Último aliento

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Kael corría desesperado por los caminos del bosque, buscando cualquier rastro de magia que le indicara dónde estaba Ailith. Cada paso que daba, cada segundo que pasaba, su desesperación aumentaba. Llevaba días buscando a su amada sin éxito, pero no podía rendirse. El amor que sentía por ella lo impulsaba a seguir adelante.

Finalmente, encontró una cueva con rastros de magia oscura. Sabía que esa había sido la guarida de Morgathra y Malakar. Había señales de una breve pero intensa batalla, restos de magia oscura impregnaban el lugar. Kael supo en ese momento que Ailith había estado allí y que se había enfrentado a sus enemigos.

Continuó corriendo, preguntando a los animales fantásticos del bosque si habían visto a Ailith. Los animales, sensibles a la angustia de Kael, lo guiaron. Uno de ellos, una majestuosa criatura alada, lo llevó hasta el lugar donde yacía Ailith.

—¡Ailith, no! —gritó Kael al verla, casi inerte en el suelo.

Se arrodilló junto a ella, intentando reanimarla, pero su cuerpo apenas respondía. La oscuridad que la había consumido estaba ganando la batalla.

—Ailith, quédate conmigo, por favor —suplicaba Kael, con lágrimas en los ojos.

En un último suspiro, Ailith abrió los ojos y miró a Kael. Sus labios se curvaron en una sonrisa triste.

—No puedo más, Kael... no puedo con más dolor —susurró Ailith. Sus palabras eran apenas audibles, pero llenas de una paz resignada—. Por fin me reuniré con mis padres y nuestro hijo.

Kael la abrazó, sintiendo cómo la vida se escapaba de su amada. Las lágrimas caían libremente por su rostro mientras la sostenía con fuerza.

—Kael... veo a nuestro bebé —dijo Ailith, su voz apagándose mientras sus ojos se cerraban lentamente.

Kael la sostuvo hasta que el último aliento de vida la abandonó. La tristeza lo envolvía, su corazón roto en mil pedazos. Había perdido a su amor, a su compañera, y ahora estaba solo.

El bosque, testigo silencioso de su dolor, parecía compartir su tristeza. Las criaturas fantásticas se acercaron, rodeándolo en un acto de consuelo. Kael sabía que debía seguir adelante, pero en ese momento, lo único que podía hacer era llorar la pérdida de Ailith.

La oscuridad que había corrompido a Ailith se había llevado su luz, pero en su último suspiro, ella había encontrado paz, reunida con su familia en el más allá. Kael prometió honrar su memoria y encontrar una manera de derrotar a las fuerzas oscuras que habían causado tanto sufrimiento.

Mientras el sol se ponía, Kael sostuvo a Ailith una última vez, prometiéndole que encontraría la manera de traer la paz definitiva a la aldea, en su nombre y en el de su hijo.

Lo que esconden los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora