Elisey y Bruna salen de Nordic Style, cargados con bolsas que contienen las prendas que Bruna finalmente había seleccionado. Afuera, el aire frío del pueblo alemán les golpea el rostro, un contraste refrescante con el cálido interior de la tienda. El ambiente gélido no parece molestar a Elisey, quien, como Alfa, está acostumbrado al clima severo. Sin embargo, Bruna se acurruca un poco más en su nuevo abrigo de lana, disfrutando de la sensación cálida que le proporciona.
Elisey nota el cambio en ella, más relajada, casi juguetona, y sonríe para sí mismo. Rosa (Dueña de la tienda) había sido una aliada inesperada, facilitando el proceso para Bruna, haciéndola sentir cómoda en medio de lo que inicialmente parecía una situación abrumadora.
El camino de regreso hacia la cabaña del Alfa y Luna, ubicada en la zona residencial Aqua Sanctum, está envuelto en una ligera neblina invernal. A medida que caminan, el silencio entre ellos es tranquilo, lleno de una comodidad que antes no había estado presente. Bruna, aunque aún ajustándose a la vida en esta pequeña zona del pueblo en el sector norte, comienza a ver la belleza en las pequeñas interacciones cotidianas que comparte con Elisey.
A mitad del camino, Elisey la mira de reojo.
—¿Cómo te sientes ahora, Bruna? —pregunta con suavidad, rompiendo el silencio.
Bruna sonríe, un poco tímida pero sincera.
—Me siento... bien. —hace una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Todavía es un poco difícil para mí aceptar tanta ayuda, pero agradezco lo que haces. Solo necesito tiempo para adaptarme.
Elisey asiente, satisfecho con la respuesta. Él, más que nadie, entiende lo que es vivir con expectativas y responsabilidades, pero también sabe lo importante que es darle a su compañera el espacio necesario para que se sienta segura.
—Tómate todo el tiempo que necesites, mi Luna. No hay prisa. —su tono es firme, pero afectuoso.
Continuaron caminando en silencio, disfrutando del paisaje del pueblo envuelto en la fría niebla. Los colores del crepúsculo comenzaban a teñir el cielo de un tono anaranjado, mientras las primeras luces se encendían en las calles. Los habitantes del pueblo se movían con calma, algunos saludando a Elisey con respeto, reconociéndolo como su Alfa.
Bruna, observando la escena, siente un leve escalofrío. Es extraño cómo este lugar, tan lejano a lo que estaba acostumbrada, comenzaba a sentirse un poco más como un hogar. Aunque la adaptación no sería fácil, Elisey y la amabilidad de la gente del pueblo estaban haciendo que el proceso fuera menos solitario.
—¿Te gustaría tomar algo caliente antes de regresar? —pregunta Elisey mientras señala una pequeña cafetería cercana, sus ventanas empañadas por el calor del interior.
Bruna asiente, agradecida por la sugerencia.
—Me vendría bien un café.
Ambos se dirigen hacia la cafetería, listos para terminar el día con una conversación relajada y la promesa de explorar más de su nuevo hogar juntos.
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Luna de Amor
Werewolf𝐷𝑒𝑠𝑐𝑢𝑏𝑟𝑒 𝑡𝑢 𝑙𝑖𝑛𝑎𝑗𝑒, 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑢𝑏𝑟𝑒 𝑡𝑢 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜 Bruna Dávalos, una joven paraguaya de 27 años, lleva una vida dividida entre su trabajo como mesera y su pasión por escribir historias de hombres lobo. Mientras sueña con algo...