# twenty eight

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YOO JEONGYEON'S POV:

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YOO JEONGYEON'S POV:

Después de una hora, la enfermera vino en mi búsqueda para avisarme que Nayeon había salido de cirugía. Para mi suerte, durante ese tiempo, mis piernas recuperaron su movilidad, aunque el dolor en ellas se hizo presente, lo ignoré. Me moví con rapidez a través de los pasillos para poder llegar hasta la habitación en la que Nayeon se encontraba. Mi cabeza maquinó un montón de escenarios antes de que yo pusiera un pie dentro de la Unidad de Cuidados Intensivos, pero definitivamente nada pudo haberme preparado para lo que mis ojos vieron.

Nayeon en una cama médica, con cables a lo largo de su cuerpo que le suministran medicamentos, oxígeno y sangre, las vendas cubren la mayor parte de ella, incluida su cabeza. Sus ojos están algo hinchados, sus labios abiertos por el tubo de oxígeno que entra por allí. A un lado de ella se encuentran todas sus pertenencias, incluido el anillo de compromiso; aquel que tantas dudas me genera.

El médico a cargo se me acerca con un rostro neutro; lo cual, por una extraña razón, me hace sentir mucho más segura, porque lo único que he visto hasta ahora ha sido lástima y tristeza. Él me explica todo lo que ha ocurrido con Nayeon, entre fracturas, contusiones, cortes, ciertos órganos que salieron afectados, y al final, me cuenta sobre la cirugía que tuvieron que realizar en su cerebro.

Utiliza todos los tecnicismos requeridos, y le agradezco por ello, porque mi comprensión es mucho más clara y eficaz cuando él habla con todos los términos médicos, también así permitiéndome distraer un poco mi mente del dolor.

— Pero... —el oír aquella palabra tan solo me dio una mala sensación, lo miré directamente a los ojos, instándolo a hablar con rapidez y terminar de una vez por todas con sus explicaciones—; no tenemos un buen panorama para ella... Es decir, si despierta, probablemente no sea dentro de poco tiempo.

— Has estado hablando como médico todo este tiempo, ¿por qué ahora me dices que mi esposa está en coma de esta forma tan pobre? —le pregunto yo en cambio, harta porque me traten como una niña en apuros.

Él hace una reverencia, pero termina marchándose. Me siento mejor al quedarme a solas con Nayeon, sin tener a un molesto médico dándome explicaciones constantes; me parece contradictorio el estar pensando en lo mucho que su presencia me molestaba, porque yo misma he estado en su lugar un montón de veces. Me acerco a la cama en la que Nayeon se encuentra, con mi corazón apretado por el dolor que me genera verla así.

Su respiración es normal porque una máquina la está ayudando, y sus ojos cerrados solo transmiten paz; una paz inexistente en este momento. Tomo su mano con cuidado, sintiendo la suavidad de sus delicados dedos, puedo recordar los momentos juntas en la playa; caminando tomadas de la mano y observando a nuestra pequeña hija correr detrás de los pájaros. La recuerdo a ella, emocionada por el día de hoy, llevándome el desayuno a la cama junto a Ryujinnie.

Recuerdo el día de nuestro matrimonio, su largo vestido con tonos celestes, su sonrisa resplandeciente y su cabello reflejando la luz del sol. La recuerdo diciendo: «acepto a Yoo Jeongyeon como mi esposa». Y lloro... No puedo dejar de hacerlo. Son tantas las lágrimas que mis ojos han dejado salir que siento rabia conmigo misma; ¿no puedo hacer nada más que llorar? Y la respuesta me aterra, porque sé que no hay nada que yo pueda hacer para traerla de vuelta. Estudié seis años para poder tener el título de médico, y sin embargo, no soy capaz de hacer algo para que ella regrese. Está aquí, pero no es capaz de respirar por sí misma. Está aquí, pero no se sabe cuándo despertará, o si llegará a hacerlo. Está aquí, pero no hay espacio en su cuerpo que no esté herido.

Así que me pregunto, ¿qué será de nosotras?

No quiero ni pensar en que hay una probabilidad de que yo termine criando a dos niños sola. Porque es obvio que ya hay uno en camino, aunque no hayamos tenido siquiera la oportunidad de confirmarlo.

Me duele verla así, saber que ha perdido la capacidad de comunicarse, de ver el mundo por su cuenta, ha perdido incluso la capacidad de tener su propio soporte de vida funcionando.

Sé que, dependiendo del tipo de coma, las personas pueden escuchar; pero ella ha salido recién de una cirugía cerebral, y la anestesia aún está haciendo efecto en su cuerpo, así que no tengo más opción que quedarme a su lado en total silencio. No hay palabras que expresen lo que estoy sintiendo ahora, no sé ni qué decirle. Mi boca ha decidido no soltar nada, me he enmudecido completamente.

Me quedo a su lado durante toda la noche, solo viéndola dormir, sin yo poder hacer lo mismo. Las horas pasan y no hay ningún tipo de reacción en ella, nada se ve diferente. Me paro de mi lugar, comenzando a sentir mis piernas cansadas por todo el tiempo que me quedé en la misma posición; con delicadeza, tomo una de sus manos, acariciándola con suavidad, esperando que pueda sentirse acompañada, de alguna forma.

— Tengo que ir con Ryujinnie, amor... No te preocupes de más por ella, ¿si? Se encuentra bien —digo, sabiendo que a ella le gustaría oír esas palabras—. Solo despierta pronto, amor... Te necesito aquí conmigo, no puedo hacerlo sola, ya me di cuenta de eso... No puedo.

La observo por un par de minutos, esperando por una señal que me indique que ella me está escuchando, pero es ridículo; su cerebro está con la más mínima actividad en este momento, y aunque ella esté oyendo mis palabras, no será capaz de reaccionar a ellas. La puerta a mis espaldas se abre, y cuando me volteo a ver de quién se trata, es Momo. Sus ojos hinchados me dan la bienvenida, sus manos tiemblan en cuanto ve el estado de Nayeon en la cama; me acerco a ella, dándole un abrazo lleno de consuelo, pese a que yo misma me encuentro inconsolable. Decido dejarlas a solas, sabiendo que Momo no querrá compañía en cuanto sea el momento de desahogarse por el dolor que le causa ver a su mejor amiga de esta forma.

Cuando llego a la habitación de mi pequeña, ella aún no está despierta. Son las ocho de la mañana, así que sé que tendré que esperar por un rato antes de que ella despierte. Decido distraerme con algo más, encendiendo mi celular por primera vez desde que el accidente ocurrió. Tengo mensajes de varias personas, incluyendo mi madre. Hoy tiene una de sus sesiones para combatir su enfermedad, y aunque me gustaría acompañarla, no puedo hacerlo; no me atrevo a dejar a Ryujin sola, y siempre que pueda, iré a visitar a Nayeon. Contesto todo lo que me es posible, hasta que siento que alguien ingresa a la habitación, posicionándose a un lado de mí.

Ella deja un cariñoso beso sobre mi cabeza, acariciando mis hombros con delicadeza. Por su forma de consolar a la gente sé que es Sana, solo ella tiene esa forma tan maternal y cariñosa de tratar a quienes la rodean, sin importar edad. Ella deja una bandeja de comida sobre la mesa, señalándola después.

— Jihyo dijo que te niegas a comer, así que te traje tus favoritos.

Sonrío levemente por su gesto y le agradezco, pero no soy capaz de tocar nada. Estoy segura de que vomitaría todo si tratase de probar un bocado de ello; las imágenes de Nayeon en el quirófano invaden mi mente, haciendo doler mi cabeza. La mayoría de las veces en las que me siento deprimida, mi estómago se cierra, al punto de no permitirme digerir con normalidad, así que no es buena idea el forzarme a que coma algo si no me siento capaz de hacerlo.

— También te traje ropa.

Recibo el bolso que ella me tiende, sabiendo que si pasaré todo el día junto a mi hija, debo estar presentable al menos. Sana observa a mi pequeña, para luego girarse hacia mí y tomar mi mano.

— No te obligaré a hacer nada que tú no quieras, Jeongyeon, porque entiendo cómo te sientes... Como madre, una jamás quiere ver a sus bebés en esta situación, y como esposa... Creo que es aún peor —ella dice, su voz baja para no despertar a Ryujin, pero tan reconfortante a la vez para mí—. Solo no quiero que te olvides de ti misma, es un duelo que estás pasando ahora, pero, hasta donde sabemos, estás esperando un bebé, y no debes olvidarte de eso.

Asiento a sus palabras, siendo incapaz de siquiera decir algo, porque mi garganta ha mantenido un nudo formado en ella desde que salí de la habitación de Nayeon. El impulso de quedarme a su lado es grande, así como también lo es el querer estar con mi hija. Desafortunadamente, las dos se encuentran en alas distintas, y no puedo solo desaparecer del lado de mi hija mientras ella está despierta.

El debate mental regresa a mí; no saber qué hacer o hacia dónde dirigirme es un martirio. Me siento perdida por primera vez en mucho tiempo.

Y pido con todas mis fuerzas que este sentimiento no dure demasiado.

Custody | 2yeon AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora