39. AC/DC

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–Estábamos escuchando la radio de camino a clase y de pronto...

–¿Quién es el que canta esa canción? –me interesé.

–Brian Johnson, de AC/DC.

–¿Y la canción cuál es?

–Back in Black.

Últimamente estaba muy interesada por la música que le gustaba a mi padre. Esa canción de ABBA me gustaba, pero lo que sonaba en la radio aquella vez capturó más mi atención. Aunque lo más tranquilo también me atraía (Billie Eilish, por ejemplo), lo que era más cañero me parecía aún mejor.

A lo largo de nuestras vidas, nuestros gustos y preferencias cambian constantemente. Lo que nos apasionaba en la infancia puede parecer trivial en la adultez, y los intereses que desarrollamos más tarde pueden sorprendernos, como me pasa ahora. No tenía planeado que me gustara otra cosa que no fuera Billie Eilish. Este fenómeno es un reflejo de nuestro crecimiento personal y de las experiencias que acumulamos.

–Suerte hoy en clase. Disfruta de lo que te queda de curso y del siguiente.

–¿Disfrutar? Sobrevivir querrás decir. Aunque ahora no lo pase tan mal, sigue habiendo mucho jaleo.

–Hazme caso. Dentro de unos años echarás de menos lo que estás viviendo ahora.

–¿Cómo voy a echar de menos este lugar?

–Cuando uno extraña un lugar, no extraña el lugar en sí, sino lo que se vivió ahí. No se extrañan los sitios, se extraña el sentir. Se extrañan las personas con las que se estuvo ahí. Se extraña lo que se hizo ahí. Se extrañan las emociones que se asocian con ese lugar. No se extrañan los sitios, sino los momentos. No se extrañan los lugares, sino los sentimientos. Dicen que siempre se vuelve a donde se fue feliz, pero esos lugares también mueren. El lugar muere cada vez que alguien parte de ahí. Porque uno nunca va dos veces al mismo lugar, puesto que cuando se regresa, ni la persona ni el lugar son los mismos.

–¡Wow, no sabía que eras poeta!

–Se hace lo que se puede. Feliz día, hija. ¿Te espero a la salida?

–Sí, claro. Aquí mismo te esperaré.

–Perfecto. ¿Sales a la misma hora de siempre?

Entonces asentí.

Me acerqué a mis amigas cuando las vi al lado de la puerta. Como de costumbre, era la última en llegar y veía cómo Ariel, Lara, Lea y Alexa estaban hablando de sus cosas, hasta que yo llegué.

–Hola. ¿Os habéis callado de golpe?

–Hola –dijeron al unísono.

–¿De qué estabais hablando?

–De nada, no te preocupes.

–Ah, vale.

–¿Por?

–No, nada. Cosas mías. ¿Qué habéis hecho estas navidades?

–Lara y yo quedamos un día para comer kebab, y ya. El resto de días lo pasamos con nuestras familias.

–Alexa y yo hemos quedado casi todos los días.

–Irene, lo siento mucho. Siento mucho no haberte llamado ni haberte enviado ningún mensaje. Siento mucho no haberte invitado con nosotras, ni siquiera felicitarte la Navidad o el Año Nuevo. Lo siento mucho.

–Pues Alexa, menos mal que el día de su cumple caía en lunes –le dijo Ariel–, si no, tendrías que felicitar las tres cosas a la vez y en este momento. –Mi cumpleaños es el 16 de diciembre y justo es esa última semana del primer trimestre, antes de las vacaciones.

–Es que se me pasó por alto, lo siento tanto...

–No lo lamentes más. Ya sé que no me soportas y que soy una pesada. Tendría que dejarte estar y no contarte mis problemas, ni siquiera leíste mis mensajes en las vacaciones de verano, y en las de invierno tal de lo mismo.

–No eres pesada. La cosa es que me entretengo haciendo otras cosas, como pasear al perro o cocinar.

–Entonces, ¿por qué me pone que casi siempre estás online en Instagram?

–Cuando estoy online, estoy mirando fotos y videos. No suelo mandar mensajes. Ni a ti, ni a nadie.

–Ah, vale, lo siento.

–Además, solo estoy en eso unos 5 minutos, no siempre.

La verdad me sentía mal por haberle dicho eso delante de otra gente, pero también me sentí excluida por su parte. Sabía que nuestra amistad no duraría mucho después de que ella me ayudara, pero quería que se quedara a mi lado pase lo que pase.

Cuando estábamos sentadas en clase, Alexa me preguntó si al final me alejaría otra vez de Lara y Lea. Estas vacaciones no lo pensé mucho; pasé del tema completamente. Lo que sí sabía era que tal vez me manipularían como han hecho hasta ahora para estar con ellas y pasarles los deberes, aunque a veces parecían buenas personas.

–Estar a su lado es un modo de tortura, aunque sean buenas personas, que claramente lo son. Pero siempre que estáis juntas la situación se vuelve más cansina. Aléjate pero sigue hablando con ellas –me dijo Alexa.

–Voy a seguir insistiendo, ¿cómo me alejo? No sé cómo desapegarme de ellas. Se me hizo difícil las otras veces cuando me trataban peor, y ahora que me tratan mejor no sé cómo separarme. Además, ¿con quién voy? Ariel y tú estáis con el grupo de Mia y no me cae muy bien la chica, tú ya lo sabes.

–Dale una oportunidad. Las personas siempre tenemos una idea equivocada de las personas que vemos sin antes conocerlas. Puede que ella sea todo lo contrario de lo que piensas.

–¿En serio crees eso?

–Puede que ella también piense mal de ti y tú no lo sepas, y acabéis cayéndoos bien. ¿Quién sabe?

–Vale, me alejaré de ellas dos, aunque no cortaré la relación. Pero dame un poco de tiempo.

–Aprovecha que nadie está encima de ti para reírse y muévete como quieras por tu alrededor.

–Pero siguen mirándome mal y comentando a Óscar para molestarme.

–¿Pero lo hacen todo el rato o a veces?

–Alguna vez.

–Es eso lo que te digo, no te hacen nada comparado con lo que te hacían hace unos años. Aprovecha para hacer lo que quieras sin ser juzgada.

–Te lo debo todo a ti por estar a mi lado y demostrarle a la gente que no estoy sola. Tú has espantado a todos mis males. Perdona lo que te dije antes de entrar.

–Tranquila, no te preocupes. Pero mide tus palabras mejor.

Estaba esperando a Manolo donde habíamos quedado antes. Con la de gente que venía en coche a buscar a sus hijos, no me extraña que haya un atasco.

–Hola, ¿qué tal la mañana? –me preguntó cuando llegó 10 minutos tarde debido a toda la gente que había.

–Bien, supongo. Oye, si tuvieras amigos falsos, ¿qué harías?

–Separarme poco a poco y buscarme otros. Aunque te cueste, es lo mejor. Es mejor hacerte daño a corto plazo alejándote que hacerte daño a largo plazo quedándote. Si necesitas algo aquí estoy yo, tu madre no lo sé, pero yo sí.

–Gracias por todo, papi.

–¿Ponemos la radio para ver si echan algún temazo?

–Me parece bien.

Mi querida amiga Alexa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora