51. Lo que se avecina

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No sé para los demás, pero el tiempo se me estaba yendo muy rápido. Faltaban solo seis meses para acabar el curso y despedirme de todo lo que conocía, ya que el año siguiente me iba a otro instituto, y no sabía qué haría ni a cuál instituto iría ni nada.

Thomas dijo que el orientador nos pasaría una encuesta para saber qué nos gustaría estudiar. Algunos se quejaron porque les daba pena tener que hacerla, pero yo era de esa poca gente que sí quería saber qué estudiar. Cada vez que pasaba el tutor pensaba que traía las encuestas.

–A ver, chicos, tenemos que empezar a planear cosas. Este miércoles se hará una reunión con vuestros padres sobre la excursión de fin de curso, vuestros estudios del curso que viene y más cositas. Estas cositas las hablaremos aquí y ahora.

–¿Y las camisetas?

–De eso os tenéis que encargar vosotros. Tendréis que hacer el diseño del dibujo que se verá por delante y tendréis que poner los nombres de todos por detrás.

–Entonces se mandará ese diseño a alguien para que nos lo saque en camisetas, ¿no?

–Claro, no dibujarás todas esas camisetas tú solo.

–Hombre, Thomas, sería de locos.

–En mayo, como muy tarde, tendréis que haber hecho el diseño de la camiseta para mandarlo. Se tendrá que hacer mediante una aplicación. ¿Alguien se ofrece para hacer el dibujo?

–Yo misma –se ofreció Vega.

–Perfecto. En mayo lo quiero en mi correo. Confío en ti. Una cosa aniquilada, ahora a por otra. La excursión de fin de curso. Durante años ha sido a Benidorm toda una semana, si queréis, podéis cambiar el destino o ir ahí.

–¡Votaciones! Que levanten la mano los que quieran ir a Benidorm por tradición.

Diecinueve personas levantaron la mano, eso es mayoría. Pues nos vamos a Benidorm.

–Perfecto. Pues buscaremos la opción más barata, aunque igual saldría un poco subido de precio. Por ese motivo haremos la Escala Hi-Fi. Toda la ESO vamos a hacer unos bailes. Podrán entrar a verlos cualquier persona, pero tendrán que pagar 5€ cada uno. El dinero que se gane nos lo repartiremos entre todos y saldrá más barato.

–¿Pero hay que bailar todos? –preguntó Javier.

–No es obligatorio.

–Entonces él no tendría su parte del dinero.

–Sí que la tendría, podría hacer lo de las luces o algo por el estilo. La cuestión es ayudar.

–El escenario del colegio está un poco feo. Se me ha ocurrido que las de plástica podríamos hacer un mural para colgarlo ahí y que quede mejor.

–Muy bien visto, Noa –la elogió Thomas sorprendido de su propuesta.

–¿Y las encuestas para saber qué estudiar el año que viene, dónde están?

–El orientador tenía que imprimirlas hoy. Si no las trae en breves, ya será para la semana siguiente. Habrá unas puertas abiertas en los otros dos institutos para que, tanto niños de 6º de primaria como vosotros, podáis ir a ver el instituto y saber cuál elegir. Eso será más adelante.

Fui al patio bajando las escaleras como pude. Nunca sentí agujetas tan grandes como las de ahora. Siempre que tuve alguna, no hice ejercicio al día siguiente; en el caso de ahora, sí.

–¡Hombre, Irene! ¿Por qué andas así?

–Tú ya sabes, por el gym.

–Si no era para tanto.

–Lo que tú digas, tía. No me veo aguantando muchos meses más.

–No, Irene, porfa, no me dejes tirada. Necesito ir con alguien para no pasar vergüenza y tú eres la única que había aceptado.

–Ah, vale.

–¿Vas a dejar de venir al gimnasio?

–No lo sé.

–Pues esperemos que no.

Presentía que se avecinaba algo chungo. Ahora teníamos más jaleo que otros años en estas épocas. Al ser el último año, teníamos que hacer más cosas: entre las camisetas, los bailes, el cartel... También tenía que lidiar con Mia y el gimnasio, que si ya tenía suficiente con verla en el patio, ahora tenía que hacer deporte con ella. Pero no me quejaré de lo que haga; conozco a gente que es más idiota que ella.

–¿Tendremos que ir a GAP siempre?

–Podríamos probar core este jueves.

–Pero, ¿qué ejercicios hacen?

–Ni idea. Ya lo veremos.

Core lo hacían los jueves a las 15 y los sábados a las 10 (el gym abre los sábados por la mañana). Esta clase la daba Raúl, un monitor de unos 30 y algo, que también estaba fuerte como Raquel.

Tanto a Mia como a mí nos daba pereza ir los sábados por la mañana al gimnasio, por eso íbamos los jueves aunque fuera con prisas, porque salíamos del colegio una hora antes.

Mi querida amiga Alexa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora