Capítulo 10

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Cuando llegaron a la parada, bajaron y caminaron un tramo de cuatro cuadras. Justo a unas cuadras de la avenida principal, se encontraba ubicado su departamento. Subieron una, dos esquinas de escalera. Ella, medio adormilada, se palpó el bolsillo trasero de sus jeans elastizados negros y sacó un manojo de llaves adornado con un pequeño recuerdo de madera en forma de un auto escarabajo. Tras encajar la llave en el cerrojo, su instinto la indujo a bostezar, reflejando un puro cansancio.

-Cuando decías que vivías lo justo y necesario, no pensé que fuera tan literal -comentó el rubio alemán al observar la puerta.

-Una gran casa para una persona no vale la pena invertir. Siempre es lo que he dicho.

-Pero... Bruna, esto apenas y es decente. -El sabor amargo en la boca del alemán era tal que, con cuidado, fue pasando entre los escasos muebles del hogar de su Luna.

El lugar constaba de una habitación amplia en el centro, y dos puertas que sospechaba eran el baño y la lavandería.

-Si vas a quejarte, puedes retirarte. Yo... sinceramente quiero dormir, y luego pensar en comer si me sobra tiempo -repuso ella mientras se sacaba los zapatos y se metía bajo una colcha gruesa en la cama de una plaza.

Él suspiró, caminó un poco por el lugar y poco después pareció resignarse.

-No quiero dejarte sola.

-Bien, bien... ¿Quieres tomar algo? Tengo para hacer Fantuvi, y también tengo agua... -le preguntó entre un bostezo, recordando vagamente que el alemán era su invitado en su humilde hogar.

Aunque sus párpados pesaban tanto por el pequeño viaje a Ñemby que no tenía fuerzas para mirar siquiera al hermoso hombre que la acompañaba.

-¿Qué es Fantuvi?

El acento alemán pronunciando aquello hizo que sus labios se curvaran con cierta simpatía.

-Es una mezcla de vino dulce con un poco de gaseosa de Fanta naranja. Es una bebida alcohólica suave y dulce. Es mi favorita y ayuda a relajar o simplemente refrescar la boca -le aclaró pacientemente con voz adormilada-. Siéntate si quieres en la cama, no me molesta.

Elisey tomó el ofrecimiento.

-Suena delicioso. Cuando comamos algo, quiero probarlo contigo.

-¿Uhm? Lo dijiste en plural.

-Sí, hoy cenaremos juntos.

La voz determinada y pacífica de Elisey hizo que la gracia se hiciera palpable en ella, soltando una risita.

-Se nota bastante que eres de quien toma las decisiones y da órdenes claras.

-Soy responsable de una numerosa manada. Mi gente y ahora tú, son mi prioridad a proteger. Debo ser seguro, ¿sabes? -admitió con una sonrisa galante.

-Aunque... -empezó a decir Bruna, destapando un poco la frazada de su rostro para mirarlo con una expresión seria.

Aquello dejó estático al alfa, que quedó esperando la frase que parecía proponerle un desafío próximo.

-¿Qué? -preguntó curioso.

-Soy versátil. No soy sumisa, ni tampoco muy dominante, así que... no cederé tan fácil en ciertas decisiones que tomes sin consultarlo, si me incumbe. Si no, me da exactamente igual; comprenderé tus motivos y no te haré drama. Pero si me impones cosas, no dudes en que te saltaré a la yugular, no tengo buen carácter... -advirtió con una mueca, como si le preocupara decirlo.

-¿Me lo dices por...?

-Te lo advierto porque intuyo que si eres así ahora, lo serás peor cuando estemos allá. Y quiero aclarar este tema antes de que te sientas incómodo o yo misma. No me gusta no tener control sobre ciertas cosas, y si me llegara a poner arisca no quiero ocasionar que un pelotón vaya a matarme por levantarte la voz...

-¿Con pelotón te refieres a...?

-Ejército o manada.

Elisey asintió, entendiendo la palabra. La miró un momento, mientras se rascaba la nuca durante unos minutos.

-Nadie te hará daño -aclaró despreocupado, luego se relamió los labios-. Y por cómo me lo estás advirtiendo de buena manera, te tomaré en cuenta para futuras decisiones que nos involucre, o lo intentaré. Y si dices que eres arisca, es porque tienes un buen carácter. No eres mala persona cuando te tomas el tiempo suficiente para aclarar los límites de tu reticente actitud.

Suspiró aliviada.

-Por tu reacción, me confirmas algunas ideas de por qué lo eres.

Lo miró ceñuda.

-¿Cómo por qué lo crees tú? -le preguntó intrigada.

-Hablas como una persona que poca gente sabe entender. El mundo en el que vives se presta a inmaduras interpretaciones. En mi mundo, las emociones se leen más por el aroma, por lo que es más sencillo identificar las intenciones entre nosotros.

-Ni más ni menos, le diste al clavo.

Ambos se miraron un momento.

-Aun cuando intuyas cómo puedes percibir el mundo, me gustaría que sigas siendo así de comunicativa en mis tierras. No cambies, por favor, mi Luna.

-Yo no cambio mi forma de ser por amor, me multiplico y retribuyo el conocimiento nuevo para mejor -alardeó risueña.

-Quiero ver eso.

-Y lo verás, pero ahora, déjame una horita dormir, ¿sí?

Elisey sonrió asintiendo.

-Hazme un espacio...

Intrigada, asintió con incertidumbre, dejando espacio entre la pared y ella.

-¿Te dio sueño...? -preguntó al verlo sacarse los zapatos y subir a la cama, tomando el lugar como suyo.

-No. Te cuidaré tus sueños así.

-Pero... ni siquiera somos pareja oficialmente para compartir cama, Elisey.

-¿Te incomoda que me haya acostado aquí? -preguntó el rubio mientras la atraía hacia él, en pose de cucharita.

Cohibida a más no poder, intentó mantener calmada su respiración a pesar de que su corazón iba a mil y el calor se sentía a full en sus mejillas.

-No...

-Bien, ahora duerme, y luego hablamos acerca de ser pareja oficial.

Bruna, embaucada por el terrenal hombre, se vio incapaz de decir algo y se acurrucó, cediendo a la sensación calurosa de tener compañía en la cama.

-Parece que va a llover... -susurró adormilada mientras cerraba los ojos.

Elisey frunció el ceño ante ello. Había visto hace rato que el cielo estaba medio nublado con un poco de sol fuerte. Sin embargo, por un pedazo de la ventana, notó que el cielo estaba nublado, sus oídos se afinaban y el viento azotaba la ventana. No tardó en notar cómo la figura femenina dormía, y luego la lluvia comenzó a caer.

«Eso no ha sido normal, Elisey» pensó Björn.

«No, no lo ha sido. Desde que hablé con la señora, presiento que nuestra Luna no es tan común como cree serlo» corroboró Elisey, mientras acariciaba suavemente el cabello de su Luna.

«Eso solo significa que debemos cuidarla mucho en casa. Ya quiero ver la emoción de la manada al vernos felices y que me conozca oficialmente... Apúrate y vámonos ya de aquí, Elisey.» replicó Björn.

Luna de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora