Epílogo

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Sarah corría desesperadamente por un bosque de fantasía. Los árboles altos y majestuosos se alzaban a su alrededor, sus hojas susurrando secretos antiguos mientras ella avanzaba. Sabía, en lo más profundo de su ser, que lo que había vivido no era ningún sueño. Había sentido cada emoción, cada batalla y cada amor tan intensamente que no podía ser una mera fantasía de su mente.

Después de recuperarse de sus heridas y pasar un tiempo prudencial con su familia, Sarah había tomado una decisión. Sabía el poder que tenía el medallón, y estaba decidida a usarlo. Había hablado con su madre, quien se lo había dado sin ninguna oposición, comprendiendo el deseo ardiente de Sarah de encontrar a su familia en aquel otro mundo.

Sarah ya no era una niña. Era una mujer fuerte y valiente, forjada por las experiencias que había vivido, ya fueran en sueños o en realidad. Cada paso que daba la acercaba más a su objetivo, a pesar de que las lagunas en su memoria a veces la hacían dudar. Recordaba a Aric, su amor profundo y verdadero. Recordaba a su hija, Ailith, y los momentos compartidos. Y había algo más, un chico... Kael, sí, ahora lo recordaba con mayor claridad.

No le importaba cuánto tardase. Sabía que su familia la estaba esperando, en algún lugar de ese mundo de fantasía. La determinación la impulsaba a seguir adelante, a no detenerse hasta haber encontrado a cada uno de ellos. Su corazón latía con fuerza con cada pensamiento de Aric y Ailith, y sabía que, aunque las sombras la rodearan, su amor por ellos la guiaría.

El bosque se abría ante ella, y una luz brillante comenzó a aparecer en el horizonte. Era una señal, un indicio de que estaba en el camino correcto. Sarah respiró hondo, llenándose de coraje y esperanza. No estaba segura de lo que encontraría al final de su viaje, pero estaba lista para enfrentarse a cualquier cosa.

Con el medallón brillando con una luz cálida y reconfortante en su pecho, Sarah avanzó, decidida a reunirse con su familia y reconstruir la aldea que tanto amaba. Sabía que, sin importar los desafíos que enfrentara, su corazón siempre la guiaría hacia aquellos a quienes amaba.

Y así, con un espíritu indomable y una esperanza renovada, Sarah se adentró en el corazón del mundo de fantasía, buscando a su familia y la paz que tanto anhelaba. Porque en su corazón, siempre supo que la magia y el amor son eternos, y que su historia aún tenía muchos capítulos por escribir.

Lo que esconden los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora