El divorcio es algo difícil para toda familia, sin embargo, lo es aún peor para quienes tienen hijos. Im Nayeon y Yoo Jeongyeon fueron un feliz matrimonio durante seis años, hasta que, después de momentos sumamente tensos entre ambas, llevaron al di...
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IM NAYEON'S POV:
Es duro estar sola la mayor parte de mi tiempo. Pasé de compartir día y noche con mi bebé, a prácticamente verla cada vez que se puede. Paso a buscarla a la escuela tres veces a la semana y pasamos la tarde juntas, pero el resto de días es Jeongyeon quien está con ella. El fin de semana también es bastante solitario, oficialmente no me corresponde estar con ella esos días, pero Jeongyeon me ha ofrecido un trato que no puedo negar; el sábado ella estará a solas con Ryujin, pero el domingo es un día familiar entre las tres. Aun así, cada vez la presión en mi pecho es peor, no puedo acostumbrarme a no tener a mi pequeña a mi lado todos los días. Quiero poder abrazarla cada vez que quiera, y no tener que conformarme con verla a través de una video llamada o tener que manejar para poder tenerla en mis brazos.
Definitivamente, no fui demasiado inteligente en cuanto pedí el divorcio.
Mi decisión fue lo que pensé que sería mejor para mi hija, y lo fue, porque ella ha mejorado bastante, pero también le cuesta el cambio que se ha hecho en su vida. Y claro que lo haría, lo único que conoció a lo largo de su vida ha sido el amor entre sus madres, hasta que eso se acabó. Jeongyeon y yo estamos mejor, podemos mantener conversaciones amenas, aunque sigue siendo un tanto extraño cada vez que nos vemos. Ninguna sabe con certeza cómo actuar frente a la otra. Como si fuéramos esas tontas adolescentes de trece años que están recién conociéndose.
Ahora mismo, con mi pequeña a mi lado comiéndose su helado –más que comiéndolo, tratando de que no siga derramándose sobre su camiseta–, soy la mujer más feliz que existe. Todo lo que pueda haber pasado antes de tenerla ha valido absolutamente la pena, si por tenerla aquí tuviese que vivirlo todo de nuevo, lo haría sin dudarlo.
Aunque con mi ex esposa escogimos a un donador que tuviese características similares a las mías, Ryujin es bastante parecida a Jeongyeon. Y cada vez que crece, es incluso mucho más. Pareciera ser que mi vientre fue utilizado como una impresora que creó una réplica exacta de Jeongyeon. En personalidad, ambas son bromistas y bastante amables en cuanto se trata de gente que aman, se preocupan demasiado por su entorno y cómo puedan estar sintiéndose otras personas, el perfeccionismo en ambas es algo de admirar, y aunque mi hija es pequeña, me sorprende verla tratando de que todo salga como debe en cualquier ocasión. Sin embargo, también tiene similitudes conmigo; pese a que adora que todo esté en su lugar, también se toma su tiempo para cualquier cosa extracurricular. Ama pasar tiempo fuera de casa descubriendo lugares nuevos y es muy risueña.
Trato de limpiar su mentón en cuanto la veo más sucia de lo que estaba antes, reaccionando y despavilándome de mis pensamientos.
— Mami, un poco de suciedad no importa si estoy disfrutando —dijo ella, tomando mi mano y dejando un beso ahí. Me río al notar la mancha de chocolate que ha dejado en mi extremidad.
— Muy bien, amor —me rindo delante de ella, sin poder ocultar la sonrisa de orgullo que se posa en mi rostro.
Jeongyeon suele ser muy exigente con el tema de la limpieza, ella adora los espacios relucientes e higiénicos, así que solía enseñarle a nuestra hija a no manchar sus ropas con comida y a mantener siempre alcohol gel y una toalla en su mochila para limpiarse en caso de ser necesario. Obviamente, lo charlé con ella y con Ryujin. Y le enseñamos a nuestra hija a que primero debía disfrutar, si se ensuciaba un poco no habría mayor problema.
