Capítulo 58

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Bruna se encontraba en un conflicto extraño. Sentía una mezcla de desconcierto y un impulso inexplicable por aferrarse a la presencia de Elisey, como si el simple acto de soltar su mano le resultara impensable. Desde aquel "mañanero" en la ducha, una suerte de cosquilleo persistente había comenzado a asentarse en sus manos y pies, una sensación como si diminutas hormigas se aglomeraran en esas zonas, inmovilizando su cuerpo, instándole a permanecer cerca de él. Incluso Elisey había notado su incomodidad y, con una ternura inusual, la había acurrucado entre sus brazos, llevándola de regreso a la cama. Ella se encontró sentada sobre él, las piernas entrelazadas alrededor de su cintura, los brazos rodeando su cuello mientras escondía el rostro en su hombro y respiraba su aroma.

Elisey suspiraba mientras acariciaba su cabello, paciente, esperando que Bruna lograra encontrar las palabras para explicar lo que le ocurría. Ella también deseaba comprender, pero esa sensación de dependencia y apego la tenía sin respuestas. Tomó una bocanada de aire, susurrando en voz baja contra su oído, casi temerosa de escuchar sus propias palabras:

—No sé qué me pasa, pero desde que hicimos el amor esta mañana... mis pies y las palmas de mis manos cosquillean. Es como si no te quisiera soltar, Elisey. Jamás sentí algo como esto. Incluso me incomoda saber que la hora sigue avanzando, y que debo apresurarme para vestirme y reunirme con Crys y Lucas en el lugar... Pero... —su voz tembló—. No me quiero separar de ti.

Elisey la escuchó en silencio, sus manos acariciando su espalda mientras ella se aferraba con fuerza a él, como si temiera que desapareciera. Aquellas palabras parecían haber removido algo profundo en él. Una sonrisa serena apareció en sus labios antes de inclinarse y depositar un beso suave en su cuello desnudo. Bruna suspiró de alivio, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba ante aquel simple gesto, y él aprovechó ese momento de calma para hablar, dejando salir su voz en un susurro cálido, cerca de su piel:

—Hay una cosa sobre los lobos que, aunque seas escritora de su historia, no encontrarás en los libros. —El tono de su voz era profundo y resonante, provocando un escalofrío en ella. Luego, añadió—. Björn investigó algo que creo que ha llegado el momento de que sepas, Bruna.

Bruna levantó la vista hacia él, frunciendo el ceño, confusa y algo ansiosa por aquella mención.

—¿Mi lobo hizo eso? —preguntó con timidez, mientras sus dedos se apoyaban en el centro de su pecho, trazando una línea de calidez con la palma de su mano—. No te agobies por lo que busques ni por lo que encuentres, ¿sí?

Björn, el lobo interno de Elisey, pareció reaccionar ante aquel contacto inesperado, y sintió como si su toque hubiera logrado traspasar una barrera invisible. Su amor era tan puro y profundo que parecía acariciar el mismo espíritu del lobo. Ella podía sentir cómo él ronroneaba de satisfacción en su interior, embelezado y atontado.

—Björn solo busca tu bienestar, igual que yo. Pero esto es serio, Bruna. Creemos que estás despertando algo que desconocías de ti misma... tu linaje ancestral. Tu abuelo Simeon era un Lycan, y hay una posibilidad de que tú también lo seas —le confesó Elisey con suavidad.

Por un instante, Bruna soltó una risa breve, incrédula ante lo que acababa de escuchar. No podía tomarlo en serio, aunque una pequeña parte de ella comenzaba a cuestionarse.

—Imposible. Yo solo soy su nieta, y su esposa era humana. Es absurdo... Ni siquiera mamá tiene eso —negó con una sonrisa nerviosa. Sin embargo, al fondo de su mente, una duda crecía lentamente, inquietándola.

Elisey tomó su mentón con ternura, guiándola para que lo mirara a los ojos. Su expresión era serena, pero su mirada era firme y decidida.

—Dime, Bruna... ¿De niña tuviste problemas de salud, eras físicamente débil y... solitaria? —le preguntó, su voz impregnada de una seriedad que parecía pesar en el aire.

Luna de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora