Habían pasado seis años desde el día en que Sarah cruzó el portal y encontró a su madre, desde la batalla que selló su destino en Eteria. La aldea había cambiado mucho desde entonces, y Sarah también. Había crecido y se había convertido en una guerrera formidable, siempre luchando por proteger a los suyos.A pesar de su nueva vida y sus responsabilidades, Sarah a menudo pensaba en su padre. Se preguntaba cómo estaría y qué habría sido de él en su ausencia. Las cartas que había enviado en los primeros años no habían recibido respuesta, y la preocupación nunca la abandonaba.
Aric también había cambiado. Se había convertido en un líder fuerte y respetado, guiando a la aldea con valentía y sabiduría. Pero una cosa no había cambiado: su amor por Sarah. Este sentimiento había crecido y madurado con el tiempo, y sabía que había llegado el momento de expresarlo.
Una noche, bajo la luz de la luna llena, Aric llevó a Sarah a un lugar especial en el bosque. Era un claro rodeado de árboles antiguos, cuyas hojas brillaban con un suave resplandor mágico. En el centro del claro, un pequeño lago reflejaba las estrellas, creando una atmósfera de ensueño.
—Sarah —dijo Aric, tomando su mano—, hay algo que he querido decirte desde hace mucho tiempo.
Sarah lo miró, sus ojos reflejando la curiosidad y el cariño que sentía por él.
—¿Qué es, Aric?
Aric respiró hondo, buscando las palabras adecuadas.
—Hemos pasado por mucho juntos. Hemos luchado, hemos llorado, y hemos reído. Pero a través de todo, mi amor por ti ha crecido más de lo que jamás podría haber imaginado.
Sarah sintió que su corazón se aceleraba. Había sentido lo mismo por Aric, pero nunca había encontrado el momento adecuado para expresarlo.
—Aric, yo...
Antes de que pudiera continuar, Aric la interrumpió suavemente.
—Sarah, sé que tienes muchas preocupaciones y responsabilidades. Pero quiero que sepas que estaré a tu lado, sin importar lo que el futuro nos depare. Te amo, y quiero pasar el resto de mi vida contigo.
Las palabras de Aric llenaron a Sarah de una calidez indescriptible. Sin dudarlo, se lanzó hacia él, abrazándolo con fuerza.
—Yo también te amo, Aric. Siempre te he amado. Y sé que juntos podemos enfrentar cualquier cosa.
El claro brillaba con una luz mágica mientras se abrazaban, sellando su amor en ese lugar lleno de fantasía y belleza.
Pero la paz de ese momento fue interrumpida por un sonido distante, un retumbar que resonaba en el suelo. Sarah y Aric se separaron, alerta.
—¿Qué es eso? —preguntó Sarah, mirando hacia el bosque oscuro.
Zetharion apareció de entre los árboles, su expresión grave.
—Una nueva amenaza ha surgido. Criaturas de las sombras están atacando de nuevo. Debemos defender la aldea.
Sarah y Aric se miraron, sintiendo que su momento de paz había terminado. Con determinación renovada, se unieron a Zetharion y corrieron hacia la aldea, listos para enfrentarse a la oscuridad una vez más.
Al llegar, encontraron a los aldeanos luchando valientemente contra las criaturas. Sarah y Aric se lanzaron a la batalla, sus movimientos sincronizados y poderosos.
—¡No dejéis que pasen! —gritó Sarah, usando el poder del medallón para lanzar ráfagas de luz que desintegraban a los enemigos.
Aric, con su espada de cristal, cortaba a través de las sombras con una destreza increíble, protegiendo a los suyos con cada golpe.
La batalla fue intensa, pero con la fuerza combinada de Sarah, Aric y los aldeanos, lograron repeler a las criaturas. Cuando el último de los enemigos cayó, la aldea estalló en vítores de victoria.
Esa noche, mientras la aldea celebraba, Sarah y Aric se tomaron un momento para sí mismos. Se sentaron junto al lago en el claro mágico, observando las estrellas.
—Siempre habrá amenazas —dijo Sarah, apoyando su cabeza en el hombro de Aric—, pero sé que mientras estemos juntos, podremos enfrentarlas.
Aric la abrazó, sintiendo la misma seguridad.
—Sí, Sarah. Y algún día, encontraremos respuestas sobre tu padre. Hasta entonces, nos tenemos el uno al otro.
Y así, bajo el cielo estrellado y en el lugar más mágico de Eteria, Sarah y Aric sellaron su amor, sabiendo que su unión era la fuente de su fuerza y su esperanza.
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Lo que esconden los sueños
FantasySarah tenía nueve años, su madre había desaparecido hace dos años, y últimamente estaba teniendo sueños extraños..hacia.. ¿Otro mundo? Su vida iba a cambiar por completo...