Ailith sentía su cuerpo cada vez más pesado, como si la energía vital se le escapara con cada golpe que daba y recibía. La batalla contra Morgathra y Malakar era intensa, los hechizos y ataques resonaban en la cueva, iluminándola con destellos de luz y sombras danzantes. A medida que luchaba, los hermanos oscuros parecían ganar fuerza, alimentándose de su ira y desesperación.—¿Te das cuenta, Ailith? —dijo Morgathra con una sonrisa maliciosa mientras esquivaba uno de sus ataques—. Tus pérdidas te han transformado en lo que siempre debiste ser. La auténtica tú.
Malakar, desde el otro lado de la cueva, añadió con su voz profunda y resonante:
—El dolor, la ira, el odio... eso es lo que realmente eres ahora. Una guerrera oscura. Acéptalo.
Ailith no podía creer lo que oía, pero mientras más luchaba, más se daba cuenta de que sus palabras tenían un eco de verdad que la aterrorizaba. Recordó a su pequeño, a su hijo arrebatado cruelmente de la vida. Pensó en Kael, en su amor que ahora sentía tan vacío y sin sentido. Los aldeanos, esas personas que había protegido, le parecían ingratos y despreciables. La furia y la tristeza se mezclaban dentro de ella, creando un torbellino de emociones que la debilitaba.
—¡No! —gritó Ailith, tratando de desterrar esos pensamientos, pero la ira seguía creciendo—. ¡No puedo aceptar esto!
Morgathra se acercó más, su risa gélida resonando en la cueva.
—Ya lo has hecho, Ailith. Siente cómo la oscuridad te consume. Es lo que siempre has sido en tu interior.
La resistencia de Ailith se quebró un poco más con cada palabra, sus movimientos se volvían lentos y descoordinados. Sentía la ira crecer, desbordándose, y sus gritos de rabia resonaban con fuerza.
—¡IROS A LA MIERDA! —gritó, su voz llenando la cueva con una potencia desgarradora—. ¡ESTO ES UNA PESADILLA!
En un último esfuerzo desesperado, Ailith desató una ola de magia pura, impulsada por su ira y dolor. La explosión de energía lanzó a Morgathra y Malakar contra las paredes de la cueva, hiriéndolos gravemente. Pero a pesar de la momentánea victoria, Ailith cayó de rodillas, exhausta y emocionalmente devastada.
La cueva se llenó de un silencio sepulcral. Ailith respiraba con dificultad, sintiendo el peso de sus emociones aplastarla. La oscuridad dentro de ella seguía luchando por salir, pero su determinación no estaba completamente extinguida.
—No seré una de ustedes... —murmuró entre jadeos—. No lo seré.
Morgathra y Malakar, heridos pero no derrotados, se desvanecieron en las sombras, sus risas resonando una última vez.
—Nos veremos pronto, Ailith —dijo Morgathra, su voz desvaneciéndose—. La oscuridad siempre encuentra su camino.
Ailith quedó sola en la cueva, sintiendo la lucha interna en su corazón. Sabía que la verdadera batalla no era solo contra Morgathra y Malakar, sino contra la oscuridad que amenazaba con consumirla desde dentro. Con un último esfuerzo, se levantó, decidida a encontrar una manera de purgar esa oscuridad y recuperar su verdadero ser. Pero sabía que el camino sería largo y lleno de desafíos.
Con pasos tambaleantes, Ailith salió de la cueva, sabiendo que debía regresar a la aldea y a Kael....o quizás no.
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Lo que esconden los sueños
FantasySarah tenía nueve años, su madre había desaparecido hace dos años, y últimamente estaba teniendo sueños extraños..hacia.. ¿Otro mundo? Su vida iba a cambiar por completo...