Capitulo 11: ¿Cuánto Más Podre Soportar La Soledad?

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MIA

Me desperté sola en la cama, sintiendo la suave tela de la cobija roja cubriendo mi cuerpo. Al sentarme, busqué a Alessandro con la mirada por la habitación, pero no lo vi a mi alrededor. Una extraña sensación de déjà vu se apoderó de mí mientras recordaba la primera vez que desperté con una argolla en mi dedo y una mezcla de confusión y curiosidad en mi corazón.

Peiné mi cabello hacia atrás con los dedos, dejando que los recuerdos de esa noche regresaran a mi mente. Entonces, levanté la mirada y vi a Alessandro salir del baño, con una toalla envolviendo su cintura, mientras se secaba el cuerpo con otra. El simple acto de verlo así me hizo sentir una oleada de emociones encontradas, pero esta vez, había una pregunta urgente en mi mente.

               —¿Qué vamos a hacer con los Dragones Azules? le pregunté, mientras él comenzaba a vestirse.

Alessandro se detuvo por un momento, sus ojos encontrando los míos en el reflejo del espejo. Hubo un destello de determinación en su mirada antes de que continuara vistiéndose con calma.

               —Voy a manejarlo respondió él, su voz serena pero llena de autoridad. Era evidente que tenía un plan, aunque no compartiera todos los detalles conmigo en ese momento.

Asentí en silencio, confiando en su juicio y en su habilidad para manejar la situación. Aunque había incertidumbre en el aire, también había una confianza renovada en nuestra capacidad para enfrentar cualquier desafío juntos. Y mientras Alessandro terminaba de vestirse, me preparé mentalmente para lo que vendría a continuación.

Me levanté de la cama, sintiendo la suavidad de la cobija resbalar por mi piel mientras me dirigía hacia el armario. Saqué una bata de tela negra y la envolví alrededor de mi cuerpo, atando el cinturón con firmeza. Todavía sentía el calor de la noche pasada en mi piel, una mezcla de deseo y vulnerabilidad que nunca antes había experimentado tan intensamente.

Miré a Alessandro, quien ahora se abrochaba los botones de su camisa con una expresión tranquila. Tomé una respiración profunda, preparándome para hacerle una pregunta que había estado rondando en mi mente desde hace tiempo.

               —Alessandro comencé, mi voz sonando más insegura de lo que esperaba. Necesito preguntarte algo.

Alessandro levantó la vista, sus ojos encontrando los míos con curiosidad y quizás un destello de preocupación. Se acercó a mí, dejando de lado su corbata a medio anudar.

               Dime, Mia. Tiene la mirada puesta en mi.

Tomé un momento para encontrar las palabras correctas, mis dedos jugueteando con el cinturón de la bata.

               ¿Qué sientes por mí? le pregunte, sintiendo cómo se apretaba mi pecho al pronunciar esas palabras. Empezamos todo esto con un matrimonio falso, para beneficio mutuo. Tú me enseñaste a moverme en el mundo del crimen, y yo acepté porque no tenía otra opción. Hemos pasado por momentos complicados, y también has hecho cosas por mí que nunca esperé. Pero anoche... anoche fue la primera vez que nos entregamos en cuerpo y alma sin estar bajo la influencia del alcohol.

Alessandro me miró con una intensidad que me hizo estremecer. Se acercó un poco más, sus manos encontrando las mías y apretándolas con suavidad.

               —Mia, desde el principio, este arreglo fue solo una fachada lo admite, su voz baja y seria. Pero con el tiempo, las cosas cambiaron para mí. Ver tu fortaleza, tu valentía, tu capacidad de adaptarte y sobrevivir... empecé a admirarte, a preocuparme por ti de una manera que no esperaba.

A la Sombra del AnilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora