Tristeza

3 1 0
                                    


Ailith y Kael, tras la devastadora pérdida de Sarah, regresaron a la aldea, abatidos y llenos de dolor. La tristeza se había instalado en el corazón de Ailith, y aunque Kael estaba a su lado, el vacío dejado por su madre era inmenso. Los aldeanos, al verlos llegar sin Sarah, comprendieron la magnitud de la tragedia y los rodearon con muestras de apoyo y consuelo.

Una noche, mientras Ailith se encontraba sola en el jardín de su casa, mirando las estrellas y recordando a su madre, Kael se le acercó en silencio. La luna iluminaba su rostro triste, y Kael sintió un profundo deseo de aliviar su sufrimiento.

—Ailith... —dijo suavemente, sentándose a su lado—. Sé que nada de lo que diga podrá llenar el vacío que sientes, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, siempre.

Ailith, con lágrimas en los ojos, lo miró y asintió. Sabía que Kael hacía todo lo posible por apoyarla, y aunque su corazón estaba roto, apreciaba su presencia constante.

—Gracias, Kael. No sé qué haría sin ti —respondió, su voz apenas un susurro.

Kael la abrazó, y en ese momento, sintió la conexión profunda que los unía. Un amor que había crecido a lo largo de las adversidades y que ahora se fortalecía en medio del dolor.

Mientras tanto, en las sombras, Morgathra y Malakar observaban desde su escondite. Habían regresado a la aldea con un nuevo y retorcido plan. La venganza y el odio los impulsaban a destruir a Ailith de una vez por todas.

—Hermana, debemos actuar ahora que está vulnerable. Su dolor es nuestra mejor arma —dijo Malakar, con una sonrisa maligna.

Morgathra asintió, sus ojos brillando con malicia.

—Sí, pero esta vez, no subestimaremos su fuerza. Atacaremos donde más le duele —respondió, mientras sus manos comenzaban a tejer un oscuro hechizo.

La noche siguiente, mientras la aldea dormía, Morgathra y Malakar invocaron criaturas de las sombras para que sembraran el caos y el terror. Los aldeanos despertaron alarmados, y Ailith y Kael se encontraron una vez más en medio de la batalla.

—¡No dejaremos que destruyan nuestra aldea! —gritó Ailith, su voz llena de determinación.

Kael luchaba a su lado, protegiéndola de los ataques. La unión de sus fuerzas y su amor los hacía más fuertes, pero el enemigo parecía inagotable. Las criaturas de las sombras atacaban sin piedad, y el cielo se oscurecía con la magia maligna de Morgathra.

En medio del caos, Ailith sintió una presencia oscura acechándola. Morgathra y Malakar aparecieron frente a ella, sus rostros llenos de odio y satisfacción.

—Vas a pagar por todo, Ailith. Esta vez, no habrá escapatoria —dijo Morgathra, lanzando un hechizo oscuro.

Ailith intentó bloquearlo con su magia, pero la fuerza del hechizo era abrumadora. Kael se interpuso, recibiendo parte del impacto, y cayó al suelo herido.

—¡Kael, no! —gritó Ailith, arrodillándose a su lado.

Kael, con dificultad, tomó la mano de Ailith.

—No te rindas, Ailith. Puedes vencerlos. Creo en ti —dijo, su voz débil pero llena de convicción.

Ailith, con lágrimas en los ojos, se levantó y enfrentó a Morgathra y Malakar. La tristeza y la ira se transformaron en una fuerza imparable. Con un grito de batalla, desató su magia con una intensidad que nunca antes había conocido.

Las fuerzas oscuras retrocedieron, y Morgathra y Malakar, sorprendidos por la ferocidad de Ailith, se vieron obligados a retirarse. Ailith, exhausta pero victoriosa, se arrodilló junto a Kael, quien sonreía débilmente.

—Lo lograste, Ailith. Sabía que podrías —susurró, antes de desmayarse por las heridas.

Ailith lo abrazó con fuerza, sabiendo que la batalla aún no había terminado, pero con la certeza de que, mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier amenaza.

La tristeza por la pérdida de su madre seguía presente, pero el amor y el apoyo de Kael le daban la fuerza para seguir adelante. Juntos, lucharían contra Morgathra y Malakar, y protegerían la aldea que tanto amaban.

Lo que esconden los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora