuscó hasta encontrar su teléfono móvil. Subió casi corriendo las escaleras de regreso a su habitación mientras marcaba el número de Santiago, pero por más que intentaba, una vez, tras otra, solo conseguía que sus esperanzas murieran con la voz de la operadora. No había nada que hacer, simplemente esperar. Dejaría su teléfono móvil tranquilo por si Valentina la llamaba lo encontrase libre. Lo que menos quería era seguir entorpeciendo la situación.

Samantha se encontraba en el jacuzzi de su habitación hablando por teléfono con su amante y no se había percatado de la llegada inesperada de su hija.

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Los ojos celestes de Santiago nunca habían mirado con tanto odio a una persona como lo hacía en ese momento con Luis Montero, quien supo manipular perfectamente la situación y encontró razones suficientes para que lo detuvieran. Le quitaron todas sus pertenencias, tomaron sus datos y sus huellas dactilares para abrirle el expediente, haciéndolo sentir como un vulgar delincuente.

-Señor Carvajal, tiene derecho a una llamada, si desea hacerlo es necesario que nos facilite el número y nombre. El secretario se comunicará con la persona que usted decida... -informó el oficial de los derechos que le correspondían como ciudadano.

-Sí, voy a llamar a mi abogado Harold Johnson, pero no me sé el número. ¿Puedo buscarlo en el directorio de mi teléfono?... -preguntó con voz calmada mirando al oficial a los ojos y evitando por todos los medios mirar a Luis Montero, porque en él latían unas ganas casi incontrolables de partirle la cara.

-Sí claro... -dijo el hombre buscando en el sobre amarillo donde había metido las pertenencias del chico, sacó el iPhone y se lo entregó.

Santiago buscó el número y se lo mostró al oficial, quien lo anotó en un pequeño taco de hojas y una vez más apagó el teléfono móvil. Hizo un ademán a uno de los policías que ante el llamado de su superior se acercó y se paró al lado del joven.

Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora