El orgullo de Valentina Carvajal era más grande que su ego, muchas veces rayaba en la soberbia, razón por la cual no insistió más en pedirle disculpas a Juliana Valdés. Lo había intentado, se había tragado su orgullo, pero pasó una semana y no recibió ninguna respuesta, así que la había desechado, haría de cuenta que nunca existió, ni siquiera para llevar a cabo sus planes, ya encontraría otros medios.
-¿Nos vamos?... -preguntó una voz femenina en su oído atravesando la ruidosa música del club donde estaba, acariciándole con sensualidad el interior de uno de los muslos, preparándolo para la madrugada que les esperaba.
Valentina asintió en silencio y desvió la mirada al sentir cómo la chica rozaba con la yema de los dedos su entrepierna. Dispersas pulsaciones retumbaron en su pene, levantó una de sus manos y con violencia sexual la tomó por el cuello inmovilizándola por completo, la atacó con un beso desesperado, robándole el aliento, ahogándola con su lengua.
-Vámonos... -murmuró rozando sus labios contra los de ella, dejando su tibio aliento dentro de la boca de la rubia. Se puso de pie, la tomó de la mano y la guío hacia a la salida.
Abordaron el Lamborghini y condujeron hasta su apartamento. Al llegar, Valentina trató de hacer el menor ruido posible, sabía que Santiago necesitaba descansar, tendría una importante reunión temprano en la mañana. Entraron en el cuarto blanco de la planta baja, jamás llevaba a las mujeres a su recamara, era su santuario, para pasarla bien había otras tres habitaciones disponibles.
Santiago se levantó más temprano de lo usual. Ser impuntual era su sello personal pero esta vez no se podía permitir llegar tarde a la oficina. Se preparó un café y estaba justo por salir, cuando alguien tocó el timbre, recogió el portafolio que aún odiaba, pero que era necesario, y se encaminó a abrir y a salir inmediatamente.
-Buenos días, señor... -lo saludó la deslumbrante mujer en el umbral. A pesar de su apuro, Santiago se detuvo a contemplar la belleza de ojos marrones que tenia al frente, seguramente se trataba de la diseñadora de interiores que haría las adecuaciones en el gimnasio. Él no tenía ni puta idea de diseño, pero varios de sus colegas le habían recomendado la firma Valdés, y no porque ellos estuvieran relacionados con el oficio sino porque sus esposas adoraban el trabajo de la prestigiosa firma, y los hombres el increíble cuerpo de la diseñadora.
-Buenos días... -la interrumpió en tono conciliador, él había olvidado por completo la bendita cita- De hecho, se me ha hecho tarde, ¿es usted la encargada de organizar los espacios, verdad?... -le preguntó fijándose en los labios sensuales y provocativos de la mujer.
-De decorarlos y rediseñarlos, señor... -aclaró.
-Eso... -Santiago carraspeó- Sí, eso mismo, bueno, le expliqué a su asistente lo que necesitaba... -ella asintió- El gimnasio está a la derecha por el segundo pasillo al final... -Se movió y dio un paso fuera del apartamento- Queda en su casa, haga lo que tenga que hacer y después envíeme el presupuesto a la oficina, yo me tengo que ir... -soltó sin más.
-Señor, pero me gustaría que usted estuviese presente para conocer su opinión sobre las ideas que puedo plantearle... -le sugirió ella teniendo que elevar mucho la cabeza para poder mirarlo a la cara, el hombre era mucho más alto. Bien podría ser un Brad Pitt en la película "¿Conoces a Joe Black?", pero con la contextura de Aquiles en "Troya".
-Estoy seguro que lo hará bien, sea lo que sea, lo hará bien, confió en usted... -Santiago extendió el brazo señalándole el salón- Pase, adelante... -La invitó, salió al corredor y oprimió el botón de llamado del ascensor- Si tiene cualquier duda, por favor llámeme...
-Está bien, señor... -acordó ella, no queriendo seguir quitándole tiempo, era evidente que estaba apurado.
-Gracias... -Santiago sonrió dándose la vuelta, dio dos pasos y volvió medio cuerpo para mirarle el trasero a la decoradora, se mordió el labio inferior y se atragantó las ganas de encerrarla en el apartamento, debía ser responsable con su padre.
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Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.
AcakLa directora de una prestigiosa firma de abogados y exitosa fiscal del distrito de Manhattan Valentina Carvajal, vive sin restricciones, experimentada, aventurera, apasionada e intensa. No le gustan los compromisos y se verá envuelta en una explosió...