53. Sra Regina

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Darío

Me adentro al vehículo el cual es conducido por mi mejor amigo, Kris.

A pesar de nuestras indiferencias con respecto a Naylea, hemos sabido volver a ser los mismos de antes, Kris comprendió completamente mi situación y terminó admitiendo que lo que sentía por ella no era más que atracción sexual, se disculpó con Naylea y decidimos dejarlo pasar.

Estos últimos meses se han sentido verdaderamente mágicos, soy feliz, tenía años sin poder decir eso, me siento querido, estoy rodeado de personas maravillosas y no hay nada que no haga por ellas.

Por eso me encuentro aquí, a punto de llegar al pórtico de la señora Regina.

Me paro frente a la puerta, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros. Sabía que este encuentro no iba a ser fácil, pero por Naylea, estoy dispuesto a intentarlo. Toco el timbre y espero, tratando de controlar los nervios.

La puerta se abre y me encuentro cara a cara con una mujer de aspecto serio, pero amable.

—Hola, buenas tardes—digo, forzando una sonrisa—Soy Dario y le prometo que si me deja pasar, puedo hacer de esta visita una fructífera.

Me mira de arriba abajo y me abre la puerta dándome permiso de adentrarme a su sala.

Observo todo a mi alrededor, bajo su atenta mirada cargada de interés y curiosidad. me daba mucha curiosidad el saber cómo es el lugar donde se crió ella...

Las paredes están pintadas de un beige cálido, decoradas con fotografías familiares enmarcadas, ella sale muy hermosa en todas ellas, las quiero colgadas en mi oficina, en algunas sale de pequeña con una enorme sonrisa mostrando algunos dientes faltantes.

Siempre ha sido preciosa.

En el centro de la sala, un sofá cómodo y gastado por los años se enfrenta a una televisión de tamaño moderado, montada sobre un mueble de madera.

Las ventanas están vestidas con cortinas de tela ligera que dejan pasar la luz natural durante el día, creando un ambiente luminoso y alegre. En un rincón, una planta de interior grande agrega un toque de verde, todo muy hogareño.

—Sé quién es—habla al fin—lo que no entiendo es: ¿qué hace aquí?

En silencio, la sigo hasta el sofá, puedo sentir su mirada evaluándome. No había tiempo para rodeos; tenía que ir directo al grano.

—Señora, gracias por recibirme, pero necesito ser claro...estoy aquí porque, más que el jefe de su hija, soy su pareja. Por lo tanto, me encuentro en este lugar sentado, mientras mi cabeza tiene una lucha interna—aclaro—porque necesitamos hablar de algo.

Esta se sorprende y luce prestarme aún más atención de la que tenía anteriormente.

Su expresión se volvió más seria—claro, señor Dario. ¿Qué sucede?—pregunta interesada.

Tomo un respiro profundo, recordando porqué estoy aquí.

—Naylea y yo hemos estado hablando mucho sobre la situación entre ustedes dos. Sé que están mal y que hace tiempo no hablan. Naylea no ha podido ser completamente feliz por eso—soy directo—y su felicidad a mí me interesa muchísimo—aclaro.

Veo un destello de dolor en sus ojos, pero ella mantiene su compostura. Ya sé a quién salió mi hermosa.

—No te imaginas cuánto me duele haber cometido el error de tratar así a mi pequeña—contesta, mientras una lágrima traviesa se desliza por su mejilla— me siento la peor persona del mundo y creo que nunca me lo perdonará.

—Ella está dispuesta a eso—contesto, tomándole importancia a las palabras de Naylea de anoche—por eso estoy aquí, es hora de que hablen y hagan las pases.

>>sin embargo, siempre he sido una persona franca. No quiero herirla por lo que voy a decir, ya que todo este tiempo lejos de ella ha sido suficiente castigo para usted, pero, por el bien de la persona que amo, solo le quiero dejar en claro que no me gustaría que se acercara si no está lista, si volverá a escoger a ese hombre antes que a ella, si no le tendrá confianza para escucharla y darle la razón y sobretodo, si no está dispuesta a darle el amor, la comprensión y la importancia que ella se merece. Naylea es una persona increíble, no merece esto.

—Hijo, yo no volvería a hacer nada que la fuera lastimar, no deseo nada más que abrazar a mi niña y prometerle que todo estará bien. Hace meses me dejé de Henry, no podía con la culpa y la presión de lo que trató de hacerle a mi hija y el hecho de que yo estaba dispuesta a permitirlo. Gracias a Enrique e internet, he podido saber un poco de ella, cómo está, cómo es su vida—no finaliza porque empieza a llorar—¡yo solo quiero volver a estar con mi niña!—solloza desesperada—gracias por esta oportunidad.

—Las gracias a quien debe dárselas es a ella, que está dispuesta a salir adelante y perdonar su error y sus comportamientos.

No evito tenerle un poco de resentimiento, gracias a ella, Naylea pasó unos días terribles, la hirió como nadie y la abandonó a su suerte, no me imagino cómo fuese su vida en estos momentos si en vez de nosotros, la habría encontrado algún viejo pervertido, o algún proxeneta...

—Mi hija encontró a un gran hombre, Naylea es increíble, no la dañe—aconseja.

—Eso lo sé, por eso estoy aquí, gracias— es lo único que contesto sobre el tema—este es mi número, nos pondremos en contacto para el encuentro.

Dicho esto, me despido y salgo del lugar con la esperanza de haber hecho lo correcto por ella.

—Nunca me habría imaginado al gran Dario haciendo algo por alguien más que si mismo o su hermana—agrega Kris—esa mujer te ha cambiado completamente.

—Cambios buenos—digo.

—Cambios buenos—repite—¿vamos por unas cervezas?—pregunta.

—Si, esto es un motivo para celebrar.

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Más que tu jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora