𝗕 ❙ Unos adolescentes asisten a un campamento de aventuras en el lado opuesto de Isla Nublar y deben unirse para sobrevivir cuando los dinosaurios causan estragos en la isla.
Pero dos de estos 7 campistas, se encariñan demasiado y encuentran sentim...
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【 EN EL RANCHO 】
— dame.
Ben aproximó su cara a una poca distancia de la mía. Agarré una snack y se la di en la boca, mientras seguía conduciendo. Estábamos yendo directo a la casa de Sammy.
— ¿es este?
— eso creo.
Entramos a un rancho muy lindo. Ben estacionó la camioneta, bajé el vidrio y saqué mi cabeza para ver si nadie sospechoso venía detrás.
— parece que nadie nos siguió — me miró Ben.
Subí el vidrio y bajé del vehículo, respirando el aire fresco y estirando un poco mis piernas.
— a ver. Entramos, le decimos a Sammy lo que pasa, hacemos que venga con nosotros y nos vamos — habló el castaño.
— directo al grano. Me gusta — Darius reposó en el capó de la camioneta, mirando a Ben —. No hay necesidad de platicas sobre el clima, como lo hiciste conmigo.
— hay demasiada humedad, mi cabello se va a estropear — hablé, poniendo mi pelo a un costado, reposando en mi hombro izquierdo.
— ¿dónde quedó la Lins que no le importaba como se veía? — rió el moreno.
— en lo más profundo de mi corazón — me toqué mi pecho, poniéndome a un costado de Ben —. En fin, apurémonos así salimos de aquí cuanto antes.
— exacto. Cuánto más rápido, mejor — me apoyó Darius.
— así que, creen que nos persiguen — sonrió Ben.
— bueno, yo no diría eso, pero no está demás tener cuidado.
— tal vez aparezcan los Raptores asesinos — hice garras con mis manos, mientras comenzábamos a caminar hacia la casa.
— ¿es el heno? — Darius se tapó su nariz.
— así no es como huele el heno. ¿Nunca has estado cerca del heno antes?
— algo se está muriendo quemado — dije, oliendo ese olor a humo familiar.
— ¡es humo!
Salimos corriendo hasta la puerta de la casa de Sammy. Ben abrió esta, dejando escapar una fuerte ráfaga de humo. Tosimos en el acto y entramos.
— ¡Sammy! — ¡Sammy! — ¡oye, Sammy, algo se te quemó!
— ¿por qué tantos gritos? — apareció la azabache con mechas rojas. Al vernos, dio una bocanada de asombro y vino corriendo hacia nosotros con una sonrisa. Nos abrazó, como pudo, a los tres.
