Libro 3: Capitulo 40

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El frío se le aferraba a los pies obligándola a salir del placentero sueño en el que se encontraba, sentía los párpados demasiado pesados como para abrirlos de golpe y su cuerpo extrañaba el calor que el cuerpo de Valentina le brindaba. No quería salir de la cama para colocarse unos calcetines, solo quería quedarse ahí y que la pereza la consumiera.

Sintió un ligero movimiento en la cama, y supuso que sería Valentina que estaba a su espalda. Giró sobre su cuerpo y abrió los ojos. La fiscal estaba sentada al borde de la cama, con la mirada hacia el Central Park.

Le extrañó en demasía que las persianas no estuviesen cubriendo el ventanal. La habitación se encontraba en penumbras, se había quedado dormida y no se había dado cuenta en qué momento lo había hecho.

Ella se mantuvo en silencio admirando lo hermosa que se veía Valentina iluminada por la luz de la luna que se colaba por el ventanal. Se obligaba a amarrar las ganas de acariciarla para no romper el hechizo que la noche creaba en la brasileña.

Valentina colocó sobre la mesa de noche la botella de agua que ella había llevado, dejándola por la mitad y no pudo evitar sentir celos del vital líquido, que aplacaba la sed en la ojiazul.

En ese momento quería ser la encargada de saciar todas las necesidades en Valentina, así como la fiscal saciaba las más primitivas en ella, como esa que empezaba a latir entre sus muslos. Cada latido la instaba a que se acercara y la instara a que la hiciera sentir una vez más que la brasileña era perfecta.

En ese momento Valentina abrió el cajón en la mesa de noche y colocó dentro un recipiente que Juliana no pudo ver, pero si escuchó el característico sonido que producen las grajeas dentro de un frasco plástico.

No pudo evitar sentir un gran vacío en el estómago y todo indicio de sueño y frío desaparecieron abruptamente.

-Val... -el nombre de la ojiazul se le escapó en un murmullo que no pudo retener.

La brasileña inmediatamente giró medio cuerpo y la morena pudo ver a media luz que se obligaba a sonreír. Se acostó y la abrazó.

-¿Qué haces despierta?... -preguntó y le dio un beso tierno en la coronilla.

-¿Y tú qué haces despierta?... -Juliana evadió la respuesta con una pregunta y pegaba su cara al pecho de la ojiazul aspirando profundamente el olor natural de Valentina mezclado con el gel de baño.

-Tenía sed, ahora vuelve a dormir... -le pidió en un susurro y la estrechaba con calidez entre sus brazos.

-Val... -musitó una vez más el nombre de la fiscal y con las yemas de sus dedos le acariciaba el pecho.

-Uhm...

-¿Estás bien?... -preguntó sin poder evitarlo. Los latidos del corazón alterado se lo pedían y un escalofrío recorrió su cuerpo causándole un ligero estremecimiento involuntario, al pensar que una vez más su pesadilla podría cobrar vida.

-Mejor que nunca... -Valentina mintió descaradamente, pero Juliana era la última persona en el mundo que debía enterarse de los tormentos que la asediaban- ¿Tienes frío?... -la ojiazul se percató del sutil temblor en el cuerpo de la morena.

-Solo un poco, olvidé colocarme los calcetines... -acotó la diseñadora y por instinto llevó sus pies a las pantorrillas de la brasileña lo que hizo que la ojiazul soltara una carcajada al sentir los dedos fríos de su mujer.

-Están helados... -la fiscal sin dejar de sonreír, estiró el brazo y agarró el cobertor, le dio un par de jalones para sacarlo debajo del cuerpo de la morena y la cubrió- ¿Mejor así?... -preguntó y le dio un beso en la frente.

Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora