# thirty nine

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IM NAYEON'S POV:

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IM NAYEON'S POV:

Hoy puedo decir que soy libre al fin. Jeongyeon y yo hablamos con mi médico a cargo, y él, sin protestar, firmó el alta. Tengo que volver al hospital a diario para seguir con mis tratamientos físicos, pero fuera de eso, me encuentro bien, incluso podría volver a trabajar si así lo quisiera. Estar en casa ha sido mejor de lo que soñé cada día en el hospital, el olor hogareño que conserva, la calidez al tan solo entrar, y aquel travieso gato que se sube sobre mí apenas me ve.

Ryujinnie estuvo muy contenta al recibir la noticia, aunque para su mala suerte, no podrá dormir con nosotras hasta que yo me encuentre completamente bien. Protestó al inicio, porque lo único que quería era poder subirse sobre una de nosotras como solía hacerlo antes.

Mi hogar, el que siempre lo ha sido, incluso cuando viví lejos por mi divorcio. Adoro esta casa, los recuerdos creados aquí, quienes la componen y cada detalle en ella; detalles que Jeongyeon y yo agregamos antes de nuestro matrimonio. La decisión de haber comprado una casa con varias habitaciones fue la mejor, sin dudas; porque teniendo a este bebé, seguirá quedando una habitación para invitados. En el caso de tener a un tercero, tampoco habría problema con la repartición de nuestro hogar.

Aunque no creo que eso ocurra, pero es bueno tener un plan de emergencia, en caso de que en algún futuro se nos pase por la cabeza.

Pasearse con una silla de ruedas sí que ha sido complicado, pero como puedo caminar, he podido desplazarme sin mayor dificultad. Lo importante es que no deje la silla en casa si decido salir.

Durante la noche, Jeongyeon y yo dormimos acurrucadas en nuestra cama. La cama que tanto había añorado durante mi estancia en el hospital; tan suave, cómoda... Tan nuestra. Ella no dejó de abrazarme durante toda la noche, y por su cercanía fui capaz de sentir la calidez de su abultado abdomen chocar contra mí. He procurado ser la mejor esposa que se puede en mis condiciones, tal como ella lo fue conmigo cuando yo estuve embarazada de Ryujinnie. Me las he arreglado para que ella pueda tener una buena idea de mí, y una linda experiencia cargando a nuestro bebé. Lo más importante es que cree recuerdos bonitos, así como los que yo tengo con nuestra pequeña hija.

Ahora que su madre está bien, que Ryujinnie está bien, y yo estoy mejorándome, todo parece estar volviendo a su lugar. Las complicaciones se han desvanecido como si no hubiesen ocurrido, como si sus apariciones no hubiesen cambiado nuestras vidas para siempre.

Jeongyeon aún le tiene terror a volver a su trabajo, y como yo ya he vuelto a casa, probablemente la llamen para que retome sus responsabilidades. Siendo honesta, me preocupa; porque ella siempre ha adorado su carrera. Tiene una colección de instrumental y libros médicos, si el accidente produce un desánimo para ella con su carrera, no me lo voy a perdonar jamás. Lo principal que la atormenta es haberme visto en aquel quirófano, creer que no podría hacerlo bien si estuviese en el lugar de aquellos cirujanos que salvaron mi vida. Pero con todos sus registros, ella muy pocas veces no tiene éxito en las cirugías; su tasa de mortalidad es la más baja en todo ese hospital. Jeongyeon no debería haber salido afectada de esta manera.

He hablado con ella, y la única razón por la que no deja su trabajo es porque necesitamos sostenernos económicamente. Yo no he estado trabajando, Miyeon mantuvo la tienda con ayuda de Tzuyu, pero los ingresos no son los mismos. Ahora que he vuelto a casa y volveré al trabajo, es probable que Jeongyeon quiera abandonar el suyo; y eso me asusta, no por el dinero, sino porque estaría dejando lo que más la apasiona.

Mientras tomábamos desayuno, el timbre suena, y por el revuelo que escucho en la entrada, sé que es Tzuyu. Ryujin no ha terminado de comer y ya queda poco para que inicie su horario escolar, pero aun así, lo ignora para ir a abrazar a mi amiga. Tzuyu la levanta y da vueltas con ella, haciendo reír a mi pequeña. Cuando la deja para que siga comiendo, se ha mareado, y las náuseas parecen golpearla con fuerza.

