5. El Covid-19

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Una semana después de que nos encerraran en casa, recibí un correo del tutor pidiéndonos que instaláramos una aplicación para hacer clases online. Pensaba que sería terrible estar encerrada en casa 24/7 durante dos semanas enteras. Sin embargo, como prácticamente no salía y era bastante antisocial, no me afectaba tanto. Aunque muchos establecimientos cerraron, descubrí que hacer clases desde el ordenador tenía sus ventajas:

Puedo despertarme más tarde. Mis compañeros no tocan el tema de Óscar y Noa no me molesta (de momento). Puedo comer en clase y nadie se entera. Puedo levantarme para ir al baño cuando quiera. Puedo hacer cosas de otras asignaturas sin que los profesores se den cuenta. No tengo que cargar con 8 kg en la espalda durante 20 minutos.

Mañana será el primer día de clases online. Espero recuperar lo que he perdido este curso. Si no me esfuerzo, voy a repetir. Sí, lo que acabas de leer es cierto. Por el tema de Alexa, Lea y Lara me desconcentré mucho. Además, es más difícil que el año pasado porque pasé de primaria a secundaria. Suspendí 4 de 9 asignaturas. Supongo que como todo será online, será más fácil.

–¡Irene! Vete a dormir ahora, que son las 8 –exclamó mi madre.

–¿No es muy pronto? Mañana no tengo que levantarme a las 6:30, puedo hacerlo media hora antes.

–Te irás a dormir ahora. Y por quejarte, te levantarás a las 6.

No había remedio. Esta mujer es así.

Me levanté a las 6 como me dijo mi madre.

–¿Qué haces levantada tan pronto? Con que te levantaras media hora antes ya valía.

Esta mujer es muy buena actriz. Se lo dije ayer y ahora me lo dice con sorpresa.

–Te lo dije ayer.

–No.

Más vale callar si no quiero que me eche castigos sin sentido.

Son las 7 y llevo un buen rato aburriéndome. Estoy con el ordenador abierto y con la ropa puesta desde hace un buen rato.

–Ya te dije que no te levantaras a las 6 y que lo hicieras a las 7:30. Ahora te estás aburriendo.

–Pero si lo dije yo ayer.

–Mentirosa. Más vale que te calles si no quieres que te castigue.

Siempre que mi madre me castiga y cumplo con el castigo, me dice que era una broma y no hacía falta que lo cumpliera. Cuando no cumplo con el castigo, me pone otro más "grave" por no haber cumplido el anterior. Que alguien me diga si esto es normal.

Ya acabé las clases de hoy. Han mandado muchos deberes, pero solo tengo que hacer la mitad porque la otra mitad los hice en clase.

–Irene, ¿cómo se hace esto en la aplicación? –me pregunta mi madre sin previo aviso.

–¿Por qué?

–Al parecer tu hermana también tiene que hacer clases online.

–¿Ella también? –pregunto sorprendida.

Asintió. Mi hermana va a 4º curso de infantil, guardería, kínder o como narices se llame.

–Agarras la tablet de Carla y le instalas la aplicación. –Mi madre la sujeta con las dos manos y me la da.

Unos minutos después lo acabo.

–Aquí tienes –le dije mientras le daba el dispositivo digital de mi hermana.

–¿En esta cosa tiene que hacer videollamadas con los de su clase y su profesora? –mi madre está alucinando.

Asentí.

–¿Y si lo hacemos en tu ordenador?

–Creo que no podrá ser posible. Yo también tengo que hacer clases online y creo que tengo que hacerlas a la misma hora que ella.

–Pues tú lo harás en tu móvil desde el salón y tu hermana desde tu ordenador en tu habitación.

¿No podía hacer las clases online desde su cuarto? Mi hermana tenía su propia habitación. ¿Por qué tiene que hacer las clases en MI habitación y no en la suya? No le podía reclamar eso a mi madre porque ya sabemos cómo es.

–Me parece bien –mentí.

–Dime la verdad.

Silencio.

–Sé que no te parece bien que tu hermana haga las clases en tu ordenador. –Más silencio. –Dime la verdad –insistió. –No me enfadaré.

–Pues vale. –Si mi madre quería escuchar la verdad, se la diré. –Quiero hacer mis clases en mi ordenador en mi cuarto. Que Carla haga las clases en su tablet, que para eso es suya.

No sé por qué no me imaginaba lo que venía después.

–Castigada. Lo que queda de semana no harás clases online. Y ya puedes ir despidiéndote de tu ordenador porque a partir de ahora será de tu hermana.

No me lo podía creer. ¿Quería más a mi hermana?

–Es difícil cuidar a dos niñas yo sola. Tienes que entenderlo. Os intento criar a las dos igual.

No lo intentaba. Siempre le daba todo a Carla y a mí nada.

Enfadada me fui a mi cuarto.

–Es que no lo entiendes –dijo cuando llegué a la puerta de mi habitación. –¡Es muy difícil!

–Pues vuélvete a casar –dije sin pensar.

Mi madre me miró de mala manera. Di un portazo nada más entrar en mi cuarto. Ya cansada de todo, empecé a mirar el chat de clase.

Noa 13:48

Thomas se ha pasado con la tarea.

+34 600 ** ** ** 13:48

¿Ha dejado tarea?

No tengo guardados todos los números de teléfono. Solo de algunos.

Yo 13:49

Una redacción sobre la Revolución Francesa.

Que todos me dejen en visto y no reciba ningún "gracias" era lo mejor (que se note el sarcasmo).

Adrián 13:51

Una redacción sobre la Revolución Francesa.

Noa 13:51

¡¡Gracias!!

Lucía 13:51

Adrián, el mejor.

+34 649 ** ** ** 13:52

Qué suerte tiene Alexa de tenerte en clase. Tener un primo que te ayude... ¡Es lo mejor!

–¡Irene, a comer! –gritó mi madre.

Dejé de leer el patético chat y fui a comer.

–Irene, perdón por lo de antes. Se me subieron los humos. –Pues que se los baje. –El ordenador es tuyo y tienes que hacer las clases por ahí.

Nada más acabar de comer, oí mi teléfono sonar en mi habitación. Fui enseguida para ver quién llamaba. Alexa.

–Hola, Irene –dijo con poca alegría. Había mucho ruido de fondo.

–Hola, ¿qué es ese ruido que se escucha de fondo?

–Es mi prima pequeña, Carlota. Una cosa... –dijo con un tono preocupante. –¿Has visto los mensajes del grupo?

–Sí. No veo normal que respondan al mensaje de Noa y pasen de mí como de la mierda y, para colmo, tu primo responde y le dan las gracias a él y no a mí. Tu primo me cae de maravilla, pero esto ya no lo acepto.

–No me refiero a eso. La última parte no la has leído.

Mi querida amiga Alexa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora