El alivio inicial tras la batalla con la bestia fue efímero. La madre de Sarah, quien había sido llevada de vuelta a la aldea para recuperarse, empeoró drásticamente. Sus heridas, que inicialmente parecían responder a los cuidados de la sanadora, se oscurecieron y supuraron con una energía maligna.—Esto no es una simple herida —dijo la sanadora, su rostro lleno de preocupación—. Es una maldición poderosa.
Sarah, desesperada, sostuvo la mano temblorosa de su madre.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó con voz quebrada—. No puedo perderla.
En ese momento, Zetharion, el ser eterno, y su hijo Aric llegaron corriendo. Zetharion inspeccionó las heridas de la madre de Sarah y su expresión se endureció.
—Es obra de Morgana —dijo con gravedad—. La bruja que controla los portales. Ella ha maldecido a tu madre para debilitarte.
Sarah miró a Zetharion con desesperación y determinación.
—¿Cómo podemos romper la maldición?
Zetharion suspiró.
—La única manera es enfrentar a Morgana y obligarla a deshacer su hechizo. Pero será una batalla difícil. Morgana es poderosa y astuta.
Sarah asintió con firmeza.
—Haré lo que sea necesario.
Con Zetharion, Aric y algunos aldeanos más, Sarah se preparó para el viaje a Nimeria, el dominio de Morgana. Dejaron a la madre de Sarah al cuidado de la sanadora, con la promesa de regresar con una cura.
A través del portal, llegaron a Nimeria, un mundo donde la oscuridad y la maldad de Morgana se sentían en cada rincón. Su castillo se alzaba imponente en la distancia, un lugar de pesadilla y sombras.
El camino hacia el castillo estaba plagado de peligros. Criaturas sombrías y espectros atacaron a Sarah y su grupo, pero con el poder del medallón y la valentía de Aric, lograron avanzar.
Finalmente, llegaron a las puertas del castillo. Al entrar, el aire se volvió aún más opresivo. Subieron escaleras interminables hasta llegar al salón principal, donde Morgana los esperaba.
La bruja era una figura majestuosa y aterradora, con ojos que brillaban con una inteligencia cruel.
—Así que has venido, niña —dijo Morgana con una sonrisa torcida—. Sabía que no te rendirías tan fácilmente.
Sarah levantó el medallón, que brillaba con una luz pura.
—Libera a mi madre de tu maldición, Morgana. No permitiré que siga sufriendo.
Morgana se rió, un sonido que resonó en las paredes del castillo.
—¿Y por qué haría eso? Tu madre está muriendo porque tú te interpusiste en mi camino. Los portales me pertenecen.
Con un movimiento de su mano, Morgana lanzó una ráfaga de energía oscura hacia Sarah. Aric se interpuso, usando su espada de cristal para desviar el ataque. La batalla comenzó, y fue feroz. Morgana invocó sombras y espectros, mientras Zetharion y Aric luchaban con todas sus fuerzas.
Sarah, concentrada y decidida, se dirigió hacia el altar donde Morgana había colocado un grimorio antiguo. Sabía que allí estaba la clave para salvar a su madre. Mientras la batalla rugía a su alrededor, Sarah recitó las palabras que Zetharion le había enseñado, canalizando la energía del medallón y el talismán.
Pero Morgana, dándose cuenta de lo que Sarah estaba haciendo, lanzó un grito de furia y se abalanzó sobre ella. Con un último esfuerzo, Zetharion utilizó toda su energía restante para contener a la bruja, permitiendo a Sarah completar el conjuro. Una luz cegadora llenó la sala, pero Morgana, con un grito de odio, logró escapar a través de un portal oscuro antes de ser completamente derrotada.
Sarah cayó de rodillas, agotada y con el corazón roto.
—No lo logramos completamente —murmuró Aric, ayudándola a levantarse—. Pero hemos debilitado su poder. Debemos regresar a la aldea.
De vuelta en la aldea, la sanadora les recibió con una expresión de tristeza.
—Tu madre está muy débil, Sarah. La maldición la ha consumido demasiado.
Sarah corrió a la cama de su madre, que apenas podía mantener los ojos abiertos.
—Mamá, estoy aquí —dijo Sarah, tomando su mano—. Lo intenté, lo juro.
La madre de Sarah la miró con amor y orgullo.
—Lo sé, mi valiente niña. Lo sé. Estoy... tan orgullosa de ti.
Con sus últimas fuerzas, la madre de Sarah le sonrió y cerró los ojos. Su respiración se detuvo, y Sarah sintió que su corazón se rompía en mil pedazos.
Las lágrimas caían libremente mientras Sarah abrazaba el cuerpo inerte de su madre. Aric y Zetharion se acercaron, ofreciéndole su apoyo silencioso.
—La batalla no ha terminado —dijo Zetharion con voz grave—. Morgana aún está ahí fuera, y los portales siguen en peligro. Pero tu madre no murió en vano. Hemos debilitado a Morgana y sabemos que podemos luchar contra ella.
Sarah, con los ojos llenos de lágrimas, asintió lentamente. Sabía que debía seguir adelante, no solo por el bien de los portales y los mundos, sino para honrar la memoria de su madre.
—Seguiremos luchando —dijo con voz temblorosa pero firme—. No permitiré que Morgana gane. No mientras yo esté viva.
Con el corazón pesado pero lleno de determinación, Sarah se preparó para la próxima etapa de su viaje. La lucha contra Morgana continuaría, y Sarah estaba más decidida que nunca a restaurar el equilibrio y la paz en los mundos.
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Lo que esconden los sueños
FantasiSarah tenía nueve años, su madre había desaparecido hace dos años, y últimamente estaba teniendo sueños extraños..hacia.. ¿Otro mundo? Su vida iba a cambiar por completo...