Che Corazõ = Mi corazón
Hace un rato, habían salido a comprar algunos artículos indispensables para el viaje. Había acordado con Elisey que al día siguiente comenzarían los preparativos para el viaje a Alemania. Aunque para su fortuna, este viernes se mostraba bastante ameno, hacía calor suficiente como para disfrutar de un tereré, y Elisey mostró gran curiosidad por la bebida refrescante.
Seguía sonriendo al sentir la mirada de Elisey sobre ella, encontrándose interesante.
—Che Corazõ, si me sigues mirando así pensaré que me ha salido un grano y no sabes cómo decírmelo —bromeó con tono jocoso.
—¿Ah? Eh... No es eso, preciosa.
—¿Y si no es eso, qué es entonces? —preguntó con total curiosidad mientras se servía más agua de su termo de forro lila. Llenó la guampa con yerba fresca y agua, empapándola hasta el borde. Acercó sus labios a la bombilla de metal y sorbió un largo trago, seguido de algunos sorbos más.
La mirada del rubio no dejaba de fijarse en ella. «¿Será que quiere probar otra vez?» pensó emocionada.
—Quiero volver a probar el terreré.
—Tereré. La pronunciación no es complicada, Elisey, solo es con una r —corrigió con una expresión dulce y divertida—. Si no lo vas a escupir como la primera vez, te invitaré.
El rubio la miró intensamente, aceptando la corrección y dispuesto a intentarlo nuevamente.
—La primera vez fue un error mío, no lo volveré a hacer —respondió decidido.
—Bien, recuerda que con esta bombilla de metal, que es el término más estándar, se sorbe el agua y la parte de la pala filtra la yerba para que no la digieras, aunque a veces un poco puede escapar si sorbes muy fuerte —explicó con paciencia, mientras movía la bombilla para volver a colocarla bien en la guampa. Sirvió un poco de agua, no tan llena como ella la toma, sino lo justo—. Ten paciencia, no te desesperes. Solo deja que el agua pase y trágala como cualquier bebida. Al final, es solo agua.
Elisey parecía apreciar cada detalle de la explicación y asintió mientras aceptaba la guampa. Acercó sus labios a la bombilla y sorbió poco a poco, con cierta cautela.
—No es tan malo. Es refrescante, ¿verdad?
—En verdad que sí. Me imagino que lo llevarás contigo a Alemania, ¿no? —preguntó curioso.
—Así es. No podría vivir allí sin esto. Es la única forma de mantenerme constantemente hidratada. Además, no perderé mis costumbres, por más extrañas que parezcan. Amo las cosas con las que crecí —confesó con cariño.
—Comprendo. Si te hace feliz, me aseguraré de que siempre lo tengan en la casa —dijo Elisey, acariciándole la mejilla suavemente con su pulgar áspero.
Ella cerró los ojos, con una suave sonrisa en su rostro, encantada con la caricia cálida.
—Gracias... —murmuró, cohibida por la mirada tan atenta de Elisey—. ¿Podré cocinar también allá? Me gustaría invitarte a comidas típicas de aquí, mis costumbres... Aprenderé las que tú tengas, por mi curiosidad.
Elisey sonrió con ternura.
—Todo lo que desees compartir conmigo, intentaré probarlo. Aunque no prometo hacerlo siempre, no todas las cosas se me dan para comer —respondió sinceramente.
—¡Perfecto! Entonces ya es ya.
El momento de convivencia cambió repentinamente cuando su celular comenzó a sonar con la canción "Pure Pop Punk". Se llevó la mano al corazón por el susto, y Elisey fue directamente hacia el celular, descubriendo que era una alarma.
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Luna de Amor
Werewolf𝐷𝑒𝑠𝑐𝑢𝑏𝑟𝑒 𝑡𝑢 𝑙𝑖𝑛𝑎𝑗𝑒, 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑢𝑏𝑟𝑒 𝑡𝑢 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜 Bruna Dávalos, una joven paraguaya de 27 años, lleva una vida dividida entre su trabajo como mesera y su pasión por escribir historias de hombres lobo. Mientras sueña con algo...