— Odio esto —dice ella, tocándose la frente con exasperación—. ¿Qué tipo de castigo estaré recibiendo?

— El castigo de la desprotección —se burla Jeongyeon, colocando otro plato en la mesa para que Tzuyu pueda comer.

Terminamos de comer todas en conjunto, y así como estuvimos en el desayuno, fuimos las cuatro hasta la escuela. La despedida fue rápida, ya que Ryujinnie iba bastante emocionada a sus clases, la oí hablar con sus amigas acerca de mí, y de lo feliz que se encontraba porque al fin estoy en casa. Mi corazón ablandado, emocionado y lleno de amor por mi hija me traicionó, y pronto las lágrimas comenzaron a descender por mi rostro.

— Le pegamos las hormonas —Tzuyu comienza a reírse, recibiendo una mala mirada por parte de mi mujer.

— Espérate a que nazca tu hijo y te diga algo que te haga emocionar.

— Sí, claro, si llega a eso.

Quise reírme por el chiste de Tzuyu, pero la sensibilidad no me lo permitió. Jeongyeon manejó de vuelta a casa, y ahí nos encontramos todas juntas nuevamente, jugando juegos de mesa para pasar el rato. El celular de Jeongyeon suena, y por su rostro, se le nota lo desanimada que está por escuchar la voz de su jefe.

Pasan los minutos y ella sigue charlando con él, se ve preocupada, ansiosa, pero la escucho negar varias veces. Cuando cuelga la llamada, suspira con frustración.

— Quiere que vuelva a trabajar mañana...

— ¿Te sientes lista para hacerlo?

— No, para nada —se apresura a negar, dejando su celular de lado para sentarse junto a mí—. Creo que conseguiré un certificado para no trabajar por un tiempo... Quizá la obstetra pueda darme uno si le digo que el embarazo me lo impide.

— Amor, ¿estás segura? Tú amas tu trabajo.

— No puedo hacerlo, Nayeon, me aterra.

— Deberías convertirte en modelo de ropa maternal —sugiere Tzuyu, acariciando al gato—. Para que no te aburras cuando quedes sin trabajo.

El rostro de Jeongyeon se palidece ante la idea de perder su trabajo, y la indecisión se hace presente en sus ojos. Rápidamente tomo uno de los cojines para lanzárselo a Tzuyu, el gato se quita con la suficiente velocidad como para no ser pasado a llevar, mientras que mi amiga no corre con la misma suerte. Dejo un corto beso en la mejilla de mi mujer, tratando de asegurarle que eso no sucedería.

Puedo comprender la confusión que debe estar sintiendo en estos momentos; el solo pensar que todos los años de estudio terminen en su despido y en su desmotivación profesional por un accidente que ni siquiera fue culpa suya. Jeongyeon siempre ha adorado estar atendiendo pacientes, en cirugías, el poder comunicarse con las familias. Ella adora el hospital, el ambiente que hay allí, pese a que muchos podrían no estar de acuerdo con ello, a Jeongyeon la hacen feliz, es lo que la llena y satisface día a día. El que ahora esté pasando por el no querer ir a trabajar, el miedo a las cirugías y no querer ver a sus pacientes es solo un efecto colateral del accidente, algo que ella no debería estar sintiendo.

— Yo creo, amor, que no deberías pedírselo a la obstetra en base a mentiras... Deberías ir a ver a un psicólogo, y ser honesta —le aconsejo, a lo cual ella levanta su cabeza para poder mirarme—. Lo que más te va a ayudar ahora es sanar realmente, porque quizá tu no hayas salido herida físicamente, pero psicológicamente estás mucho peor que Ryujinnie y yo.

Ella asiente, y rápidamente la veo tomar su celular para buscar a una psicóloga de confianza. Me alegro de que ella haya oído mi consejo, porque para mí no hay nada como la salud mental de mi esposa, la mujer de mi vida... Si ella no se encuentra bien, ninguna de nosotras lo estará; sabemos leernos perfectamente, incluso Ryujinnie sabe cuándo algo nos está sucediendo. La conexión que tenemos entre las tres llega al punto en el que podemos sentir nosotras mismas lo que la otra esté sintiendo; el dolor, la felicidad, la tristeza, las frustraciones... Podemos saberlo, podemos transmitirlo incluso aunque no queramos hacerlo.

Custody | 2yeon AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora