# zero

642 72 8
                                    

Los turnos últimamente estaban siendo más exhaustivos de lo que antes haya podido vivir. Jeongyeon llegaba al hospital a las ocho de la mañana y salía a las ocho de la tarde, siendo doce horas de trabajo continuo. Como se encontraban en invierno, los accidentes solían ser mucho más frecuentes, por lo tanto, la necesitaban a ella para operar casi sin descanso alguno. En el hospital había personal, pero para esta cantidad de accidentes escaseaban bastante, así que por consecuencia, los horarios de Jeongyeon habían aumentado.

Se encontraba agotada, y sabía que en casa esa sensación no mejoraría, estaba dando todo de sí por hacer que su relación con Nayeon no siguiera decayendo; después de todo, su esposa era la luz de su vida, junto a su pequeña hija, lo había sido desde que su relación comenzó a los dieciséis años. Aun así, nada parecía mejorar. Lo único que la consolaba, era saber que Ryujin estaría en casa esperándola.

Al aparcar el auto, su corazón se encogió en su lugar. Nayeon ya estaba en casa, tal como siempre, por lo que se preparó mentalmente para lo que se venía antes de entrar. Ya no se saludaban como antes, un simple beso en la mejilla era todo, y lo hacían con la única razón de no causar problemas frente a su hija. El amor se estaba evaporando, aunque no de sus corazones, simplemente el lazo que tenían se debilitó hasta el punto de ser un simple hilo en proceso de romperse. Se adentró en la casa, sintiendo los pequeños brazos de Ryujin aferrándose a ella con fuerza en cuanto puso un pie dentro.

Al estar la niña prácticamente colgada a ella, no pudo moverse con tanta facilidad, así que simplemente dejó el bolso que solía llevar a su trabajo a un lado, alzando a la pequeña en sus brazos y dejando un camino de besos en su rostro. Adoraba ser recibida de esta forma, teniendo a su hija abrazada a ella, feliz por su llegada. Dejó un beso en la mejilla de Nayeon en cuanto la vio, para luego dirigirse a su cuarto, y como siempre, permitiendo que Ryujin fuese la que escogiera el pijama para esa noche.

Cambiada y preparada, apoyó a Nayeon en la cocina, la cena estuvo lista en un cerrar de ojos, así que se dirigieron a comer. La niña no dejó de hablar sobre lo increíble que fue su día, haciendo mucho más amena la convivencia familiar.

— Luego Jisu se metió en problemas y llamaron a tía Sana —explicó la niña, moviendo sus manos con emoción, lo que hizo reír a sus madres—... Ella dijo que sus mamás no pelean.

De pronto, todas se quedaron en silencio en la mesa. Jeongyeon y Nayeon se miraron por unos segundos, siendo conscientes de que su hija jamás diría algo así para recriminárselos, pero que, de todas formas, les hizo darse cuenta de lo mal que estaban las cosas si su pequeña hija sabía lo que sucedía. Siempre procuraban ser discretas con los problemas que atravesaba su relación, hacía tiempo que no tenían discusiones con frecuencia; pero la última semana, durante las noches sacaban a relucir todo lo que habían guardado durante ese tiempo sin peleas.

No supieron qué decir ante esa revelación, y aunque ellas creyeran que Ryujin era muy pequeña como para darse cuenta de cuándo se quedaban sin palabras, la niña lo supo.

— Lo siento, amor... Ambas lo hacemos —Jeongyeon tomó la pequeña mano de su hija, acariciándola y sintiendo la característica suavidad que tenían las manos de los niños de su edad. Algo adorable, que a la rubia le causaba un deseo de abrazar a su hija como si fuese un oso de peluche—. Nosotras te contamos que hay veces en las que los adultos tienen diferencias, y para ello deben charlar...

—... No está bien discutir de esa forma, y con tu madre lo mejoraremos, ¿si, bebé? —prosiguió Nayeon, tomando la mano libre de la pequeña.

El mejorarlo era bastante difícil; siempre fueron mujeres que conversaban sus diferencias, pero aún cuando sabían que la forma en la que ellas discutían no era sana y que iba en contra de todo lo que construyeron a lo largo de su relación, seguían con esa dura manera de expresar sus descontentos. Habían hecho el intento, querían salvar su matrimonio, estaban desesperadas por ello, pero el punto en el que estaban las desanimaba de todo lo que no tuviese que ver con Ryujin, y todo el amor que se tenían parecía no alcanzar. Los problemas estaban siendo más fuertes de lo que ellas podían soportar.

Custody | 2yeon AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora