Ailith y Kael continuaron explorando el bosque y el arroyo, intentando descifrar los misterios de los portales y sus propios orígenes. Ailith no podía dejar de preguntarse quién era realmente Kael. Había algo en él, una conexión que no podía explicar, y una parte de su historia que parecía extrañamente familiar.Mientras tanto, en la aldea, Sarah y Aric estaban extremadamente preocupados. La desaparición de su hija los había sumido en una ansiedad constante. Organizaron grupos de búsqueda y utilizaron todos los recursos a su disposición para encontrarla, pero el bosque era vasto y lleno de rincones ocultos.
—Tenemos que encontrarla, Aric. No puedo soportar la idea de que algo le haya pasado —dijo Sarah, con lágrimas en los ojos.
—Lo haremos, Sarah. Ailith es fuerte y valiente, pero debemos ser más rápidos —respondió Aric, apretando su mano con determinación.
Mientras tanto, Ailith y Kael encontraron una cueva oculta detrás de una cascada en el arroyo. La cueva parecía haber sido habitada en algún momento, con símbolos antiguos grabados en las paredes y una energía mágica palpable en el aire.
—Kael, ¿qué sabes de tu madre? —preguntó Ailith mientras exploraban la cueva.
Kael se detuvo y miró a Ailith con una expresión de tristeza y confusión.
—No sé mucho. Solo que desapareció cuando yo era niño, y he estado buscándola desde entonces. Mi padre nunca hablaba de ella, y los aldeanos de mi hogar la consideraban una especie de leyenda oscura —respondió Kael, con un suspiro.
Ailith sintió una punzada en su corazón. Había algo en la historia de Kael que resonaba con una verdad inquietante.
—Quizás encontremos respuestas aquí —dijo Ailith, señalando un antiguo cofre en el rincón de la cueva.
Abrieron el cofre con cautela y encontraron viejos pergaminos y un amuleto que brillaba con una luz tenue. Al examinar los pergaminos, Ailith descubrió un diario con el nombre de Liora escrito en la tapa.
—Kael, esto podría ser lo que estamos buscando —dijo Ailith, comenzando a leer en voz alta.
El diario contaba la historia de Liora, una poderosa hechicera que había sido consumida por la envidia y el odio. Ailith sintió un escalofrío mientras leía sobre los eventos que llevaron a la caída de Liora, y cómo sus propios padres, Sarah y Aric, habían sido responsables de detenerla para proteger la aldea.
—Kael... tu madre era Liora —dijo Ailith, su voz temblando—. Mis padres... ellos la derrotaron porque ella era una amenaza para todos nosotros.
Kael se quedó en silencio, procesando la revelación. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero también de comprensión.
—Eso explica tantas cosas. Por qué nunca pude encontrar respuestas en mi hogar. Por qué mi padre nunca hablaba de ella. Y ahora entiendo por qué sentía esta conexión contigo, Ailith —dijo Kael, con una voz temblorosa.
Ailith sintió una mezcla de dolor y empatía por Kael. Se acercó y lo abrazó.
—Lo siento tanto, Kael. Pero ahora entiendo por qué nos encontramos. Tal vez podamos encontrar una manera de redimir la historia de nuestras familias —dijo Ailith, con determinación.
Mientras tanto, Sarah y Aric, guiados por la intuición y la magia, finalmente llegaron al arroyo. Al ver a su hija y a Kael, se sintieron aliviados pero también preocupados por la presencia del extraño joven.
—Ailith, ¿estás bien? —preguntó Sarah, corriendo hacia su hija y abrazándola con fuerza.
—Sí, madre. Pero hay algo que necesitan saber —respondió Ailith, mirando a Kael—. Este es Kael, el hijo de Liora.
Sarah y Aric se quedaron estupefactos, sus mentes retrocediendo a los recuerdos oscuros de la batalla contra Liora. Aric miró a Kael con desconfianza, pero Sarah lo observó con una mezcla de tristeza y compasión.
—Kael, eres bienvenido aquí. Sabemos lo que tu madre hizo, pero tú no eres responsable de sus acciones —dijo Sarah, extendiendo la mano hacia el joven.
Kael, con los ojos llenos de lágrimas, tomó la mano de Sarah.
—Gracias. Solo quiero respuestas y quizás una oportunidad para redimir la memoria de mi madre —dijo Kael, con sinceridad.
La revelación de la identidad de Kael y el entendimiento que surgió entre ellos marcó el comienzo de una nueva fase en sus vidas. Ailith, Kael, Sarah y Aric sabían que, aunque las sombras del pasado aún los rodeaban, juntos podían enfrentar cualquier amenaza.
Los portales seguían siendo un misterio y una fuente de peligro, pero con su nueva alianza y comprensión, estaban decididos a proteger su mundo y descubrir la verdad sobre sus conexiones mágicas y familiares.
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Lo que esconden los sueños
FantasíaSarah tenía nueve años, su madre había desaparecido hace dos años, y últimamente estaba teniendo sueños extraños..hacia.. ¿Otro mundo? Su vida iba a cambiar por completo...