46. Un chico nuevo

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Salí de casa mucho antes de lo habitual. Quería llegar pronto a mi último primer día de clase en ese colegio. De camino me encontré con Alex, Ariel, Lara y Lea, que viven en mi misma zona. Al llegar, nos encontramos con Adrián, Lucía y Alexa, que viven en la otra punta de la ciudad. Alexa empezó a fingir que Lucía le caía bien, cuando no era así.

Nos encontramos al resto de nuestro grupo, los que empezaban el curso más difícil, el que ya habíamos pasado, en la puerta que daba acceso al patio.

Habíamos entrado todos juntos, pero nos tuvimos que separar. En el edificio hay cuatro puertas para entrar, una en cada punta. Y por casualidades de la vida, cada curso de la ESO entra por una puerta diferente.

Cuando nosotros nos quedamos en nuestra puerta, ellos siguieron caminando hasta la suya.

Fuimos el primer grupo en haber llegado allí, y a nuestra sorpresa, había un chico nuevo esperando. Quise acercarme para hablarle, pero me daba vergüenza.

El horario estaba colgado en la puerta, pero era poco visible. La gente iba llegando y muchos de ellos se preguntaban dónde estaba el horario. Entonces vi cómo Noa y Vega se acercaban a nosotros.

–Irene, ¿dónde está el horario? –No me hubiera sorprendido si la que hubiera preguntado hubiera sido Vega, ya que me empezó a caer bien, no Noa.

–Allí –le respondí. Intenté camuflar la mala gana como pude, no quería más problemas con ella, sabiendo que hace ya un año que no teníamos ninguno.

–¿Pero dónde? No veo el horario.

–Allí, en la puerta –me sacó del apuro Ariel.

–Muchas gracias, Ariel.

Entonces Alexa y yo nos quedamos mirando. Noa era la típica damisela en apuros, pero cuando ya estaban todos sus problemas solucionados, hacía como si tú no existieras.

–Esperad, ¿no os habéis fijado en ese chico?

–Sí, yo ya me enteré nada más llegar. Ya estaba ahí en una esquina mirando a las musarañas –respondí a la pregunta de Adrián.

–Irá a nuestra clase, ¿no?

–Hombre, si no estuviera aquí no estaría con nosotros.

–Estaba pensando en acercarnos y presentarnos –propuse.

–No, no. Si quiere conocer a alguien ya se acercará él.

Les hice caso a ellos, aunque mi corazón me decía que me hiciera amiga del chico nuevo. Lo estaban rechazando sin ni siquiera conocerle, y sabía lo que dolía, no en el caso de ser la nueva, pero sí en el que no quieran juntarse contigo.

Entonces Thomas nos dio la bienvenida a este nuevo curso. Los profesores nos explicaron que teníamos que elegir entre un ciclo formativo (FP), que sería un grado medio, o un bachillerato. También podíamos ir a la universidad tanto los de bachillerato como los de FP, cada uno con unos requisitos diferentes.

Había dos institutos para elegir. En los dos hay bachillerato. La única diferencia es que en uno hay un grado medio de electromecánica y en el otro instituto había de administración de empresa, o más conocido como administrativo. El segundo instituto mencionado es en el que está Enzo estudiando lo que le queda de la ESO, ya que se quiso cambiar de instituto.

Las inscripciones se hacían a final de curso, por lo tanto, aún teníamos tiempo para pensar lo que queríamos hacer.

No todo lo que nos contaba Thomas era sobre el curso siguiente y sobre los estudios que hagamos después de esto. También nos habló de las ventajas de ser del último curso.

Este año se iba a hacer una Escala HI-FI, que son como unos bailes. En los bailes participará toda la ESO. Se invitará a todos los familiares de los que bailen. Lo mejor era que la entrada iba a costar dinero y ese dinero se iba a recaudar para el viaje de fin de curso.

Cada curso hace un viaje. En el caso de 4º ESO, al ser el último curso, será de una semana entera, por eso costaba más dinero en comparación con los otros cursos que solo iban tres días. El dinero recaudado era para no tener que pagar los 300 € enteros por cabeza y pagar menos cantidad.

Después están las camisetas que se hacen de cada promoción, en nuestro caso la de nacidos en 2007, estudiando en este colegio de 2010 a 2023.

Y después está la gente que hace optativa plástica, que pinta vallas, los de tecnología, que participan en un concurso, y los de francés que pueden pasarse las clases por el forro porque son menos alumnos que dedos en una mano.

En la fiesta de fin de curso, bailan unos cursos seleccionados por los profesores. Nuestro curso bailará. Además, nos dejan dedicar un texto de despedida.

El único inconveniente era que si tenías que ir al baño, tenías que esperar a la hora del patio. Tenías que salir obligatoriamente fuera y esperar a que el resto de cursos hubieran bajado al patio para poder subir, además le tienes que pedir permiso a un profesor incluso estando en tiempo de descanso. A lo mejor no es gran problema para algunos, pero para los que somos meones, sí.

Después de contar todas las ventajas y desventajas que teníamos, nos fuimos al patio. Alexa se encontró un grupo nuevo de amigos, aunque eran pocos. Ariel y yo bajamos juntas para buscar a nuestro grupo de 3º ESO.

A mitad del patio, se acercó aquel chico callado que era nuevo.

–Hola, Ariel, parece que estaré en todas las optativas contigo menos en informática.

–Ah, bueno, bien. Lo raro de todo esto es cómo supiste mi nombre si ni siquiera hemos coincidido ninguna vez.

–Me lo ha dicho Thomas. Estaba hablando con él porque no quería hablar con los chicos de clase, ya que me parecen muy brutos. Entonces el profesor me dijo que me viniera con vosotros porque se ha cansado de oírme.

–Ah, bueno. ¿Y tú tienes nombre?

–Claro. ¿Y el resto del grupo tienen?

–Pero chico, que nos digas cómo te llamas tú. Te he preguntado por el nombre para que nos lo digas.

–Pues chica, haber especificado. Me llamo Javier Herranz.

Mi querida amiga Alexa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora