Libro 4: Capitulo 26

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Juliana se encontraba desnuda, sentada en el piso de la ducha y detrás estaba Valentina sentada con ella entre sus piernas, mientras le masajeaba el champú en el cabello, intentado con eso de erradicar el olor a humo que se le había concentrado durante el incendio de la boutique.

De momento la ojiazul solo podía hacer eso porque bien sabía que el agua no se llevaría el dolor, ni las palabras de aliento que ella pudiera regalarle a su mujer. Todo era muy reciente cómo para que Juliana encontrara resignación.

A minutos la diseñadora sollozaba con la mirada perdida al frente, el ardor que se había apoderado del filo de sus párpados y sin embargo eso no era suficiente para que las lágrimas dejaran de brotar, mientras rememoraba los momentos vividos al lado de Mauricio.

-¿Alguna vez te conté cómo conocí a Mauricio?... -le preguntó en un hilo de voz a consecuencia de la irritación en su garganta producto del humo y del llanto.

-Un poco. Sé que te ayudó a salir adelante, pero no tienes que contarme si no quieres...

-Quiero hacerlo, quiero contarte y enmendar un poco, parte de la mentira con la que camuflé la verdadera historia...

Valentina tenía las manos cubiertas con espuma y le acarició con los pulgares las mejillas y le dio un beso en la clavícula y otro en la mejilla izquierda.

-Entonces yo quiero escucharte... -susurró y regresó a su tarea de lavarle el cabello a su mujer y aunque era primera vez que lo hacía y las circunstancias no eran las más agradables, la sensación que despertaba en ella la labor, la hacía encontrar una paz que desesperadamente necesitaba.

La brasileña estaba cansada, realmente estaba cansada. El agua no erradicaba esa sensación de hormigueo en la espalda, ni mucho menos alivianaba el peso sobre sus hombros. Había tenido una semana laboralmente exhaustiva y ahora emocionalmente estaba saturada.

-La hija de Mauricio y su esposa no murieron de manera instantánea como te había contado. Sé que has visto la cicatriz que tengo en la cabeza y he agradecido que seas prudente y no me lo hayas recordado. Yo estaba en un hospital en Tenopah, con tres costillas fracturadas, la abertura en la cabeza. Aunque en realidad parecía estar peor, por los hematomas en mi cuerpo y rostro, además de la partidura en el labio inferior...

-¿Qué te pasó?... -preguntó Valentina deteniendo su labor y sintiendo que la presión en el pecho iba a ahogarla.

-La habitación del hospital en el que estaba era compartida con tres personas más, conmigo había dos señoras que llevaban tanto tiempo como yo en ese lugar. No tenía mucho de qué hablar con ellas, ciertamente no tenía de qué hablar con nadie. Hasta que ingresaron a una chica que había sido sometida a una cirugía porque la habían atropellado... -wn ese momento una vez más Juliana rompió en llanto y Valentina la abrazó fuertemente- Ella podría tener mi edad, unos quince. Su madre había muerto y su padre se aferró a ella, él pasaba día y noche a su lado, se preocupaba como nunca en mi vida había visto que un padre lo hiciera por una hija y sentí mucha envidia y deseé con todas mis fuerzas que alguien se preocupara por mí de la misma manera... Eso nunca se lo dije a Mauricio, nunca le dije que sentí celos de Jordan...

-No debes sentirte mal por eso, Juls, muchas veces no podemos controlar nuestras emociones y mucho menos cuando sé es tan joven...

-Jordan murió, los médicos no se percataron de la hemorragia interna. No lo vi más, pasaron los días y yo seguía internada ahí recibiendo la visita de mi madre solo tres veces por semana y por una hora. No podía ausentarse mucho tiempo de casa. Una casa a la que yo no quería volver, una madre a la que odiaba...

-¿Por qué no querías a tu madre? Aunque creo que tenías motivos. Porque no creo que algo pueda ser más importante para los padres que la enfermedad de sus hijos...

Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora