A la Sombra del Anillo

Capítulo 48: Espíritu De Invierno

MIA

La nieve cubre la mansión como una manta inmaculada, cada copo cayendo con una delicadeza que me hacía sentir como si estuviéramos dentro de una postal navideña perfecta. Aún faltaban unas semanas para Navidad, pero ya se podía sentir el espíritu de la temporada en el aire. Las luces cálidas que adornaban las ventanas contrastaban con el frío exterior, y el olor a pino fresco llenaba las habitaciones.

Para mí, la Navidad siempre ha sido una de mis festividades favoritas. Hay algo mágico en esta época del año: el brillo de las luces, la música festiva, los recuerdos de infancia... Pero este año, la emoción era aún mayor. Era la primera Navidad que pasaríamos con nuestra pequeña Nora. Mi corazón se llenaba de felicidad solo al pensar en ello.

Normalmente, Alessandro se mantiene ocupado durante estas fechas, aprovechando la baja presencia policial para mover cargamentos y hacer negocios que solo él y su organización conocen. En años anteriores, las fiestas solían estar acompañadas de llamadas urgentes y viajes a escondites que yo prefería no saber. Sin embargo, este año era diferente. Alessandro había decidido que quería estar presente para nuestra primera Navidad como familia. Por eso, había adelantado sus planes, haciendo todo lo posible para que nada interfiriera con nuestra celebración.

Hoy era uno de esos días tranquilos. La ciudad entera estaba cubierta de nieve, las calles resplandecientes bajo la luz gris del cielo, con los copos de nieve cayendo en un baile suave. Alessandro y yo habíamos decidido llevar a Nora a una tienda de ropa para bebés. Estos meses habían pasado volando, y nuestra pequeña había crecido tanto que ya la mayoría de su ropa le quedaba pequeña. Y con el invierno azotando con fuerza, necesitaba prendas abrigadoras que la protegieran del frío.

Entramos en la tienda, y el ambiente cálido nos recibió de inmediato. El contraste con el frío de la calle era reconfortante. Las luces suaves y la música navideña creaban un ambiente acogedor. Alessandro, como siempre, mantenía una expresión seria mientras sostenía a Nora en sus brazos, protegiéndola del frío con su cuerpo grande y fuerte. Mi corazón se llenaba al verlos juntos, la pequeña Nora tan calmada y confiada en los brazos de su padre.

Mientras caminaba entre los estantes, observando las opciones de ropa, elegía cuidadosamente las prendas más cálidas y bonitas. Suaves suéteres de lana, pequeños abrigos acolchados, gorros con orejitas y guantes que parecían hechos para muñecos. Quería asegurarme de que nuestra pequeña estuviera cómoda y protegida, pero también que luciera adorable. No podía evitar sonreír al imaginarla vestida con esos atuendos.

Alessandro me seguía con la mirada, observando cada prenda que seleccionaba, con esa seriedad que parecía nunca abandonar su rostro cuando estábamos en público. Sabía que estaba concentrado, seguramente pensando en los negocios que había adelantado para poder estar libre en Navidad. Pero esta vez, sentía que podía permitirme relajarme un poco. Quería disfrutar del momento, y de paso, intentar sacarle algo de información sobre lo que me había preparado para Navidad.

               —¿Crees que Nora necesita un gorro extra o ya con estos está bien? —le pregunté, sosteniendo un par de gorros de lana en diferentes colores. Alessandro, siempre pragmático, señaló uno de ellos sin mucho interés, pero sus ojos no se apartaban de mí—.

Aproveché el momento para acercarme y hablarle con un tono más juguetón, con una sonrisa en los labios.

               —Sabes... he estado pensando —dije, fingiendo inocencia—. Ya que estamos hablando de regalos de Navidad y estamos aquí en la tienda... tal vez podrías darme una pista sobre el mío.

Alessandro arqueó una ceja, y su mirada seria se tornó un poco más aguda. Sabía perfectamente lo que estaba intentando hacer.

               —Ni lo intentes, Mia —respondió, su voz profunda pero con un toque de diversión escondido—. No voy a decirte nada. Tendrás que esperar hasta Navidad.