La sombra de la tristeza cubría la aldea como una manta pesada. Sarah, sumida en un profundo duelo, apenas respondía a las palabras de consuelo de su hija. Ailith, desesperada por ver a su madre sonreír de nuevo, hacía todo lo posible por animarla, pero la pérdida de Aric había dejado una herida que parecía imposible de sanar.Kael observaba la situación con creciente preocupación. Se culpaba por la cadena de eventos que habían llevado a la tragedia, convencido de que su búsqueda de respuestas había desencadenado el sufrimiento.
—Si no hubiera insistido en conocer mi origen, quizás todo esto no habría ocurrido —murmuraba para sí mismo, sin saber que la oscuridad estaba tejiendo nuevos planes siniestros en su contra.
En las profundidades de la oscuridad, Morgathra se reunía con su hermano Malakar, un hechicero igualmente maligno, conocido por sus artes oscuras y su odio visceral hacia la aldea.
—Debemos terminar lo que empezamos, Morgathra —dijo Malakar, su voz resonando con malevolencia.
—Sí, hermano. Secuestraremos a Ailith. Esa será nuestra venganza final. Destruiremos su espíritu y acabaremos con esa aldea que tanto odiamos —respondió Morgathra, con una sonrisa cruel.
La noche cayó sobre la aldea, y mientras todos dormían, los hermanos pusieron en marcha su plan. Con sigilo, se infiltraron en el hogar de Sarah y Aric. Ailith dormía profundamente, agotada por los días de angustia y lucha.
De repente, un frío intenso llenó la habitación de Ailith. Antes de que pudiera reaccionar, Morgathra y Malakar la habían envuelto en un hechizo paralizante y la sacaron de la casa, desvaneciéndose en la oscuridad.
Kael, que dormía cerca, se despertó de repente con un mal presentimiento. Sentía que algo no estaba bien. Se levantó rápidamente y corrió hacia la habitación de Ailith, solo para encontrarla vacía.
—¡Ailith! —gritó, su voz llenando la casa de alarma.
Corrió hacia Sarah, quien yacía despierta, sus ojos llenos de tristeza pero también de una renovada preocupación.
—Sarah, Ailith ha desaparecido. Creo que algo malo le ha pasado —dijo Kael, su voz llena de urgencia.
Sarah, sintiendo un nuevo tipo de miedo, se levantó de inmediato.
—No, no puedo perder también a Ailith. Debemos encontrarla —dijo, su tristeza transformándose en una feroz determinación.
Kael y Sarah se armaron con lo que pudieron y salieron de la casa, llamando a los aldeanos para organizar una búsqueda.
En el corazón del bosque, Ailith se encontraba atrapada en un oscuro y frío calabozo, su cuerpo todavía bajo el efecto del hechizo paralizante. Morgathra y Malakar la observaban con satisfacción.
—Pronto, esa aldea conocerá el verdadero dolor —dijo Morgathra, acariciando una serpiente que se enroscaba en su brazo.
Mientras tanto, Kael y Sarah avanzaban por el bosque, siguiendo los rastros de magia oscura que habían dejado los hechiceros. Kael, utilizando su conexión mágica, pudo sentir las energías negativas que emanaban de Morgathra y Malakar.
—Debemos ser cuidadosos, Sarah. No podemos enfrentarlos directamente. Necesitamos un plan —dijo Kael, su mente trabajando a toda velocidad.
Sarah asintió, sus ojos ardiendo con una determinación renovada.
—Vamos a rescatara Ailith. No importa qué tengamos que hacer —dijo.
Con cautela, se acercaron al lugar donde Ailith estaba prisionera. Desde la oscuridad, vieron la figura de Morgathra y Malakar, sus voces llenas de odio y triunfo.
—Los padres de esta niña pagarán caro por lo que hicieron —dijo Malakar, su voz resonando con crueldad.
Kael y Sarah sabían que debían actuar rápido. Utilizando un hechizo de invisibilidad, Kael se deslizó cerca de los hechiceros, mientras Sarah se preparaba para liberar a Ailith.
En un movimiento rápido, Kael desató una explosión de luz mágica, cegando a Morgathra y Malakar. Sarah corrió hacia su hija, rompiendo las cadenas mágicas que la retenían.
—¡Ailith, vamos! —gritó Sarah, tirando de su hija mientras Kael mantenía a raya a los hechiceros con sus habilidades mágicas.
La batalla que siguió fue intensa. Morgathra y Malakar lanzaban hechizos oscuros, pero Kael, con su valentía y habilidad, logró proteger a Sarah y Ailith, guiándolas hacia la seguridad del bosque.
Finalmente, lograron escapar, pero sabían que la amenaza de Morgathra y Malakar no había terminado.
De vuelta en la aldea, Sarah abrazó a Ailith con fuerza.
—No dejaré que te alejen de mí otra vez —dijo, sus ojos llenos de lágrimas y determinación.
Kael, herido pero firme, se acercó a ellas.
—Tenemos que estar preparados. Volverán, y debemos estar listos para luchar —dijo, su voz llena de resolución.
La aldea, aunque herida y cansada, se unió más fuerte que nunca, preparándose para enfrentar las oscuras amenazas que aún acechaban en las sombras. La acción, el misterio y la fantasía continuaban tejiéndose en sus vidas, con cada día presentando nuevos retos y peligros. Pero unidos por el amor y la valentía, sabían que podían enfrentar cualquier cosa.
ESTÁS LEYENDO
Lo que esconden los sueños
FantasySarah tenía nueve años, su madre había desaparecido hace dos años, y últimamente estaba teniendo sueños extraños..hacia.. ¿Otro mundo? Su vida iba a cambiar por completo...