El sonido del timbre de la puerta resonó por el apartamento. Era temprano en la mañana, y el sol apenas se levantaba sobre el horizonte de Barcelona. Marc y yo nos miramos con una mezcla de emoción y anticipación. Hoy era el día en que mis padres se mudaban definitivamente a Barcelona para estar más cerca de nosotros y, por supuesto, de Lluc.
—¡Están aquí! —exclamé, con una sonrisa brillante mientras me dirigía a la puerta.
Abrí la puerta para encontrarme con mis padres, cargados de maletas y sonrisas. Mi madre, con los ojos brillantes, me abrazó fuertemente.
—Clara, cariño, estamos aquí al fin —dijo, soltándome para besarme en la mejilla.
—¡Bienvenidos! —dijo Marc, uniéndose a la bienvenida y ayudando con las maletas—. Pasad, pasad. Estamos tan felices de teneros aquí.
Mientras mis padres se instalaban en el apartamento, Lluc corría alrededor emocionado, explorando cada rincón con su curiosidad infantil. Mis padres habían tomado la decisión de mudarse a Barcelona después de numerosas visitas y ver cuánto disfrutaban del ambiente y de estar cerca de su nieto. Fue una decisión fácil, pero implicaba muchos cambios y ajustes.
—La ciudad es tan vibrante y llena de vida —dijo mi padre, mirando por la ventana del salón—. Sabíamos que este era el lugar correcto para estar cerca de vosotros.
—Y para ver crecer a nuestro nieto —añadió mi madre, con una sonrisa radiante.
Nos sentamos todos en el salón, disfrutando de una taza de café y charlando sobre la mudanza. Era un alivio saber que ahora tendríamos a nuestros seres queridos cerca. Lluc, ajeno a la magnitud de la ocasión, jugaba felizmente en el suelo con sus juguetes.
—Entonces, ¿ya habéis decidido dónde vais a vivir? —pregunté, curiosa.
—Sí, encontramos un bonito apartamento no muy lejos de aquí —respondió mi padre—. Nos enamoramos del barrio. Es tranquilo, pero a la vez cerca de todo lo que necesitamos.
Pasamos la mañana desempacando cajas y organizando el nuevo apartamento de mis padres. Marc y yo habíamos ayudado a encontrarles el lugar perfecto, y ahora, verlos instalándose me llenaba de felicidad. Estaríamos más cerca y podríamos pasar más tiempo juntos, algo que siempre habíamos valorado como familia.
Al mediodía, decidimos salir a explorar el barrio. Caminamos por las calles empedradas, disfrutando del aire fresco y la calidez del sol. Mis padres se maravillaban con cada rincón, cada pequeña tienda y café que encontraban.
—Este lugar tiene tanto encanto —dijo mi madre, deteniéndose frente a una pequeña floristería—. Es exactamente lo que esperábamos.
—Y además, tenemos a Lluc cerca, que es lo más importante —añadió mi padre, levantando a Lluc en sus brazos mientras este reía.
Nos detuvimos en una cafetería local para almorzar, disfrutando de la comida y la compañía. Lluc, sentado en su trona, se entretenía con un trozo de pan mientras nosotros hablábamos y reíamos.
—Estamos muy agradecidos de que hayáis decidido mudaros aquí —dije, mirando a mis padres con gratitud—. Significa mucho para nosotros.
—Siempre hemos querido estar cerca de vosotros, y ahora es el momento perfecto —respondió mi madre—. Además, la idea de ver crecer a Lluc cada día es un sueño hecho realidad.
Después del almuerzo, continuamos explorando la ciudad. Visitamos parques y jardines, disfrutando de la belleza de Barcelona y de la compañía de la familia. Cada momento era una nueva aventura, y saber que mis padres estarían cerca para compartirla hacía que todo fuera aún más especial.
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MENORCA//MARC GUIU
RomancePara celebrar su cumpleaños número 18, sus padres le regalan unas vacaciones en la isla, junto sus amigas María y Alicia. Emocionada, Clara llega a Menorca y queda maravillada con sus playas cristalinas, paisajes impresionantes y la calidez de su ge...