Libro 4: Capitulo 27

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Llevaban tiempo sin tener sexo dentro de algún auto, pero ciertos vicios eran imposibles de erradicar completamente. El Bugatti estaba estacionado en un lugar alejado del bullicio de la ciudad y de cualquier autoridad que pudiese amonestarlos si los encontraban.

El vapor que los cuerpos desnudos y sudados emanaban empañaban los vidrios del auto. Megan aún vibraba sonriente ante el orgasmo que acababa de experimentar, mientras Santiago le daba tregua, para retomar sus fieras acometidas, apenas si se movía dentro de ella obligado por las exigencias que le hacía su propio placer.

Las manos grandes y fuertes del chico se apoderaban del cuerpo delgado de su novia, la recorría como si no fuese a tener otra oportunidad para hacerlo, se aferró a las nalgas y le marcó el ritmo de la danza que él quería que bailara sobre su cuerpo.

Megan vivía para complacerlo, daría hasta lo que no tenía por ver el rostro sonrojado de su novio al sonreír cuando ella obedecía sus sutiles mandatos.

-Así novia mía... -suplicaba él jadeando en busca del poco oxígeno con el que contaban en un espacio tan reducido.

Megan apoyó las pantorrillas sobre los muslos de Santiago, para encontrar apoyo en su lujurioso ascenso y descenso, sin querer su pie izquierdo rozó el reproductor de audio y se encendió a todo volumen con música electrónica.

Ambos se carcajearon ante el pequeño incidente y ella con el pie maniobró hasta apagarlo. Y siguió con su labor a la que se sumó Santiago cerrándole la cintura con las manos y ayudándola.

Se besaban, succionaban y mordisqueaban labios y piel. Disfrutando del sudor que brotaba de sus poros.

Las imploraciones de Santiago lo acercaban al orgasmo, el desespero por aferrarse al cuerpo de Megan aumentaba y sus embestidas eran más contundentes y rápidas. Segundos después se liberaba el torrente en medio de roncos y largos jadeos, como si se quitara un peso de encima, o como si saciara una sed de días que le venía quemando la garganta.

El Sol se había extinguido en el horizonte y su encuentro sexual había durado el tiempo que se llevaba el ocaso en recibir por completo al anochecer.

-Había extrañado la incomodidad del auto, pero sobre todo la destreza que tienes para moverte en este espacio... -dijo Santiago abrazándola y pegándola a su pecho.

Megan bajó la ventanilla y la brisa helada los golpeó refrescando el interior del vehículo y el olor del bosque se mezcló con el de sus cuerpos extasiados.

-Me encanta hacerlo en tu auto, así tienes juntas las cosas que quieres... -comentó con una sonrisa y empezó a atacar con los dientes el mentón de su novio.

-Por eso me gustas tanto Meg, eres perfecta... -le hizo saber mientras repartía besos y cortas succiones a lo largo de la clavícula femenina- ¿Crees que si llamamos a tu madre te deje pasar el fin de semana conmigo?...

-Sé que mi madre me lo permitiría, pero mi padre no y no quiero discutir con él ahora. Mañana buscaré la manera de ir a visitarte...

-Trata de convencerlo, para ir por la noche con Diogo y Vanessa a Provocateur...

-Convencerlo será imposible, pero sé cómo escaparme. ¿Van Valen y Juliana?... -preguntó mientras se pasaba al asiento del copiloto y buscaba en la guantera los kleenex, para asearse un poco.

-Invitarlas sería una pérdida de tiempo, Juliana tiene el ánimo por el suelo, no hace más que encerrarse para llorar...

-Quería mucho a Mauricio. Ese día en el sepelio estaba muy mal... -le tendió varias toallas de papel a Santiago y él empezó a frotarse el vientre.

Dulces Mentiras Amargas Verdades (Saga completa) Juliantina g!p adapt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora