Los años pasaron y la hija de Sarah y Aric, llamada Ailith, creció en un ambiente lleno de amor y seguridad. Ailith, cuyo nombre significaba "luz de diosa", se convirtió en una niña hermosa y alegre, con una energía mágica que todos en la aldea notaban. Sus ojos brillaban con la misma luz que su madre y su padre, y su risa resonaba como una melodía encantadora.Ailith demostró desde temprana edad tener habilidades mágicas extraordinarias. Podía hacer florecer las plantas con solo tocarlas y convocar pequeñas luces que danzaban a su alrededor. Sarah y Aric la guiaron con cuidado, enseñándole a usar sus poderes con responsabilidad y bondad.
Sin embargo, la paz en la aldea no era eterna. Las amenazas a los portales mágicos, que una vez trajeron a Sarah a este mundo, continuaban. Los portales, que conectaban diferentes reinos, eran vulnerables a aquellos que querían usar su poder para el mal. Criaturas oscuras y hechiceros malignos buscaban constantemente formas de explotarlos.
Una noche, mientras la aldea dormía, un grupo de criaturas oscuras emergió de uno de los portales cercanos. Liderados por un hechicero conocido como Malakar, estos seres tenían la intención de controlar los portales y sembrar el caos en los reinos conectados.
Sarah, Aric y los demás guardianes de la aldea se prepararon rápidamente para la batalla. Ailith, aunque joven, insistió en ayudar.
—Madre, padre, puedo sentir la energía de los portales. Puedo ayudar —dijo Ailith, con determinación en sus ojos.
—Eres muy valiente, Ailith, pero esto es peligroso —dijo Aric, preocupado.
—Sé que puedo hacerlo. Somos una familia y luchamos juntos —respondió Ailith, con una madurez sorprendente para su edad.
Con su luz interior brillando más fuerte que nunca, Ailith se unió a sus padres y a los guardianes. Se dirigieron hacia el portal más cercano, donde las criaturas oscuras y Malakar ya estaban comenzando su ataque.
La batalla fue intensa. Aric, con su espada de cristal, se enfrentó a las criaturas oscuras, mientras Sarah usaba su medallón para invocar barreras de luz y lanzar hechizos poderosos. Ailith, aunque aún aprendiendo, utilizó su habilidad para manipular la naturaleza, haciendo que raíces y plantas atraparan a los enemigos.
—¡No permitiremos que toméis este portal! —gritó Sarah, lanzando un rayo de luz hacia Malakar.
Malakar, riendo con desprecio, contrarrestó con un hechizo oscuro. Sin embargo, subestimó el poder combinado de Sarah, Aric y Ailith.
—No os dejaremos ganar —dijo Aric, protegiendo a Sarah y Ailith con su espada luminosa.
Ailith, observando la lucha, sintió una conexión profunda con el portal. Sabía que su magia podía hacer algo más. Se concentró, sus manos brillando con una luz dorada, y comenzó a recitar un antiguo hechizo que había aprendido de Zetharion.
—Por la luz de la diosa, cierro este portal a la oscuridad —dijo Ailith, con su voz resonando con un poder inesperado.
El portal respondió a la magia de Ailith, emitiendo una luz intensa que repelió a las criaturas oscuras y a Malakar. Los enemigos comenzaron a retroceder, incapaces de soportar la energía pura que emanaba del portal.
—¡No! ¡Esto no puede estar sucediendo! —gritó Malakar, tratando de lanzar otro hechizo, pero fue interrumpido por un rayo de luz de Sarah y un golpe decisivo de la espada de Aric.
Con un último esfuerzo, Ailith completó el hechizo y el portal se selló, cortando el acceso de las criaturas oscuras. Malakar, herido y derrotado, desapareció en una nube de sombras, jurando venganza.
Los guardianes de la aldea vitorearon mientras los enemigos restantes huían. Sarah y Aric abrazaron a Ailith, orgullosos de su valor y poder.
—Lo hiciste, hija. Nos salvaste a todos —dijo Sarah, con lágrimas de alegría.
—No lo hice sola. Somos una familia y luchamos juntos —respondió Ailith, sonriendo.
La aldea celebró la victoria, pero sabían que siempre habría amenazas a los portales. Ailith, con su nombre de diosa y su luz interior, se convirtió en un símbolo de esperanza y protección. Con el amor y la guía de sus padres, estaba destinada a ser una poderosa guardiana de los portales y un faro de luz en tiempos de oscuridad.
Mientras las estrellas brillaban sobre la aldea, Sarah, Aric y Ailith sabían que, juntos, podían enfrentar cualquier desafío. Su amor y su fuerza eran inquebrantables, y con Ailith a su lado, el futuro parecía lleno de esperanza y luz.
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Lo que esconden los sueños
FantasíaSarah tenía nueve años, su madre había desaparecido hace dos años, y últimamente estaba teniendo sueños extraños..hacia.. ¿Otro mundo? Su vida iba a cambiar por completo...