Zareth

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La aldea, a pesar de las tensiones y las tragedias recientes, mantenía una calma tensa. Ailith y Kael habían reconciliado sus diferencias, pero la paz seguía siendo frágil. Las fuerzas oscuras, aunque debilitadas, aún acechaban en las sombras, esperando su momento para atacar.

Una noche, mientras la luna llena iluminaba el cielo, un grupo de figuras encapuchadas se deslizó silenciosamente en la aldea. Sus intenciones eran claras: secuestrar a Ailith. Habían sido enviados por un nuevo líder oscuro, ansioso por vengarse y acabar con la resistencia de la aldea.

Ailith dormía profundamente cuando sintió una mano fría taparle la boca. Abrió los ojos aterrorizada y vio las siluetas oscuras rodeándola. Intentó gritar, pero su voz quedó ahogada. Kael, dormido a su lado, despertó sobresaltado y trató de luchar, pero fue golpeado y dejado inconsciente.

Los encapuchados llevaron a Ailith fuera de la aldea con una rapidez y precisión aterradoras. Cuando Kael recobró el conocimiento, ya era demasiado tarde. Ailith había desaparecido.

Desesperado, Kael corrió a la casa de la curandera y reunió a los líderes de la aldea. Les explicó lo sucedido y, con una determinación feroz, declaró que rescataría a Ailith a cualquier costo. La aldea, aunque preocupada, decidió apoyar a Kael, entendiendo que el rescate de Ailith era vital para su supervivencia.

Mientras tanto, Ailith, atada y amordazada, era llevada a una fortaleza oscura en las montañas. Sus captores no hablaban, pero sus intenciones eran claras. La depositaron en una celda fría y oscura, donde permaneció en silencio, tratando de mantener la calma y pensar en una forma de escapar.

Horas después, una figura imponente entró en la celda. Era un hombre de aspecto siniestro, con ojos que brillaban con una maldad inquietante.

—Así que tú eres Ailith, la hija de Sarah y Aric —dijo con una voz suave pero amenazante—. Soy Lord Zareth, y he esperado mucho tiempo para este momento.

Ailith lo miró desafiante, sin mostrar el miedo que sentía.

—¿Qué quieres de mí? —preguntó, tratando de mantener la calma.

—Quiero respuestas y venganza. Tus padres fueron una espina en mi costado durante demasiado tiempo. Ahora, tú pagarás por sus acciones —respondió Zareth, con una sonrisa cruel.

De vuelta en la aldea, Kael y un grupo de guerreros se preparaban para la búsqueda. Sabían que el tiempo era crucial y que cada minuto que pasaba Ailith estaba en mayor peligro. Con determinación, siguieron las pistas dejadas por los secuestradores, adentrándose en el bosque y subiendo las montañas.

Durante el viaje, Kael no podía dejar de pensar en Ailith y en cómo rescatarla. Su amor por ella era su fuerza motriz, y nada lo detendría. En su camino, encontraron varios obstáculos y enfrentaron criaturas oscuras enviadas por Zareth para detenerlos. La acción era intensa y cada batalla los acercaba más a su objetivo.

Finalmente, llegaron a la fortaleza de Zareth. La entrada estaba fuertemente custodiada, pero Kael y sus compañeros lograron infiltrarse utilizando astucia y valentía. El interior de la fortaleza era un laberinto de pasadizos oscuros y trampas, pero Kael, guiado por su amor y determinación, no se detuvo.

Mientras tanto, en su celda, Ailith había comenzado a planear su escape. Utilizando su magia, debilitada pero no extinguida, logró romper sus ataduras y se preparó para enfrentar a sus captores. Cuando Zareth volvió a la celda, encontró a Ailith lista para luchar.

—¡Te subestimas, muchacha! —gritó Zareth, desenvainando una espada oscura.

Ailith, con una mezcla de miedo y determinación, se lanzó al ataque. La batalla fue feroz, y justo cuando Ailith parecía estar perdiendo terreno, Kael y los guerreros irrumpieron en la celda.

—¡Kael! —exclamó Ailith, sintiendo una ola de alivio y fuerza renovada.

Juntos, Ailith y Kael lucharon contra Zareth, sus movimientos sincronizados y llenos de magia y poder. Finalmente, lograron derrotar a Zareth, pero no sin sufrir heridas y agotamiento.

Con Zareth derrotado, liberaron a los demás prisioneros de la fortaleza y comenzaron el viaje de regreso a la aldea. Ailith, aunque herida y cansada, se sintió más fuerte con Kael a su lado. Sabía que la lucha por la paz y la seguridad de su aldea aún no había terminado, pero con Kael y sus amigos, estaba preparada para enfrentar cualquier desafío que viniera.

Lo que esconden los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora