Hoy por hoy, me encuentro aprendiendo un nuevo camino en este gran pueblo, tan medieval pero actualizado de cierta forma. Ni siquiera me había dado, de que la cabaña del Alfa y la Luna se encuentra en la zona céntrica y corazón del pueblo, rodeada por pequeños arroyos derivados del río Elba, que se expanden en los cuatro puntos cardinales: este, oeste, norte y sur, eso si, esta información me lo había dado Nika, una omega seria pero muy buena.
Además, estos arroyos están conectados entre sí. Si alguien quiere cruzar del sector norte hacia el sector este, debe utilizar el "Puente del Delfín". Para cruzar el sector oeste del sector sur, se usa el "Puente del Coral", y para volver al sector norte y sur, que están conectados hacia su cabaña, se pasa por el Puente de la Luna, solo para llegar a la cabaña de Elisey...
«Los nombres son curiosos, probablemente eso sí lo recuerde, pero... cómo usarlos para ir a algún sector... Eso es esperar demasiado de mí misma», piensa, dubitativa.
Máximo se habían tardado al menos una hora y media en volver a la cabaña del Alfa, en el mismo momento en el que levanté la mirada hasta por encima de los techos, me fijé del color distintivo de la torre central que parecía estar entre dos construcciones, es decir cabañas a cada lado de la torre. Los marcos eran de madera de roble oscuro, con sus ladrillos gris plateado aunque el revoque por dentro era grueso para evitar que entre las temperaturas bajas, supongo. Aunque en lo alto de la Torre Alfa, tenía una bandera de tono azul celeste, según Elisey, el color de la cabaña representa a la cabaña del Alfa y la Luna entre otros sectores dentro de la manada; su significado es claro: «Estos reflejan la conexión con las criaturas del Océano Atlántico y el cargo de liderazgo en la manada». Aunque no pude conocer más detalles y significados de otras torres que están conectadas al parecer desde el cuarto piso en relación a las torres de colores: Verde marino, turquesa y aqua; era curioso saber que los senderos de suelo guían mediante su color de rocas pigmentadas para saber los sectores que cuidan los distintos rangos de la manada en conjunto a su Alfa. Un gran suspiro salió de sus labios al sentir como su cabeza parecía estar apunto de colapsar ante la curiosidad y conocimiento recabado en él, aunque una reunión imprevista con el Alfa interrumpe sus pensamientos y la compañía del que se encontraba disfrutando como ningún otro día.
Vuelve a suspirar, mientras se mira las manos, aburrida. Dejar su celular en la habitación había sido mala idea, aunque antes de salir este se había quedado sin batería, sin siquiera habilitado el roaming para contactar con su familia.
Este lugar es tan grande para ella, y no solo en el sentido estructural (aunque también es cierto), sino más bien por la poca información que tiene sobre el lugar, el idioma y las personas que la rodean.
-Nunca pensé verte tan callada -se escucha una voz varonil, que logra erizarle la piel al reconocer ese tono juvenil e irónico-. Tampoco tenía pensado coincidir, pero el destino te ha traído a la orilla del río y te ha dejado muy lejos de tu casa. ¡Qué ironía de la vida! Ja.
Decidida en evitar caer en esa burla clara, se mira las manos, que de repente las empieza a sentir frías, decidida en callarse traga saliva pero por la curiosidad levanta la vista, dándole una gélida mirada, indiferente y neutral.
-Uy, esa mirada jamás te la vi. ¿Acaso me quieres muerto? ¿Tanto me guardas rencor por dejar de hablarte? -pregunta el joven de cabello rubio claro, que lleva de manera desordenada, con mechones que caen hacia un lado de su rostro. Su expresión es seria, pero con una chispa de indignación reflejada en su mirada penetrante, de color verdoso, y piel clara como la nieve.
Su corazón se encoge de dolor ante el vacío de perder contacto con él hace tantos años, pero lo que refleja en su rostro es pura indiferencia. Sonríe sin emociones. Nada gracia realmente tiene verlo vivito y tan diferente a lo que imagino ser el primer encuentro físico con él.
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Luna de Amor
Werewolf𝐷𝑒𝑠𝑐𝑢𝑏𝑟𝑒 𝑡𝑢 𝑙𝑖𝑛𝑎𝑗𝑒, 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑢𝑏𝑟𝑒 𝑡𝑢 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑖𝑛𝑜 Bruna Dávalos, una joven paraguaya de 27 años, lleva una vida dividida entre su trabajo como mesera y su pasión por escribir historias de hombres lobo. Mientras sueña con algo...