El día después de nuestra noche juntos, la mañana se sentía más brillante y el aire más fresco. Marc y yo disfrutamos de un desayuno tranquilo en mi apartamento, charlando sobre cualquier cosa y todo, mientras la luz del sol se filtraba por las ventanas. Sin embargo, había algo importante que tenía que hacer antes de que Marc regresara a Barcelona: quería que conociera a mis padres.
Le mencioné la idea mientras recogíamos los platos del desayuno.
-Marc, ¿te gustaría conocer a mis padres hoy? -pregunté, tratando de sonar casual pero sintiendo una punzada de nervios en el estómago.
Marc levantó la vista y una sonrisa cálida se extendió por su rostro.
-Me encantaría, Clara. He estado esperando este momento -respondió, acercándose para darme un beso en la frente.
Nos preparamos y salimos hacia la casa de mis padres, que vivían en un barrio tranquilo en las afueras de Valencia. Durante el trayecto, Marc sostuvo mi mano, transmitiéndome una calma y una seguridad que agradecí profundamente.
Cuando llegamos, mis padres nos esperaban en la puerta, con sonrisas amables y un toque de curiosidad en sus miradas. Les había hablado mucho de Marc, pero conocerlo en persona era un paso importante.
-¡Mamá, papá! Este es Marc -dije, presentándolos con una mezcla de orgullo y nerviosismo.
-Encantado de conocerlos, señor y señora García -dijo Marc, estrechando la mano de mi padre y luego la de mi madre con una sonrisa genuina.
-El placer es nuestro, Marc. Clara nos ha hablado mucho de ti -respondió mi madre, devolviéndole la sonrisa.
Entramos a la casa y nos sentamos en la sala. Mi madre había preparado una merienda ligera, y nos sentamos a charlar. Al principio, la conversación giró en torno a temas triviales: el clima, la universidad, el fútbol. Pero poco a poco, la barrera de formalidad se fue desvaneciendo.
Mi padre, un apasionado seguidor del fútbol, comenzó a preguntarle a Marc sobre su carrera, y pronto ambos estaban inmersos en una conversación animada sobre tácticas, partidos y jugadores. Mi madre, por su parte, se interesó en conocer más sobre la vida personal de Marc, preguntándole sobre su familia y su vida en Barcelona.
Observé cómo Marc se desenvolvía con naturalidad, respondiendo con amabilidad y honestidad. Ver la conexión que estaba estableciendo con mis padres me llenó de una calidez que no había anticipado. Sentí que este era un paso crucial en nuestra relación, y verlo ser tan aceptado por mi familia me dio una inmensa satisfacción.
Después de un par de horas, decidí llevar a Marc a mi lugar favorito en Valencia, un rincón especial que siempre había tenido un significado profundo para mí.
-Quiero mostrarte algo -le dije, tomando su mano mientras nos despedíamos de mis padres.
Nos dirigimos al parque Jardines del Real, un lugar que había sido mi refugio durante mis años de adolescencia. Era un espacio verde y tranquilo, con caminos serpenteantes, fuentes elegantes y una vista panorámica de la ciudad.
-Este es mi lugar favorito en Valencia -dije mientras caminábamos por el sendero principal-. Siempre vengo aquí cuando necesito pensar o simplemente relajarme. Mi abuela me solía traer aquí cuando era pequeña.
Marc me miró con una sonrisa suave.
-Es hermoso, Clara. Gracias por compartirlo conmigo -respondió, apretando mi mano.
Nos detuvimos en una de las fuentes, el sonido del agua creando un fondo sereno para nuestra conversación.
-Aquí es donde solía venir con mi abuela, cuando me hablaba de Menorca y sus historias de juventud. Me hacía sentir conectada con ella y con nuestras raíces -dije, mi voz cargada de emoción.
Marc me miró, sus ojos llenos de comprensión.
-Puedo ver por qué este lugar es tan especial para ti -dijo, acariciando mi mejilla-. Me alegra que me hayas traído aquí.
Nos sentamos en un banco cercano y hablamos durante horas, compartiendo historias de nuestras infancias, nuestros sueños y nuestras esperanzas para el futuro. Sentí que cada palabra nos acercaba más, profundizando nuestra conexión y fortaleciendo nuestro amor.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo de tonos naranjas y rosados, Marc me tomó de las manos y me miró con una seriedad que no había visto antes.
-Clara, quiero preguntarte algo importante -dijo, su voz suave pero firme.
-¿Qué es, Marc? -pregunté, sintiendo que mi corazón latía más rápido.
-Estos últimos meses han sido increíbles, y no puedo imaginar mi vida sin ti. Hemos pasado por tanto juntos, y siento que cada día te amo más. Así que, Clara, ¿quieres ser mi novia? -preguntó, su mirada fija en la mía.
El mundo pareció detenerse por un momento. Todas las dudas y miedos se desvanecieron, reemplazados por una oleada de felicidad y amor.
-Sí, Marc. Quiero ser tu novia. Quiero pasar cada día contigo, enfrentando cualquier cosa que venga, juntos -respondí, sintiendo que mis ojos se llenaban de lágrimas de alegría.
Marc sonrió y me besó con una ternura que me hizo sentir más amada que nunca. El beso fue una promesa, un compromiso de amor y de futuro compartido.
Nos abrazamos, dejándonos llevar por la felicidad del momento. Mientras el sol se ocultaba en el horizonte, supe que este era solo el comienzo de algo hermoso y duradero. Marc y yo estábamos listos para enfrentar cualquier cosa, siempre y cuando estuviéramos juntos.
Hoy doble espero que os guste ya sabéis darle ⭐, vos estimee
ESTÁS LEYENDO
MENORCA//MARC GUIU
Roman d'amourPara celebrar su cumpleaños número 18, sus padres le regalan unas vacaciones en la isla, junto sus amigas María y Alicia. Emocionada, Clara llega a Menorca y queda maravillada con sus playas cristalinas, paisajes impresionantes y la calidez de su ge...