4. ¿Qué tengo que hacer?

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–Mamá, ¿qué te dijo el orientador esta mañana?

–Que tienes baja autoestima porque te afecta todo, hasta saludarte te sienta mal. También me comentó que no quieres tener amigos y que prefieres estar sola siempre. No te asustes si mueres soltera; ese es tu destino.

Al final me acabé alejando de Lara y Lea. Por mucho que me insistieran, paso de ir detrás. Tal vez te canses de escuchar la palabra bullying y te canses de leer este libro. Probablemente pienses en dejarlo, lo comprendo. Quizás te ponga triste escuchar mi historia, pero te juro que ahora todo cambiará para bien. Lo bueno empieza ahora.

Alexa

–¿Qué tal te ha ido con el orientador y tu madre? –ayer me envió un mensaje diciendo que se fue con el orientador cuando la echaron al pasillo.

–No me quiero a mí misma y no me quieren ayudar.

Durante los patios veo a Irene sola y no sé qué hacer para animarla; lo está pasando fatal. Pensaba en acogerla en nuestro pequeño grupo. Creo que eso será lo correcto.

–Hola, Irene, ¿qué tal? –le recibe Ariel.

–Una más en el grupo, qué guay –dijo Lucía, con mucho sarcasmo.

–Se ha quedado sin amigas. A partir de ahora vendrá con nosotras.

–¿Pero por qué viene exactamente con nosotras? –preguntaron mis amigas. Entonces tuve que explicarles la situación de Irene.

Irene

Al principio, me sabía mal acoplarme a ellas. Pero con el tiempo, empecé a sentirme cómoda. Alexa se acabó convirtiendo en una mejor amiga para mí. Quería ayudarme a sentirme mejor conmigo misma. Pero no quería que nadie me ayudara; me sabía mal.

Los de mi clase dejaron de hacerme bullying y de acosarme después de haber estado haciéndolo durante cinco años. A lo mejor fue porque estaba con un grupo de amigos que no aceptaba el bullying. Solo había una cosa que me molestaba mucho.

¿Os acordáis de Óscar? Sí, ese chico que me acosaba y me convirtió en víctima de violencia de género (según una profesora que se jubiló al año siguiente de verlo y no pudo defenderme). Él acabó cambiando de instituto a principios de curso. Cuando hablan de él, porque hay alguna novedad sobre el muchacho, siempre me mencionan a mí preguntándome si seguimos siendo pareja. No sé cómo explicarles que nunca fuimos pareja. Estuvimos juntos en los patios en tercero y cuarto de primaria a solas porque él me obligaba.

Pues lo que decía, ya no me hacen bullying, solo es el tema de este chico.

Han pasado muchas cosas desde principios de curso. Sin darnos cuenta, hoy empiezan las vacaciones de Navidad. Eso significa que tengo que aguantar a mi insoportable madre y a mi asquerosa hermana pequeña. Sin darme cuenta, he conseguido nuevas amigas, he superado el bullying (y todo gracias a mi amiga Alexa). Hablando del rey de Roma, adivinad quién está llamando.

–¡Hola, Alexa! No esperaba una llamada tuya –estoy super contenta por su llamada.

–Llevamos un día de vacaciones y no supero no verte en clase.

–Menos mal que estas vacaciones duran tres semanas. –¿En serio me echa de menos?– No sé qué harás en verano. Esas duran tres meses –ella se rió.

Estuvimos hablando durante horas, unas cuatro aproximadamente. He descubierto muchas cosas sobre ella. Su nombre real no es Alexa, es Alejandra, pero le gusta que le llamen por la abreviatura. Es hija única. Tiene una prima pequeña que se llama Carlota, que tiene tres años. Tiene una prima mayor que se llama Eva. Eva es su peluquera de confianza, o sea, tiene peluquera gratis.

Cada día Alexa me llama. No sé qué hace con su vida, pero parece que se aburre mucho. Me viene bien que me llame en exceso, así no me aburro yo tampoco. Inconscientemente, ella ha hecho que mi confianza en mí misma vaya aumentando. No pedí su ayuda, pero inconscientemente la acepté.

–¿Vendrás a la fiesta del encendido de luces? –en mi ciudad hacen un encendido de luces navideño unos días antes de Navidad. Siempre se hace en el mismo parque.

–No. –Ella se quejó por mi respuesta.

–Nunca quedas. Algún día tendrías que hacerlo.

–Creo que iré con mi hermana, pero no estoy segura.

–Ya nos veremos.

No me gusta quedar. Soy más feliz en mi casa jugando videojuegos. Salí de mi casa para comprar y me encontré con Noa. Ella estuvo la semana siguiente llamándome «perra callejera que solo come».

Puedo haber superado el bullying, pero Noa intentará hacerme la vida imposible siempre. No se puede hacer feliz a nadie. Cuando haces feliz a una persona, otra se queja. Cuando haces feliz a la persona que se queja, la que estaba feliz se quejará. Hagas lo que hagas, siempre va a pasar esto. Por eso nunca quiero hacer nada; si no puedo complacer a todos, paso de hacer cosas. La opinión de los demás me importa mucho. En exceso, diría yo. Te diría que me preocupo más por las otras personas que por mí misma, pero no sé cómo dejar de hacerlo.

Se acabaron las vacaciones de Navidad. Eso significa que tenemos que volver a clase. Tenemos que volver a estresarnos con los exámenes y yo a seguir aguantando a Noa. ¡ODIO TENER QUE VENIR AQUÍ TODOS LOS DÍAS!

–Buenos días, chicos y chicas –el tutor entra en clase despacio, como siempre–. Os pasaré un folio para que pongáis vuestro correo electrónico. Así nos mantendremos en contacto estos quince días.

No sabíamos de qué hablaba.

–Mientras os pasáis el papel, os cuento lo que pasa. Los chinos han empezado una pandemia chunga, el Covid-19. Esta cosa se ha expandido por todo el mundo y nos tienen que encerrar en casa 15 días. Si va a más, nos encerrarán más días –no me lo creía, ni yo ni nadie. Mi tutor Tomás siempre gasta bromas pesadas de mal gusto. Sus bromas llegan hasta tal punto que más de un alumno se puso a llorar.

Llegué a casa y mi madre estaba estresada por una cosa, como siempre. Esta vez le estaba gritando al teléfono.

–¡No entiendo por qué tiene que hacer eso! Cada mes gano 1.750€ y ahora, por culpa de esta puta pandemia, ¿solo me pagará 1.000? –parece que el profesor tenía razón–. Tengo que alimentar dos bocas más –creo que habla con su jefe.

Al no esperarse la respuesta que quería, le cuelga.

No sé cómo nos apañaremos encerrados en casa. Por una parte, estoy feliz, pero no por otra. Encerrados por el maravilloso Covid-19, no tendría que aguantar a mis compañeros, pero sí a mi madre y a mi hermana. (Estoy pesada con lo de aguantar a mi hermana y a mi madre, lo sé).

–¡Eh, tú! –¿Por qué narices me llama como si fuera cualquiera?– ¿Te has enterado ya de la pandemia esta? Parece que tendremos que convivir más. Intentaré que este encierro sea más ameno. Te pido disculpas por cómo os he tratado a Carla y a ti –¿A mi hermana también la trataba mal? No se notaba–. Espero que estemos bien las tres en este encierro.

Mi querida amiga Alexa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora