24. Una Hora Entera

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–¿De qué íbamos a hablar? –preguntó uno de los compañeros.

–Del problema que tenéis con vuestra compañera.

–¿Por qué tenemos que hablar de eso? No es importante.

–Claro que sí. ¿No la excluisteis antes?

–No. Se excluyó ella sola.

–No sé por qué le ponemos tanta importancia a esta chica. Siempre está sola, no habla con nadie.

–La cuestión es esa, chicos. Ella está sola y tenéis que incluirla en vuestro grupo.

–Y una mierda. Enzo lleva con nosotros estos tres meses de curso y ya ha sabido juntarse con alguien de clase. Ella lleva con los mismos compañeros desde infantil y no habla con nadie.

–Sí, tienes razón, ella tiene parte de culpa por no juntarse con nadie. Pero la pregunta es, ¿alguien de esta clase tiene alguna intención de hablar con ella?

–No tenemos intenciones, ¿tú has visto cómo es?

–Ya, ya. Solo sabe quejarse de que se ríen de ella. Lo mejor de todo es que es mentira.

No decían mi nombre, pero se notaba que hablaban de mí. El orientador llamó a la puerta.

–Tenéis que tratarla bien. ¿Tenéis deberes de otras asignaturas?

–Sí, demasiados deberes.

–Pues poneros a hacerlos. Irene, vente conmigo, hablaremos con el orientador. Ya veo que ha venido a buscarnos.

Ya en el despacho del orientador, nos pusimos a hablar:

–Ya veo que nos volvemos a encontrar. Me han dicho que no te hablas con tus compañeros y te alejas de ellos, ¿a qué se debe?

–Pasó lo mismo que la última vez que nos encontramos usted y yo el curso pasado. Se ríen de mí. Cuando me acerco, me dicen que no quieren acopladas como yo.

–Lo que haremos será lo siguiente: pondremos el protocolo antibullying. Con este protocolo se vigila a la víctima, que eres tú, para asegurarnos de que socializa con los demás. De este modo también nos aseguramos de que nadie se acerque para hacerte daño. ¿Entendido?

Asentí, aunque había una cosa que no acabé de entender. Si me vigilan solo a mí y si me insultan desde lejos o me tiran cosas desde lejos, ¿cómo verán si se ríen de mí?

–Te recomiendo que hables con Alex, el chico de tu clase. Es majo. Al principio pensé en Enzo, pero descartamos esa posibilidad porque no creo que le caigas bien. Noa la descartamos porque sé que no querrás hablar con ella ni aunque te pagaran. Eres rara, y se nota. –¿Me está diciendo eso el orientador del colegio? –Dile a tu madre que venga mañana a primera hora de la mañana, que quiero hablar con ella. Si puede ser, que venga su marido también. Ya me he enterado de que se ha vuelto a casar. Me gustaría que él también sepa de qué va el asunto. Tú también estarás delante.

La tutora y yo volvimos a clase. Nos dijo que recogiéramos, ya que faltaban 2 minutos para la hora de irnos a casa.

De camino a casa me encontré a Alex. Su casa está de camino a la mía.

–Qué interesante esta última hora, toda la hora hablando de ti.

–Sí, una cosa maravillosa –dije con ironía.

–Ey, ey, ey, no te cabrees, que estaba de coña. –¿Y querían que me juntara con este?

Estuvimos caminando juntos en silencio hasta que llegamos a la casa de Alex. Sin decir nada, entró por la puerta de su portal. Me tocaba volver a casa yo sola.

–A ti te ha pasado algo. Te veo mal –me dijeron cuando volví a casa.

–El orientador quiere veros mañana a primera hora para hablar con vosotros. Quiere que esté yo delante.

–¿Pero qué ha pasado?

–No me apetece contarlo.

Me metí en mi habitación. Hice todos los deberes que mandaron ese día y los que tenía pendientes. También me puse a estudiar para los 3 exámenes que había en las dos semanas que quedaban para las vacaciones de Navidad. Dejé de hacerlo cuando empecé a espiar la conversación de los mayores.

–No sé qué pasa en este colegio. Siempre que el orientador habla con ella, sale con la moral por los suelos. En esta casa intentamos animarla, pero allí la desaniman. Muy normal no es. El otro día hablé con la madre de María, creo que se llama, una chica de la clase de Irene. Pues la madre de esta chica me dijo que también tuvo problemas con el orientador. María estuvo dos semanas sin ir a clase por coronavirus y cuando volvió, el orientador le dijo que finalmente estaba expulsada porque alguien había empujado a Enzo, el chico nuevo de su clase, por las escaleras cuatro días antes. Claramente no fue ella porque no estaba en clase ese día.

Nunca había hablado con María. Para ser sincera, no sé si alguna vez se ha reído de mí. Siempre he visto muchas caras riéndose, pero nunca me paré a mirar si había alguien que no se riera.

–Su madre también me contó que, aparte de este problema con Enzo, también tuvo más problemas. Los de su clase están muy mal.

–Por lo que me estás contando, la nuestra no es la única que sufre por ellos. Será la que más, pero la única no. Mañana iremos los dos para ver qué nos dice el señor ese. Ya estoy preparado para defender a mi hijastra.

Mi querida amiga Alexa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora