Sarah avanzó por el sendero del medio, sus pasos dejando huellas ligeras en la arena del desierto. Sentía el calor del sol sobre su piel, pero la determinación en su corazón la mantenía firme. Sabía que las pruebas que enfrentaría no serían fáciles, pero cada desafío la acercaría más a su madre.El primer obstáculo apareció pronto: una vasta extensión de dunas que parecían moverse como olas en un mar dorado. Sarah se detuvo, observando cómo las dunas se alzaban y caían, creando una barrera casi impenetrable. Sabía que debía cruzar, pero no tenía idea de cómo.
De repente, recordó las palabras del profesor Harrison sobre la importancia de la concentración y la intención. Cerró los ojos y sostuvo el medallón con fuerza, visualizando una ruta segura a través de las dunas. Sintió el poder del medallón vibrar en sus manos y, al abrir los ojos, un estrecho sendero se formó frente a ella, guiándola.
Con el corazón latiendo con fuerza, Sarah siguió el camino que el medallón había creado, moviéndose con cautela pero con confianza. Las dunas parecían susurrar a su alrededor, pero ella mantenía la vista fija en el sendero, ignorando las distracciones. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegó al otro lado, donde el terreno se estabilizaba y el calor del desierto disminuía.
El segundo obstáculo se presentó como un cañón profundo y angosto, con paredes tan empinadas que era imposible escalarlas. Al mirar hacia el fondo, vio un río cristalino que corría con fuerza. Sabía que tenía que cruzar el cañón, pero la corriente del río parecía demasiado poderosa para nadar a través de él.
Una vez más, Sarah cerró los ojos y sostuvo el medallón. Esta vez, se concentró en la fuerza del agua, tratando de encontrar una forma de domarla. El medallón brilló y, al abrir los ojos, vio una serie de rocas grandes que emergían del río, formando un precario puente natural.
Con cuidado, Sarah comenzó a saltar de roca en roca, sintiendo el rocío del agua en su piel. Cada salto requería precisión y equilibrio, pero el poder del medallón parecía guiar sus movimientos. Al llegar al otro lado, exhaló profundamente, agradecida por haber superado otra prueba.
El tercer y último obstáculo se presentó como un vasto campo de espejos, cada uno reflejando diferentes imágenes de Sarah y de los lugares por los que había pasado. Algunos mostraban versiones de sí misma que no reconocía: más joven, más vieja, con diferentes emociones y circunstancias. El laberinto de espejos era confuso y desorientador, y Sarah sabía que encontrar la salida sería un desafío mental tanto como físico.
Recordando las enseñanzas del profesor Harrison, Sarah cerró los ojos y dejó que sus instintos la guiaran. Sostuvo el medallón y se concentró en la imagen de su madre, utilizando ese amor como una brújula. Al abrir los ojos, avanzó con seguridad, ignorando las distracciones y las imágenes distorsionadas a su alrededor.
Finalmente, después de lo que pareció una interminable caminata, encontró un espejo diferente. En lugar de reflejar su imagen, mostraba una puerta. Sarah extendió la mano y tocó la superficie del espejo, que se disolvió en una suave luz, revelando un portal.
Sin vacilar, Sarah atravesó la puerta y emergió en un bosque familiar. La luz dorada filtrándose a través de las hojas y el murmullo de un río cercano le indicaron que había llegado al lugar de sus sueños.
Delante de ella, la figura de su madre apareció, tan real como en sus sueños.
—Sarah —dijo su madre con una sonrisa radiante—. Sabía que vendrías.
Sarah corrió hacia ella, sintiendo una oleada de emociones: alivio, alegría y amor.
—Mamá, te he extrañado tanto —dijo Sarah, abrazándola con fuerza.
—Yo también, mi amor —respondió su madre, acariciándole el cabello—. Pero ahora estamos juntas, y tenemos mucho que aprender y descubrir juntas.
El bosque dorado se llenó de una sensación de paz y esperanza. Sarah sabía que su viaje estaba lejos de terminar, pero con su madre a su lado, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara. Juntas, explorarían los secretos de los Eterianos y los misterios de los mundos conectados por el medallón, forjando un nuevo capítulo en su extraordinaria aventura.
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Lo que esconden los sueños
FantasySarah tenía nueve años, su madre había desaparecido hace dos años, y últimamente estaba teniendo sueños extraños..hacia.. ¿Otro mundo? Su vida iba a cambiar por completo...