52. Preparativos

18 4 0
                                    

Empezamos febrero con los nervios a flor de piel. No se paraba de hablar de la fiesta de fin de curso y de abandonar este colegio en el que hemos pasado 13 años.

A mí me daba miedo hacer bachillerato, ya que decían que era muy difícil. Hacer un grado medio también me preocupaba, porque los pocos que había en mi ciudad eran difíciles, y para hacer uno fácil tenía que irme a otra ciudad a estudiar.

Estaba pensando en hacer el grado medio de administrativo para luego entrar en el superior de marketing, que es el que yo quería hacer. No haría falta moverme de mi zona.

El orientador nos hizo las encuestas y resultó que marketing salió en tercer puesto de cosas que me gustaban; hice bingo. Sentí un alivio al hacer el test, una cosa menos que hacer.

No olvidemos que sobreviví al primer mes de gimnasio con Mia, haciendo lo que a ella le gustaba. Un día me apunté a BodyPump, una clase también difícil (como todas), sin que ella lo supiera. Cuando llevé un par de días y se lo conté, me dio la impresión de que se enfadó. Dejé de ir a esa clase, no por ella, sino por mí.

Ariel no podía bajar al patio. Estaba haciendo un proyecto importante en una de sus optativas y tenía que aprovechar los patios. Ella se quedaba con Adrián, Alex, Javier y un par de chicos más. Desde que ella está, me siento un poco marginada, pero no se lo dije a nadie para no preocupar.

–Venga, tenemos que hacer el mural para colgarlo ahí –anunció la profesora de plástica.

–Pero mide como 5 metros de largo y 2 de alto.

–Como el escenario. Se tiene que colgar ahí. Tendréis que descalzaros, no podéis pisar la cartulina. Tenemos solo tres meses, hasta abril.

–¿Y qué haremos después?

–No lo sé, ya veremos. Tengo el boceto hecho. Empezad a plasmar el dibujo ahí. Pero hacedlo entre todas, que se avanza más.

No sé por qué, pero Noa, Lara y Lea se quedaron en una esquina y no dibujaron ni un punto. Solo le echaron la bronca a mis dos amigas, a la otra chica no. Dos cosas un poco injustas.

–¿El diseño de la camiseta lo haremos nosotras también?

–No. Nosotras hacemos el cartel, los de tecnología hacen un proyecto para un concurso y las de francés harán ese diseño. Pero venga, que parece que de aquí a abril queda mucho, pero el tiempo pasa muy rápido.

Esa clase fue un agobio con el dibujo de 5x2 metros para el escenario. Por suerte, tocó música después, mi favorita.

–Bueno, chicos. Os reparto las notas de los trabajos del romanticismo. Ahora empezaremos a dar la música del siglo XX, o mejor dicho, la música rock.

La mirada que Alexa y yo nos echamos lo dijo todo: íbamos a arrasar. De obsesión tenía poca, pero tenía pinta de que iría a más después de esto. Sacaría un sobresaliente en esta asignatura.

Del mes de febrero a mitad de abril había poco que contar: el traumático cartel de plástica, el maravilloso temario de música, vóley en educación física, que dependía del equipo que me tocara ese día (maravilloso). Unas asignaturas mejores que otras, pero estaban ahí esperando que yo diera lo mejor de mí.

Por otra parte, estaba Alexa, a la que ahora yo hacía de psicóloga. Hoy por mí, mañana por ti. Hace poco le dejó Álvaro, su novio. Nos propusimos cambiar con frases que encontramos, tanto por internet como inventadas.

–Mírate al espejo. Esa es tu competencia.

–Este año arrasas y verás lo bien que te lo pasas.

Después estaban Lea, Ariel y Lara, con las que no hablaba mucho, pero estaban ahí cuando las necesitaba.

Lucía, Adrián y Alex seguían por su camino. La verdad es que pasábamos de hablarnos. Alexa era la única que nos unía y ella se separó.

Seguía sintiéndome ignorada por mi grupo actual de amigos y nadie decía nada. Tampoco es que yo dijera cómo me sentía. Hablar con ellos era como hablar con una pared. También gastaban bromas muy malas.

–¿Tú tienes mascotas?

–Tenía un pez con 6 años, pero se murió y mi madre tuvo que explicarme qué era la muerte. Después tuve un tipo de pájaro un poco raro. Tenía pánico a los globos y mi hermana volvía cada día a casa con uno. A él le daban ataques de ansiedad, hasta que un día vi cómo se desplomaba delante de mí y cómo mi madre lo tiraba a la basura. Ahora no tengo nada.

–Eso no es nada –reclamó Mia–. Tengo un perro desde los 7 años. El perro ha estado enfermo desde que lo adoptamos. También tiene ansiedad y va con pastillas. Tu pez y tu pájaro no son nada comparados con mi perro. No me montes un drama.

–Pero mis sentimientos son igual de válidos que los tuyos.

–Lo de "no me montes un drama" era broma. No te escandalices. No se te puede decir nada.

Probé a ir a la sala de máquinas del gimnasio, cosa que me gusta más. También tuve que seguir yendo a las clases a las que Mia iba para que no se enfadara. Cuando acababa la semana, acababa reventada.

La última cosa que hay que recalcar de este tiempo fue cuando vi "La Voz Kids" en abril por mero aburrimiento. Una chica cantó una canción que me llamó la atención, "Bohemian Rhapsody". Esa canción me la guardé después de pensarlo durante una semana. Ahí fue el comienzo de una nueva obsesión: esa banda británica de los 70, 80 y principios de los 90, Queen.

Mi querida amiga Alexa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora