41. Llegó la hora que todos estábamos esperando

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–Antes de que bajéis al patio, una cosa os tengo que decir. Aunque el coronavirus siga afectando a muchas personas, se han levantado todas las restricciones y se puede ir sin mascarilla a partir de mañana. Pero los que quieran llevarla, aún pueden hacerlo.

Realmente parecía ser la única preocupada entre toda esa gente que estaba a mi alrededor. Como contaron días antes en las noticias, había un síndrome llamado "El Síndrome De La Cara Vacía". Esa cosa se caracteriza principalmente por el miedo a mostrar tu cara después de tenerla durante mucho tiempo tapada. Pensaba que tenía el síndrome de la cara vacía, porque me daba vergüenza mi cara, y tenía planeado usar mascarilla hasta el último día de curso. Y espero no ser la única.

–Coronavirusul pare să fie încă prezent. (El coronavirus parece seguir presente).

–De ce spui asta? (¿Por qué dices eso?).

–Verișoara mea este în spital cu covid, aproape că a murit. (Mi prima está en el hospital por covid, casi muere).

–Îmi pare foarte rău pentru vărul tău. (Lo siento mucho por tu prima).

–Mulțumesc. (Gracias).

–¿De qué habláis?

–De nada importante. No te preocupes.

–Ni que se fuera a morir algún familiar vuestro por decírmelo.

Entonces se miraron entre ellas dos y se rieron.

–Pues hombre, si que se muere algún familiar tuyo. ¿Verdad Lara?

Ese fue el momento. A un mes y medio de acabar el curso; llenos de exámenes, recuperaciones y trabajos finales; tuve el valor de levantarme de esa esquina en la que estábamos y me acerqué al grupo en el que Alexa estuvo tanto tiempo insistiendo en que tenía que ir.

Cuando estuve a mitad de camino me miraron, y por supuesto, lo hicieron mal.

–¡Hombre Irene! Haces bien en venir con nosotros –exclamó con entusiasmo Alexa cuando vio que me acercaba a ellos.

Quedaba poco tiempo de patio, tal vez por eso nadie se presentó. El único recibimiento que me dieron fue ponerme el túper de la fruta de la gran amiga de Mia colgando de la cola de caballo que siempre llevaba en la cabeza. No me lo tomé a mal, solo me lo tomé como una broma de bienvenida.

Cuando me levanté ese día pensé qué nombre le quedaría bien para cada miembro del grupo, porque hoy no se escapaban de presentarse. Quise salir un poco de mi rutina y tener medio pelo recogido en una trenza y la otra mitad suelto. Cuando llegué a clase, los chicos empezaron a silbar.

–¿Has quedado con Óscar después de clase? ¿O por qué te pones tan guapa? ¡Ojo, que es viernes! No quiero saber lo que harán.

Traté de no ofenderme, ni siquiera de mirarles.

–¡Imbécil! –le gritó otro chico para defenderme. Me pareció raro que me defendiera alguien que no fuera Alexa, la verdad.

Entonces Lea vino corriendo hacia mí y me abrazó.

–¡Qué guapa!

–¡Gracias!

–¿Hoy en el patio estarás con nosotras o con esos?

–Creo que con esos.

–Ah, vale.

Entonces llegó la hora de la verdad.

–Voy a ser la primera en presentarme. Soy Irene. Vosotras dos no hace falta que os presentéis, que ya os conozco –les comenté a las dos chicas que ya conocía.

–Yo me llamo Ariel y ella es Alexa.

–Ariel, por favor.

–¿Cuál es el problema?

–Nada, nada. ¿Empieza alguien? ¿O me ellas me tendrán que presentar a todos vosotros?

–Yo soy Claudia.

–Yo, Rocío.

–Zoe.

–Bruno.

–Marcos.

–Olivia –la que me puso el túper en el pelo el día anterior.

–Diego.

–Falto yo, me llamo Mia.

Mierda. Espero que se porte bien conmigo. Estuvimos muy bien en el patio y, en un momento puntual, me quedé a solas con Mia.

–Eres lesbiana, ¿verdad?

–¿No?

–Ah, ok. Es que lo parecías.

Me quedé pensando. ¿Era lesbiana? ¿Era heterosexual? ¿O tal vez bisexual? Nunca me ha gustado nadie. Aún queda mucha vida por delante para saber lo que me gusta.

Mi querida amiga Alexa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora