42. Panorama Familiar

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–¿Por qué la veo más feliz últimamente?

–A lo mejor ha hecho amigos nuevos o está sacando mejores notas, seguro.

–Ni siquiera se inmuta cuando su hermana pasa por su cuarto para molestar.

Estuve cotilleando la conversación que tenía mi familia en el salón. Era verdad, últimamente estaba más feliz. Hice amigos nuevos, sacaba mejores notas, aunque tuviera que recuperar cuatro asignaturas aún; el bullying ya había parado; mi relación con Alexa, Lea, Ariel y Lara ya estaba recuperada del todo; y por supuesto, aunque mi hermana y mi familia seguían dando por culo, estaba mucho mejor.

–Voy a ver qué tal está Irene.

–No, Carla. No vayas. No queremos estropear las cosas.

–¿Por qué estropeo las cosas?

–Porque haces mucho ruido, gritas mucho, eres muy movida...

–¿Y eso es malo?

–Depende.

–¿Cómo que depende?

–¡Pero Carla! ¡Para de hacer preguntas! –le riñe mi madre.

–Déjala, que está en la fase de preguntar –apoyó Manolo a mi hermana–. Eso es bueno o malo depende de cómo lo utilices. Si lo usas para molestar, será malo.

–¿Y cómo lo hago bien?

–No tengo ni la más mínima idea.

–¿Por?

–No lo sé.

–¿Y por qué no lo sabes?

–Ya vale de preguntas.

–Manolo, ¿no dijiste que era normal que hiciera preguntas?

–Está bien que haga algunas, pero esto se pasa de castaño oscuro.

–Bueno, te toca soportar entonces. Tendrás que hacer de padre enrollado respondiendo sus preguntas.

–Después no te quejes que te recrimino las cosas, ¿eh?

–Ostia, Manolo. Qué malote.

–Oye, ¿cómo que "ostia"? Esto no se dice –rió Carla.

–Tú calla, que aquí mandamos nosotros.

–Pero después no te quejes de mí.

–Carla, por favor.

–Jope. Voy a ver a Irene.

–¡Espera! ¡No!

Entonces llamó a la puerta de mi habitación. Antes de que respondiera, abre la puerta y entra.

–¿Qué haces?

Tuve que disimular que estaba haciendo algo aparte de espiar conversaciones ajenas.

–¿Yo? Eh... ¿Nada?

–¿Qué estabas haciendo?

–Pero chica, no te interesa.

–¿Los deberes? ¿Estás estudiando?

–Sí.

–¿Qué estudias?

–¿Historia?

–¿Y qué hacéis en historia?

–Cosas que han pasado antes.

–¿Como qué cosas?

–Pues guerras...

–¿Por qué estudias eso?

–¿Por qué sí? ¡Mamá! ¡Carla no me deja estudiar!

–¡Carla! ¡Ya te dije que no fueras!

–Carla, una cosa –se acercó Manolo–. ¿Te acuerdas de lo que te dije? Estás usando tu don para molestar a los demás.

–¿Qué es un don?

–Como un superpoder.

–Ah, vale. ¿Puedo ir a ver mi tablet o mi móvil?

–Sí, claro.

Entonces mi hermana se fue y desde mi cuarto se escuchaba lo que veía desde aquella pequeña pantalla.

–¿Pero por qué ella tuvo su primera tablet con 3 años y el móvil con 5? Yo tuve la tablet con 7 y el móvil con 10.

–Pero lo del móvil no lo compares. Tú lo tenías con tarjeta de esas de número de teléfono y ella no. Mientras ella solo ve videos en YouTube, tú puedes llamar a quien quieras.

–Pero ella con 3 años tuvo la tablet para ver lo que quisiera y yo a los 7.

–No pasa nada. Pero os estoy intentando educar igual.

–Pero no es justo.

–Deja de quejarte y aprovecha que tienes una hermana para jugar con ella.

–¿Cómo voy a jugar con ella si está pegada a esa cosa? Somos dos polos opuestos. A ella le gusta meterse con la gente, y yo sufro por los demás. A ella le gusta ir a la playa o saltar en colchonetas, a mí me gusta más quedarme en casa. A ella le gusta estar con la tablet o con el móvil y a mí me gusta leer. Ella os contesta mal y yo bien.

–Vale, Irene, lo he pillado –interrumpió mi madre, empezando a dramatizar–. Ya sabemos que eres la hija perfecta que todos quieren. Como tú no hay nadie. Fue un grandísimo error tener a tu hermana. ¿Contenta?

–Cariño, déjalo.

–Manolo, no te metas en la conversación que tengo con mi hija.

–¿Y tú no te metes en las conversaciones que tengo con ella? Tal vez ella sí tenga razón. Desde que estoy aquí he podido notar que tienes favoritismo. Tu hija pequeña es tu favorita porque se parece a ti. La mayor es vuestro polo opuesto, la oveja negra de la familia. Me dices que ella se relaciona poco contigo y no me extraña.

–A Irene le dices algo y se ofende.

–A lo mejor es porque vas muy a lo bestia.

–Sí, claro. Soy la peor madre del mundo.

–Ya sé de dónde ha sacado eso, de su madre.

–Bueno, lo dejamos ir.

–¿Por qué? ¿Por qué sabes que tengo la razón?

–Que lo dejes. –Empezó a cargarse de ira el ambiente–. Irene, ponte a estudiar, que tienes que recuperar esas asignaturas. Y tú, Manolo, ¿ves que cuando se empieza a hablar de algo bonito, se acaba mal?

El ambiente se volvió tenso, y la conversación terminó en un silencio incómodo.

Mi querida amiga Alexa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora