Capítulo 5

13 2 0
                                    

-Hmm, yo podría intentarlo. Pero tenemos problemas internos; no todo se soluciona con dinero, Elisey -contestó Bruna después de concentrarse en sí misma, y no en la cercanía tan romántica que parecía querer nublar su juicio. Delicadamente, tomó las manos de él y las alejó de ella, obligándolos a ambos a cambiar de posición. Ella se sentó en el cómodo colchón, mientras Elisey volvía a la postura de antes, arrodillado a un lado de la cama-. Siéntate en la cama; arrodillado así te producirá calambres al poco rato. Vamos a comer algo y te aclaro las cosas así.

-Tienes razón. Solo debo avisar para que suban el almuerzo. Estaba esperando a que despertaras... Parecías necesitar bastante descanso -comentó él mientras se levantaba y empezaba a caminar por la espaciosa habitación del hotel.

Caminó hasta una mesita frente a la cama y tomó el teléfono con cable, marcando algo en él. Poco después, una frase corta en el intercomunicador, extendida a la distancia de un metro de la cama, le permitió aceptar y pedir algunas bebidas frutales. Agradeció y colgó finalmente la llamada.

-Bien, mientras suben el almuerzo, puedo ofrecerte alguna bebida del frigo privado. ¿Agua o gaseosa? -preguntó Elisey, acercándose a la cama e inclinándose hacia el lado izquierdo, donde se encontraba la mini nevera con una variedad limitada de bebidas.

-Agua sin gas, por favor.

-A la orden, mi Luna.

-¿Sonaría extraño si te pido que me llames por mi nombre? -preguntó Bruna.

-¿Por qué? ¿Te molesta? -preguntó él, frunciendo el ceño, volviendo a ser aún más guapo con ese gesto.

-Eh... No me molesta, pero aún no me hago a la idea de que estoy envuelta en un mundo fantasioso. ¡Es decir, soy soñadora! Pero ninguna escritora ni se imagina que, en un día de trabajo normal, venga un tipo churro de la nada y ¡pum! Le diga que es Alfa, y de paso te diga que eres su Luna. ¡Es perfectamente más sencillo que suceda en Wattpad o cualquier libro que en la vida real! -exclamó totalmente nerviosa.

-Por lo que noto, te descoloca bastante. Pero, ¿qué tiene de malo seguir siendo soñadora? Si lo eres y eres feliz siéndolo, yo te seguiré aceptando. Aunque entiendo, en esos sitios web o libros, cualquier cosa puede pasar -aceptó con mente abierta-. Pero, dime un motivo más justo de por qué no te puedo seguir reclamando como mía.

-No es que no puedas. Es que, entiéndelo. Soy HUMANA y tú... Un hombre lobo que está prácticamente inmerso en ese tema y mundo. En cambio, yo, como una humana común en una sociedad estúpidamente boba, sé desenvolverme sin entrar en crisis en una charla humana. No cuando un hombre tan sexy se planta frente a mí y me acaricia de una manera tan íntima, o me dice así como si fuera su única esperanza de vida o la última Coca-Cola del mundo. Es demasiado irreal para digerir en unas horas o días... Háblame como te hablo, como te nombro, y tengamos una charla normal o entraré en crisis nerviosa...

Elisey se sentó en la cama, pasándole la botella de agua bien fresca. No emitió ninguna palabra y tampoco mostró mucho, solo parecía estar pensativo.

Bruna procedió a beber del agua sin detenerse. Tras el sermón que le dio, le daba hasta vergüenza pensar en una respuesta a sus posibles reacciones o preguntas, a cualquier cosa que sucediera en unos instantes.

-Parece que te estresas con facilidad ante las circunstancias que no puedes manejar por el desconocimiento. Hablas demasiado cuando estás nerviosa; te cohibes y eres reservada en expresiones corporales -empezó a decir Elisey, mirándola con determinación-. Así como dices, me parece que estoy algo oxidado con las relaciones humanas, aunque en mi trabajo no suelo tener problemas.

Bruna remojó sus labios y no pudo evitar decirlo:

-No estamos en hora laboral.

-Tienes razón, mi L... Bruna.

Ambos sintieron molestias al escuchar el cambio de nombre. Se notó en el corte de la frase, y Bruna soltó un quejido por lo bajo.

-¿He hecho algo mal? -preguntó Elisey, confundido.

-No, lo que pasa es que ya ni sé qué me ocurre. Quería que me hablaras por mi nombre para sentirme cómoda, pero ahora me siento incómoda porque ya no lo dices... ¿sabes? Mejor llámame Myuzu.

-¿Y por qué un nombre astrológico? -preguntó Elisey con una sonrisa curiosa.

-Es un apodo que me dio mi Tebi hace tiempo -comentó Bruna con una sonrisa orgullosa, nostálgica y tierna.

Sin embargo, el brillo del tono rojizo en los ojos de Elisey se hizo presente y el ambiente se fue tensando.

-¿Tu Tebi? ¿Un hombre? -preguntó con la voz algo rasposa. Como si le molestara algo, el español ya no parecía ser tan sencillo de entender al escucharlo.

-Sí, es mi mejor amigo. Y no te pongas celoso; me molesta cuando me restringen la amistad con machos -aclaró Bruna, seria, fría y decidida.

Elisey resopló, se revolvió el cabello corto con cierta molestia y volvió a resoplar.

-Tan... Solo no digas que es tuyo frente a mí -expresó serio, sin ningún atisbo de bondad en la mirada, solo ese rojizo tono de ojos.

«Ambos témpanos parecían enfrentarse,» pensó Bruna con gracia. «Uff, tremenda frase para una buena historia.»

Ella nunca se había cruzado con alguien tan varonil y que pudiera hacerle frente a su muralla de sinceridad fría. Y si llegaba alguno que rozara en discusión con ella, siempre los acababa echando de su vida. Sin embargo, en vez de molestia o indignación, solo sintió alivio y las ganas irresistibles de sonreír.

«No podrá ser que me está gustando a un día de conocernos, ¿o sí?» se preguntó confundida. Reconocía perfectamente que cuando sonreía bastante, era porque la persona frente a ella le gustaba mucho o le agradaba mucho.

Luna de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora