El verano llegó rápido, y con él, mi barriga empezó a crecer notoriamente. A medida que el calor aumentaba, también lo hacía la emoción de llevar a Lluc en mi vientre. Cada patada y movimiento era un recordatorio de la vida que crecía dentro de mí, y Marc y yo no podíamos estar más felices. Habíamos decidido pasar unas semanas en Barcelona, rodeados de nuestra familia, para disfrutar de este tiempo tan especial.
El vuelo a Barcelona fue tranquilo. Marc me cuidó en todo momento, asegurándose de que estuviera cómoda y de que no me faltara nada. Cuando aterrizamos, el aire cálido y familiar de la ciudad nos envolvió, trayendo consigo una oleada de recuerdos y emociones. Nos dirigimos directamente a casa de sus padres, donde nos recibirían con los brazos abiertos.
—¡Clara, Marc! —exclamó Rosi al vernos llegar—. ¡Qué alegría verlos!
—¡Qué barriga más bonita, Clara! —dijo Manel, abrazándome con cuidado—. Lluc va a ser un niño muy fuerte, lo sé.
Emilia, la hermana de Marc, también estaba allí, radiante y emocionada por vernos. Nos abrazó a ambos, mirando con asombro mi creciente barriga.
—¡No puedo creer lo grande que está! —dijo Emilia, sonriendo—. Estoy tan emocionada por conocer a mi sobrino.
Los primeros días en Barcelona fueron un torbellino de reuniones familiares, comidas deliciosas y momentos de relax. Me encantaba estar rodeada de la calidez y el cariño de nuestra familia. Marc y yo disfrutamos de paseos por la ciudad, visitando nuestros lugares favoritos y redescubriendo rincones que habíamos olvidado.
Una tarde, decidimos visitar el Parc de la Ciutadella, un lugar que siempre había sido especial para nosotros. Caminamos de la mano, disfrutando del sol y del ambiente tranquilo del parque. Los árboles proporcionaban una sombra agradable y la brisa marina hacía que el calor fuera más soportable.
—¿Recuerdas la primera vez que vinimos aquí? —pregunté, mirando a Marc con una sonrisa nostálgica.
—Claro que sí —respondió, apretando suavemente mi mano—. Fue uno de nuestros primeros paseos juntos. Todo era tan nuevo y emocionante.
—Y ahora estamos aquí, esperando a nuestro hijo —dije, acariciando mi barriga—. Es increíble cómo ha cambiado todo.
Nos sentamos en un banco cercano al lago, disfrutando del sonido del agua y de los niños que jugaban a nuestro alrededor. Sentí una profunda paz y gratitud por todo lo que habíamos vivido y por lo que estaba por venir.
—He estado pensando en cómo será nuestra vida con Lluc —dije, mirando al horizonte—. Quiero que tenga una infancia llena de amor y aventuras.
—Lo tendrá —respondió Marc con certeza—. Haremos todo lo posible para que sea feliz y se sienta amado.
Pasamos el resto del día en el parque, hablando sobre nuestros planes para el futuro y soñando con la vida que construiríamos juntos. La ciudad de Barcelona, con su belleza y su historia, era el telón de fondo perfecto para nuestras conversaciones.
Unos días después, mis padres llegaron a Barcelona para unirse a nosotros. La emoción de verlos de nuevo era palpable, y su presencia añadió una capa extra de felicidad a nuestra estancia.
—¡Clara, mi niña! —exclamó mi madre, abrazándome con cuidado—. ¡Qué grande estás!
—Estamos tan felices por ustedes —dijo mi padre, abrazando a Marc—. Lluc va a ser muy afortunado de teneros como padres.
Tener a nuestros padres juntos fue un regalo. Pasamos las tardes compartiendo historias, riendo y disfrutando de la compañía mutua. Los días se llenaron de visitas a nuestros lugares favoritos en la ciudad, desde la Sagrada Familia hasta el Mercado de la Boquería, donde degustamos los sabores únicos de Barcelona.
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MENORCA//MARC GUIU
RomancePara celebrar su cumpleaños número 18, sus padres le regalan unas vacaciones en la isla, junto sus amigas María y Alicia. Emocionada, Clara llega a Menorca y queda maravillada con sus playas cristalinas, paisajes impresionantes y la calidez de su ge...