34. Amanecí junto a mi jefe

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Nos dirigimos a las habitaciones; aún me encuentro un poco aturdida por lo que sucedió en el restaurante, creo que la muerte de mi padre es algo que nunca voy a superar, o por lo menos no en mucho tiempo.

Darío se ha portado un poco empatico esta noche, no sé si creer en sus acciones, no sé qué tan falso puede llegar a ser.

—Buenas noches—me despido del mismo al llegar a mi habitación.

—Podría pasar y ver algo en la televisión—se auto invita.

—No creo que sea buena idea, ya es muy tarde, mañana tenemos que ir a la construcción.

—Tranquila, eso es lo de menos—asegura— ni usted ni yo, vamos a construir, nuestra presencia no es necesaria.

Se adentra a la habitación sin previo aviso y se sienta en la cama para quitarse los zapatos, acto que me deja atónita, este no es Dario.

—¿Qué espera?—me invita.

—No, tranquilo, usted acomódese—digo para acercarme al pequeño mueble al final de la cama.

Este escoge una película en inglés subtitulada la cual no logro comprender de qué trata, ya que mis ojos se empiezan a cerrar, llorar me agotó.

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Me despierto y examino la habitación de mi lado, no sé cómo llegué a la cama. Me siento y recuesto en el espaldar, es  cuando logro ver a mi jefe, durmiendo desnudo.

¿Qué?

Eso pone todos mis sentidos alerta y chequeo si también lo estoy, para mi suerte no.

¿Qué pasó anoche?, recuerdo haber estado viendo televisión en el sofá.

—Dario—lo toco—Dario—le grito y sigo sin recibir respuestas—DARIO—intento una vez más.

—¿Qué pasa?—pregunta este.

—¿Qué pasó anoche?—pregunto con cierto temor a la respuesta...no bebí anoche, no sé porqué está todo tan confuso.

—Nada, te dormiste en el sofá y te traje hasta tu cama.

—Gracias...—no sé qué decir, momento incomodo...—¿se puede retirar?—pregunto.

—Noo, ¿por qué? Pediré el desayuno y así me cuentas más sobre tu familia.

¿Quién es este hombre y qué ha hecho con Darío?

—Darío, ¿qué quieres?—trato de que esto no se salga de control.

—Nada Naylea, he sido un estupido contigo, he sobrepasado tus límites...no quiero que creas que soy una mala persona.

Tarde.

—¿Qué importa lo que yo crea? Solo soy su asistente, lo repite 30 veces al día.

—Se que me he comportado mal, lo siento, en estos momentos solo busco crear la mejor versión de mí.

—Esto se podría malinterpretar...—reclamo señalando su lado de la cama.

—Esto lo olvidáremos, no hicimos nada, entonces no hay porqué darle vueltas al asunto.

Extiende su mano y toma el teléfono de la habitación, supongo que pedirá comida.

—¡Ahora si!—me exalta—quiero saber sobre tu relación con tu padre.

—A ver...—contesto no muy convencida—¿Qué quieres saber?

—¿Cómo era su relación?, ¿Qué es lo que más extrañas de él?—hace una pequeña pausa—algo que te haya marcado...

—Nuestra relación era excelente, era un gran padre, amigo y sobretodo compañero, siempre veía por los demás y ayudaba lo más que podía. Era un gran hombre, todo aquel que lo conoció, estaría de acuerdo conmigo; de él no podría decir: extraño esto, extraño lo otro—Darío me observa expectante— nunca me cansaré de decirlo, era una persona maravillosa, no hay nada que no pueda extrañar de él, y bueno, lo que más me marcó, era la magia que se sentía cada 1ro de Mayo, es mi cumpleaños.

—¿Cumples en una semana?—pregunta asombrado.

—Si, pero no solo es eso, sino, lo importante que se sentía cada cumpleaños. Mi padre siempre fue un hombre alegre y detallista, cada primero de mayo llenaba el patio de luces (amo las luces), se dedicaba desde muy temprano a colgar cientos de ellas y a mí, bueno, a mí me enviaba al centro comercial con mi madre, yo fingía no saber lo que encontraría cuando llegara a casa, pues, después del segundo año, era un tanto predecible...—sonrío, lo que hace que Darío también lo haga.

—Pero, el hecho de saber que mientras yo me encontraba comiendo helado o mirando algún lindo vestido, papá se encontraba en casa colgando luces para mí, era mágico, emocionante. Siempre llegábamos a las 7:00 pm y ahí estaba él, en el patio esperándome con un rico pastel de chocolate en medio del gazebo, siendo bañado de luces blancas, él siempre fue un ángel.

>>>Nunca he sido una chica social, entonces, celebrar cada uno de mis cumpleaños bailando en el resplandeciente patio, era lo mejor, era perfecto. Al final partíamos el pastel y nos acostábamos en una manta que yacía en el césped a ver alguna película con el proyector viejo de papá, siempre he sido fan de compartir tiempo con mis seres queridos.—suelto una pequeña lagrimita que no pasa desapercibida ante mi jefe, pues, este la seca con su dedo pulgar.

Le sonrío un poco.

—¿ Y tú?, ¿me podrías hablar de tus padres?—pregunto con miedo a arruinar el momento, se puso terrible la última vez que alguien recordó el tema...

—Pues, mis padres siempre fueron personas trabajadoras, amables y leales—sonríe con nostalgia—pasaban mucho de su tiempo trabajando, sin embargo, esto nunca fue problema a la hora de compartir con nosotros...ellos siempre buscaron la forma de ser padres presentes, así fuera llevándonos a la oficina y llenándola de juguetes; SIEMPRE estuvieron con nosotros—Darío cuenta con la mirada perdida, está transportándose a esos momentos— mis padres eran lo mejor.

>>>Después que cumplimos ciertas cantidades de edades, nos buscaron puestos en la empresa. Mi hermana y yo desde muy temprana edad, teníamos responsabilidades que otros niños no, pero no nos importaba, anhelábamos más: salir de la escuela, ir a la empresa, trabajar con nuestros padres y luego llegar a casar y hacer algo juntos, mis padres lo eran todo... estos cuatro años han sido los peores de mi vida. Si hubiese podido elegir entre ellos y yo, me hubiera escogido a mí un millón de veces, ellos lo superarían...tendrían a Naylea, una razón para seguir. ¿Pero yo? Yo no tengo a nadie; aquel día que recibí la noticia, me enterraron junto a ellos, esto que ves—se señala asimismo—no es más que un cuerpo vacío.

Termina de hablar y aprieta sus ojos, siento que debo y puedo darle un abrazo.

Lo sujeto, acurruco y creo que por primera vez escuché a Darío, no al Magnate adinerado que vuelve locas a todas, no al hombre que juzga y maltrata la paz mental de sus empleados, no al cruel dictador arrogante...conocí a Darío, aquel chico que se apagó en ausencia de sus padres, aquel chico roto sin un alma y toque de calidez para darse cuenta qué tanto rompe a otros.

Dario.

El Dario que tanto Irisa menciona y espera volver a ver florecer, no creo que lo haga; pero está aquí, mostrándome sus raíces.

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¿Qué pasó aquí ?

Esto se va a descontrolarrrrrrr.

Perdónenme, sé que en estos momentos muchos querrán golpearme con un palo, me lo merezco.

Pero adivinen...

¡Ya estoy de vacaciones!😍

Besossssss, gracias por leer.

Más que tu jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora