Capítulo 8

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La idea de sorprender a Marc se me ocurrió de repente, como un rayo de inspiración que no podía ignorar. Después de nuestra última conversación, donde me prometí a mí misma visitarlo en Barcelona, supe que tenía que hacer algo especial. Así que decidí poner en marcha un plan para sorprenderlo en su próximo partido de la liga.

A través de una serie de mensajes y llamadas, logré ponerme en contacto con Héctor, uno de los amigos y compañeros de equipo de Marc. Héctor fue increíblemente amable y entusiasta sobre la idea, prometiendo ayudarme a coordinar todo para que la sorpresa fuera perfecta. Con su ayuda, reservé un vuelo a Barcelona y me aseguré de que Marc no supiera nada.

El día del viaje llegó, y mi corazón latía con fuerza mientras me dirigía al aeropuerto. La emoción y los nervios se entrelazaban en mi pecho, creando una mezcla de anticipación y alegría. Sabía que esta sorpresa significaría mucho para Marc, y no podía esperar a ver la expresión en su rostro cuando me viera.

Héctor me recibió en el aeropuerto y me llevó directamente al piso de Marc. La complicidad y el entusiasmo de Héctor hicieron que todo el plan se desarrollara sin problemas. Cuando llegamos al apartamento, Héctor me indicó que esperara en el vestíbulo mientras él subía para asegurarse de que Marc no estuviera sospechando nada.

Después de unos minutos que parecieron eternos, Héctor volvió con una sonrisa y me indicó que subiera. Subí las escaleras con el corazón en la garganta y llamé a la puerta del piso de Marc. La puerta se abrió lentamente, revelando a Marc, quien se quedó boquiabierto al verme.

-¡Clara! -exclamó, sus ojos brillando de incredulidad y felicidad-. ¿Qué haces aquí?

-Sorpresa -dije con una sonrisa, sintiendo una oleada de alegría al ver su reacción.

Sin decir una palabra más, Marc me envolvió en un abrazo apretado, levantándome del suelo y girándome en el aire. Sentí su risa vibrar contra mi pecho, y no pude evitar reír también. El momento era perfecto, y la emoción de estar juntos nuevamente era palpable.

-Esto es increíble, Clara. No puedo creer que estés aquí -dijo Marc, bajándome suavemente y mirándome con una mezcla de amor y sorpresa.

-Héctor me ayudó con todo. Quería sorprenderte y apoyarte en tu siguiente partido -le expliqué, sintiendo una ola de gratitud hacia Héctor por su ayuda.

-Gracias, Clara. Esto significa el mundo para mí -respondió Marc, sus ojos llenos de ternura.

Pasamos el resto del día poniéndonos al día y disfrutando de la compañía del otro. Marc me mostró su piso, y compartimos una cena casera preparada con esmero. La conexión entre nosotros era más fuerte que nunca, y cada momento juntos se sentía mágico.

El día del partido llegó, y me encontraba en las gradas del Camp Nou, ansiosa por ver a Marc en acción. Héctor me había conseguido un asiento privilegiado cerca del campo, y la energía del estadio era electrizante. Cuando Marc salió al campo, mi corazón latía con fuerza al verlo en su elemento, demostrando su talento y pasión.

El partido fue emocionante, y el Barça ganó con un marcador impresionante. Marc jugó de manera espectacular, anotando un gol que hizo que el estadio entero rugiera de emoción. Me uní a los aplausos y gritos, sintiéndome increíblemente orgullosa de él.

Después del partido, me dirigí al vestíbulo de jugadores, donde Héctor me había asegurado que podría encontrar a Marc. Cuando lo vi salir, su rostro se iluminó al verme, y se apresuró a abrazarme.

-¡Lo hiciste increíble, Marc! -exclamé, sintiendo una oleada de emoción.

-Gracias, Clara. Tenerte aquí hizo que todo fuera aún mejor -respondió Marc, besándome suavemente.

Esa noche, decidimos explorar Barcelona juntos. Pasamos dos días recorriendo la ciudad, visitando lugares emblemáticos como la Sagrada Familia, el Parque Güell y Las Ramblas. Cada rincón de la ciudad se convirtió en un escenario para nuestra historia de amor, y cada momento compartido fue una nueva página en nuestro libro.

La última noche de mi visita, después de un día lleno de aventuras, regresamos al piso de Marc. La tensión y la emoción de los últimos días habían creado una atmósfera cargada de deseo. Nos miramos a los ojos, y sin necesidad de palabras, supimos lo que ambos queríamos.

Marc me llevó de la mano a su dormitorio, y el aire se llenó de un silencio expectante. Nuestros cuerpos se movieron con una sincronización perfecta, despojándonos de nuestras ropas con una mezcla de urgencia y delicadeza. Cuando finalmente nos unimos, fue como si el tiempo se detuviera, y el mundo se redujera a nosotros dos.

La noche fue una danza de pasión y ternura, cada caricia y beso siendo una promesa de amor eterno. Nos entregamos el uno al otro por completo, y en esos momentos de intimidad, supe que no importaba la distancia ni los desafíos, nuestro amor era lo suficientemente fuerte para superar todo.

Cuando el amanecer comenzó a asomarse, nos quedamos abrazados en la cama, nuestras respiraciones entrelazadas y nuestros corazones latiendo al unísono. Miré a Marc y supe que, aunque tendría que regresar a Valencia, siempre llevaría conmigo estos momentos preciosos.

-Te amo, Marc -susurré, sintiendo una profunda conexión en mi corazón.

-Y yo a ti, Clara. Siempre -respondió Marc, besándome suavemente.

Sabía que nuestra historia estaba lejos de terminar. Habíamos superado la distancia y los desafíos, y ahora, con cada día que pasaba, nuestra relación se fortalecía. Estábamos listos para enfrentar el futuro juntos, sabiendo que, sin importar lo que ocurriera, siempre tendríamos el uno al otro.

MENORCA//MARC GUIUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora