MIA
Han pasado un mes desde aquella noche en el casino. La ciudad ha estado relativamente tranquila, y Alessandro y yo hemos estado atando los últimos cabos sueltos. No todos los miembros de La Mano Negra asistieron al evento del casino, así que hemos estado eliminando discretamente a los pocos miembros restantes. Es una tarea fácil y sencilla, por lo que dejamos que Leo se encargue de todo.
Esta noche, decidí tomarme un descanso de todo eso. Estoy saliendo del cine junto a Vanessa, disfrutando de una noche de chicas. Las luces de la calle reflejan en los charcos del pavimento, creando un ambiente tranquilo y relajado.
—Me encantó la película —comenta Vanessa estirándose mientras caminamos hacia la pastelería—. Hacía tiempo que no veía algo tan emocionante.
—Sí, fue realmente buena —le respondo, sonriendo—. Gracias por venir conmigo.
Entramos en la pastelería y el aroma dulce nos envuelve. Vanessa y yo pedimos dos frappes y dos rebanadas de pastel. Su favorito es el de chocolate, y el mío es el de chocolate rojo. Tomamos asiento en una mesa junto a la ventana, donde podemos ver a la gente pasar.
—Entonces, ¿cómo van las cosas con Alessandro? —pregunta mi amiga mientras toma un sorbo de su frappe—.
—Todo va bien —le contesto, cortando un trozo de mi pastel—. Hemos estado bastante ocupados, pero las cosas están empezando a calmarse un poco.
Vanessa sonríe, sus ojos brillando con curiosidad y alegría.
—Me alegra escuchar eso. Siempre me ha caído bien Alessandro, aunque no lo conozco tanto como quisiera.
Nos reímos juntas, compartiendo historias y anécdotas de los últimos meses. Es una sensación agradable, poder disfrutar de estos momentos normales en medio de la vida caótica que llevo.
—¿Y tú? ¿Cómo te va en el trabajo? —pregunto, interesada en saber más sobre su vida—.
Vanessa hace una mueca divertida.
—Oh, ya sabes, lo mismo de siempre. Pero al menos tengo esta noche libre para disfrutar contigo.
Le doy un suave apretón a su mano, sintiéndome agradecida por su amistad. Aunque no puede saber todo lo que realmente sucede en mi vida, su apoyo y compañía significan mucho para mí. Aunque sin duda debe de ser cansado para ella, aun sigue viviendo en el extranjero pero cada cierto tiempo viene a la ciudad por asuntos del trabajo o por placer.
—Gracias por estar aquí, Vanessa —le expreso mi más sincero agradecimiento a mi amiga—. Realmente lo aprecio.
Ella sonríe y levanta su vaso de frappe.
—A la noche de chicas y a las buenas amigas.
—Salud —respondo, levantando mi copa y chocándola con la suya—.
Compartimos más risas y conversaciones mientras disfrutamos de nuestros postres. En esos momentos, me permito olvidar, aunque sea por un rato, las complicaciones y peligros que siempre acechan en mi vida. Por ahora, solo quiero disfrutar de la compañía de mi amiga y de los pequeños placeres que la vida tiene para ofrecer.
La noche transcurre con normalidad, y después de disfrutar de nuestros postres, Vanessa y yo subimos a mi camioneta roja, un regalo reciente de Alessandro. En los asientos traseros están las maletas de Vanessa, quien esta vez se quedará en la ciudad por dos o tres semanas. Mientras conduzco, Vanessa se da cuenta de algo.
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A la Sombra del Anillo
RomanceAl despertar la mañana siguiente, Mia se encuentra en una habitación desconocida, compartiendo la cama con el hombre del bar. La sorpresa no termina ahí: ambos llevan argollas de matrimonio en sus dedos. Desconcertada y con resaca, intenta recordar...