Metidas de pata patológicas

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Suspiro cuando Kurosaki dice que por fin ha terminado el turno. Estoy molido. Jamás pensé que ser camarero sería tan agotador pero lo cierto es que hemos tenido bastante afluencia de clientes y ha llegado un momento que se nos acumulaban los pedidos.

-No has estado mal para ser la primera vez que trabajas en esto.- Me dice Urahara dandome un sobre.

-¿Y esto?

-Es por tu trabajo hoy. El sueldo de una tarde más las propinas que has conseguido.- Cuando abro el sobre veo que hay más dinero que el que podría imaginar.

-¿Esto solo por esta tarde?

-Lo cierto es que has tenido bastante éxito entre nuestra clientela.- Yo vuelvo a mirar el sobre.- ¿Te gustaría trabajar aquí de forma permanente?

Subo las escaleras del piso solo, ya que Ichigo no para de detenerse en casi todos los descansillos para enrollarse con su novio. Me parece increible que, despues de cómo se ha llevado todo el día con lo de su "error" ahora mismo se esté comportando de forma tan "normal" con su novio. Despues de todo, es un hombre. Infiel por naturaleza.

En cuanto entro en el piso me descalzo y siento como me palpitan los pies. Dios, es cierto que el trabajo está bien remunerado pero tengo que hacer algo con mis pies o no aguantaré demasiado. La puerta se abre tras de mi y veo a Kurosaki que casi se cae al llevar pegado por detrás a su novio. Cuando los ojos del moreno se cruzan con los mios puedo ver como están llenos de lujuria y cuando abraza a Kurosaki desde atrás, atrapando su mentón para elevarlo y torcerlo hasta besarlo, no deja de mirarme. ¿Es que pretende que me les una? Kurosaki jadea cuando abandona su boca para meterle la lengua en el oido y yo me giro para entrar en el baño y dejarlos a solas. Esta escena no me está motivando en absoluto... bueno, puede que un poco si pienso en como Kurosaki se estaba dejando dominar por el otro.


***Ichigo***


Llegamos a mi habitación a duras penas ya que Ginjo lleva todo el camino metiendome mano.

-Oh... estoy encantado de que te hayas dejado el uniforme puesto.

-Sé que te gusta.- Le digo viendo como me recorre de nuevo con su lasciva mirada. Sí. Sé que le gusta y ahora mismo, siento una imperiosa necesidad de concederle algunos caprichos extras.

-Si cada vez que te cabrees conmigo luego me vas a recompensar así, tendré que hacerte enfadar más veces.- Dice tirando de mi cuerpo para tirarme sobre la cama.

-Ni se te ocurra. Bastante mal lo pasé ayer...- Digo consciente de que fue mi mal carácter lo que me llevó a terminar como terminé.

-Puede que no fuera buena idea dejarte con el calentón ¿no?

-Eso me cabreó mucho.- Le digo arrugando el entrecejo.

-Está bien, fresita.- Mierda, cada vez que me llama así recuerdo a ese gato estupido.- Voy a compensarte por lo de ayer pero antes...- Dice desabrochandose el pantalon y liberando su polla, algo endurecida ya.

Odio que me mire con esa prepotencia. Eso también me recuerda a él. Verlo estirar la cabeza hacia arriba, mientras gateo para acercarme donde mantiene su polla sujeta por una mano mientras con la otra se echa el pelo hacia atrás es como si viera al propio Grimmjow. Mierda. Cierro los ojos justo cuando tomo su polla y comienzo a comermela con desesperación.

-Oh... ah... precioso... joder... así... ah...

Aprieto los ojos mientras escucho sus gemidos pero en mi mente, solo puedo sentir que no estoy con Ginjo. Aun tengo muy recientes los gemidos de Grimmjow, junto a mi oido, mirandome con ese fuego azul en sus ojos y la rabia que siento por todo lo sucedido se va mezclando con extraño deseo que me hace arrastrar los dientes por la polla que tengo en la boca justo cuando siento que se hincha para correrse.

Apartamento CompartidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora