La noche se cernía sobre Menorca, trayendo consigo un aire fresco y una energía vibrante que recorría las calles. Después de un día lleno de sol y aventuras, María, Alicia y yo estábamos listas para experimentar la vida nocturna de la isla. Nos vestimos con nuestros mejores atuendos veraniegos que constaban de vestidos, pantalones de lino con unos tops cortos y, después de muchas risas y fotos, salimos hacia una discoteca que nos habían recomendado.
El lugar estaba repleto de turistas y locales, todos disfrutando de la música y la atmósfera festiva. Las luces parpadeaban en sincronía con el ritmo de la música, creando un ambiente electrizante.
—¡Esto es increíble! —gritó Alicia por encima del ruido—. ¡Vamos a bailar!
Nos dirigimos a la pista de baile y nos dejamos llevar por la música. Bailamos sin parar, riendo y disfrutando cada momento. Después de un rato, decidimos tomar un descanso y nos dirigimos a la barra para pedir algo de beber.
Mientras esperábamos nuestras bebidas, María señaló a un grupo de chicos que acababan de entrar.
—¿No es ese Marc? —dijo, señalando discretamente hacia la entrada.
Miré en la dirección que indicaba y, efectivamente, allí estaba Marc, rodeado de sus amigos, lo cuáles me dijo que se llamaban Pedri, Gavi y Héctor. Me sorprendió verlo de nuevo tan pronto, pero una sonrisa involuntaria se formó en mis labios.
—¡Es él! —exclamé, tratando de mantener la calma.
Alicia me dio un codazo y sonrió maliciosamente.
—Parece que el destino quiere que se vuelvan a encontrar, Clara. ¿Vas a saludarlo?
—No sé... —respondí, un poco nerviosa.
—¡Claro que sí! —dijo María, empujándome suavemente hacia adelante—. Vamos todas, así no estarás sola.
Con mis amigas a mi lado, me acerqué al grupo de chicos. Marc me vio primero y su rostro se iluminó con una sonrisa.
—¡Clara! Qué sorpresa verte aquí —dijo, acercándose.
—¡Hola, Marc! —respondí, sintiendo que mis nervios se desvanecían un poco—. Estas son mis amigas, María y Alicia.
Marc saludó a mis amigas y nos presentó a sus amigos. Pronto, nos unimos a ellos y la conversación fluyó con facilidad. La música continuaba resonando en la discoteca, pero el tiempo parecía detenerse mientras hablábamos y reíamos.
—¿Te gustaría bailar? —me preguntó Marc de repente.
Asentí con una sonrisa y él me llevó de nuevo a la pista de baile. Mientras nos movíamos al ritmo de la música, sentí una conexión aún más fuerte entre nosotros. Había algo en su forma de mirarme, una mezcla de calidez y sinceridad, que hacía que mi corazón latiera más rápido.
De vez en cuando, lanzaba una mirada a María y Alicia, quienes también parecían estar disfrutando de la compañía de los amigos de Marc. Las veía reír y conversar animadamente, integrándose perfectamente en el grupo.
Después de varias canciones, Marc y yo nos alejamos un poco de la pista para tomar un respiro. Nos apoyamos en una barandilla que daba a la playa, el sonido de las olas mezclándose con la música de fondo.
—¿Te estás divirtiendo? —me preguntó Marc, con un brillo en los ojos.
—Mucho. No esperaba volver a verte tan pronto.
—Yo tampoco, pero me alegra que haya pasado. Esta isla tiene una forma curiosa de unir a las personas, ¿no crees?
Asentí, sintiéndome agradecida por las vueltas inesperadas que había tomado el viaje. Nos quedamos allí, hablando y compartiendo historias sobre nuestras vidas. Marc me contó más sobre su carrera en el Barça, y yo le hablé de mis planes para el futuro, ya que quería estudiar algo relacionado con la moda y de lo que significaba este viaje para mí, ya que mi abuela creció en esta isla y siempre me hablaba con mucho cariño de ella y nunca tuve la oportunidad de venir.
Mientras regresábamos con nuestras amigas, sentí que algo especial estaba creciendo entre Marc y yo. Las risas y las miradas cómplices eran solo el principio de lo que podría ser una historia inolvidable.
La noche continuó, y antes de darnos cuenta, la discoteca comenzaba a vaciarse. Nos despedimos de Marc y sus amigos, prometiendo encontrarnos de nuevo antes de que nuestras vacaciones terminaran.
—¿Te das cuenta de lo que acaba de pasar? —dijo María mientras caminábamos de regreso al hotel—. ¡Es como una película!
—Definitivamente lo es —respondí, aún sonriendo—. Y apenas está comenzando.
Con Alicia y María a mi lado, sentí que este viaje sería mucho más que unas simples vacaciones de verano. Estaba lista para cualquier cosa que Menorca tuviera reservado para mí, especialmente si incluía más momentos con Marc.
Espero que os guste, vos estimee
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MENORCA//MARC GUIU
RomancePara celebrar su cumpleaños número 18, sus padres le regalan unas vacaciones en la isla, junto sus amigas María y Alicia. Emocionada, Clara llega a Menorca y queda maravillada con sus playas cristalinas, paisajes impresionantes y la calidez de su ge...